Por décadas los urbanistas se han desgañitado señalando que Lima necesitaba crecer hacia arriba y abandonar su insana predilección por la reproducción horizontal, entre otras razones por la escasez de terrenos. Sin embargo, ni en sus peores sueños imaginaron esta desordenada multiplicación de edificios, en no pocos casos nidos de departamentos liliputienses que semejan palomares de cemento.
"A muerte con el Pentagonito"
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