Por Oswaldo Morales Tristán
“Hombre se casó con su Smartphone en Las Vegas”
Noticia aparecida en RPP Noticias
Hoy empecé mi mañana leyendo las noticias y una muy curiosa llamó mi atención. “Hombre se casa con su Smartphone en Las Vegas” se podía leer en el diario online y lo que más me sorprendió fue la razón que dio para su decisión…el vínculo con su Smartphone ha sido la relación más larga que ha tenido en su vida…Casi instintivamente me llevé la mano al bolsillo de mi saco para verificar que mi propio Smartphone estaba en su sitio y sentí un gran alivio.
¿No te has preguntado cuántas horas de tu vida te la pasas interactuando con tu Smartphone?, de repente sería mejor preguntar si es posible hacer algo en tu vida sin tener al lado tu Smartphone, no se trata de que me interese hacer un comercial de las ventajas de tener uno de estos teléfonos sino que reflexionemos del gran nivel de dependencia que hemos podido llegar a desarrollar hacia ellos. ¿O es que acaso no has podido observar la mirada de angustia de tu pareja cuando salen a comer afuera y olvidaron su teléfono?, también la depresión que acompaña a uno de tus hijos cuando levantando su teléfono te cuenta que se acaba de terminar la batería cuando estaba intercambiando mensajes con sus amigos.
Hoy en día para muchos de nosotros es impensable una vida sin Smartphone. Si no fuera por ellos dónde nos ubicarían cada vez que necesitan encontrarnos, cómo podríamos estar al día de la última publicación en el Facebook o recibir un mensaje de WhatsApp de tus hijos, cómo administrarías tu agenda de actividades, e incluso perderías tiempo ubicando una dirección sin tu Waze. Yo por ejemplo fui al cine con mi esposa ayer y me bastó con usar un aplicativo de mi teléfono para elegir la función, el cine que nos gusta y de paso evitarnos la cola de las entradas.
Ha llegado el momento en el cuál cada vez que nos vamos a dormir ya la pareja no es el último contacto sino el Smartphone para ver el último email que llegó y poner la alarma. Igual al levantarnos, estiramos la mano no para abrazar a nuestra pareja sino primero para desconectar la alarma y después de paso para darle una mirada rápida a los mensajes que llegaron al chat mientras dormía.
Sin darnos cuenta estamos desarrollando un nivel muy alto de conexión emocional con los Smartphones que incluso puede llegar a ser más intenso para un adolescente o joven de nuestros tiempos. ¿Qué hacer para poder separarme por unos momentos de mi Smartphone? La respuesta no es sencilla y tal vez debamos recurrir a un especialista para que nos dé algunas pistas. Lo cierto es que cada vez es más difícil separarse del teléfono en un mundo más global e interconectado.
Tanta influencia tienen estos aparatos que son capaces de competir e ir eliminando la necesidad de otros elementos que antes constituían parte de nuestra vida. ¿Te acuerdas de las cámaras fotográficas? Hoy si no eres fotógrafo profesional preguntaría cuantas personas tienen en su casa una cámara fotográfica porque la mayoría hoy toma fotos con sus teléfonos, donde es más fácil almacenar, editar y luego compartir las fotos. Lo triste en algunos casos es que muchas de esas fotos se perderán en el tiempo y no volveremos a verlas como antaño en el viejo álbum de fotos familiares de mi mamá. Pero eso hoy no importa, lo que vale la pena es que aparezca colgada en mi Facebook y el número de “likes” que alcance.
Hoy en día el número de celulares y el acceso a un servicio de telefonía en el mundo prácticamente se está equiparando con el número de personas, porque seas rico o pobre, ejecutivo o campesino el uso de celulares es cada vez más necesario y existe una tendencia a los Smartphones de última generación sobre todo entre los más jóvenes. También con el avance de la tecnología y la competencia hay una tendencia a bajar sus precios y ofrecer nuevas aplicaciones.
Vuelvo a pensar en ese hombre que se acaba de casar con su Smartphone y reflexiono en mi propio caso el vínculo que he desarrollado con mi teléfono. Incluso ahora que escribo estas líneas estiro mi mano para asegurarme que está en mi bolsillo.
Fuente: http://oswaldomorales.com/
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