EL CAIRO (Reuters) - Las expectativas árabes de que Barack Obama introduzca cambios menores y lentos a la política exterior estadounidense una vez que asuma en la Casa Blanca, en enero, se han visto confirmadas por su silencio frente a los ataques israelíes en la Franja de Gaza.
Foto Reuters: El presidente electo de Estados Unidos Barack Obama juega golf durante sus vacaciones en Kailua,...
En el cuarto día de una ofensiva israelí que hasta el momento ha dejado más de 380 muertos en el enclave costero, el presidente electo estadounidense aún no adopta públicamente una posición, a pesar de que sí lo hizo luego de los ataques en Mumbai, India, y también emitió detallados comunicados sobre políticas para la economía estadounidense.
"Quiere ser cauteloso y creo que va a mantener la cautela porque el conflicto árabe-israelí no es una de sus prioridades", dijo Hassan Nafaa, politólogo egipcio y secretario general del Foro de Pensamiento Arabe de Amán.
"La posición de Obama es muy precaria. El 'lobby' judío llamó a no votar por él, por eso ha elegido permanecer en silencio (frente a Gaza)", agregó Hilal Khashan, profesor de ciencia política de la Universidad Americana de Beirut.
El mundo árabe se mostró muy entusiasta frente a la victoria electoral de Obama en noviembre, creyendo que una nueva cara en la Casa Blanca sería mejor que el saliente presidente George W. Bush, que invadió Irak y prestó un fuerte apoyo a Israel.
Pero la elección de su equipo de política exterior, especialmente el nombramiento de Hillary Clinton como secretaria de Estado y el de Rahm Emanuel como jefe de gabinete, planteó dudas sobre ese posible cambio.
Mustapha el-Sayed, de la Universidad de El Cairo, dijo: "Soy muy pesimista (...) porque cuando miro a la gente que rodea al presidente electo Obama, veo que se trata de muy buenos amigos de Israel que no se atreven a distanciarse de las posiciones del Gobierno israelí".
El resultado de la campaña en Gaza tendrá un gran impacto en el escenario geoestratégico que heredará Obama. Si Israel no derrota a Hamas, el movimiento islamista podría emerger fortalecido, a expensas del presidente palestino Mahmoud Abbas y el Gobierno egipcio.
Pero si Israel vence y logra eliminar la amenaza de cohetes lanzados desde Gaza, Obama podría reavivar más fácilmente las conversaciones directas entre Israel y Abbas por un acuerdo de paz basado en la solución de dos estados adyacentes.
(Reporte adicional de Yara Bayoumy y Alistair Lyon en Beirut, y Alastair Sharp en El Cairo)
(Escrito por Jonathan Wright, editado en español por Gabriela Donoso)
"La posición de Obama es muy precaria. El 'lobby' judío llamó a no votar por él, por eso ha elegido permanecer en silencio (frente a Gaza)", agregó Hilal Khashan, profesor de ciencia política de la Universidad Americana de Beirut.
El mundo árabe se mostró muy entusiasta frente a la victoria electoral de Obama en noviembre, creyendo que una nueva cara en la Casa Blanca sería mejor que el saliente presidente George W. Bush, que invadió Irak y prestó un fuerte apoyo a Israel.
Pero la elección de su equipo de política exterior, especialmente el nombramiento de Hillary Clinton como secretaria de Estado y el de Rahm Emanuel como jefe de gabinete, planteó dudas sobre ese posible cambio.
Mustapha el-Sayed, de la Universidad de El Cairo, dijo: "Soy muy pesimista (...) porque cuando miro a la gente que rodea al presidente electo Obama, veo que se trata de muy buenos amigos de Israel que no se atreven a distanciarse de las posiciones del Gobierno israelí".
El resultado de la campaña en Gaza tendrá un gran impacto en el escenario geoestratégico que heredará Obama. Si Israel no derrota a Hamas, el movimiento islamista podría emerger fortalecido, a expensas del presidente palestino Mahmoud Abbas y el Gobierno egipcio.
Pero si Israel vence y logra eliminar la amenaza de cohetes lanzados desde Gaza, Obama podría reavivar más fácilmente las conversaciones directas entre Israel y Abbas por un acuerdo de paz basado en la solución de dos estados adyacentes.
(Reporte adicional de Yara Bayoumy y Alistair Lyon en Beirut, y Alastair Sharp en El Cairo)
(Escrito por Jonathan Wright, editado en español por Gabriela Donoso)
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