Por
Engels Ortiz Samanamud
Luego
de la segunda vuelta electoral de la UNI, recibí un correo de un profesor en
respuesta a modo de comentario sobre un artículo de mi autoría llamado “Cotillo
sin cotillón”. En ese correo el profesor me indicaba lo siguiente: La nueva Ley
Universitaria es una ley de poquísima duración, tú y yo y todos los demás
sabemos que el próximo gobierno se la tira…
Este
email me hizo recordar a las declaraciones del expresidente de la ANR, Orlando
Velásquez, cuando se aprobó la ley universitaria y de inmediato salió a
declarar junto a varios rectores de que se iban a tumbar esta ley por ser
antidemocrática y vulnerar la autonomía universitaria.
Hace
unos días en un programa de tv. Alan García dijo que de llegar a la presidencia
se tumbaría a la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (SUNEDU);
y luego Pedro Pablo Kuczynski también secundando a García manifestó que le
preocupa si dicha ley controla lo
que se enseña y se discute en las universidades.
También
sabemos que Keiko Fujimori y su bancada se han opuesto a la ley, a tal punto,
que interpusieron una acción de inconstitucionalidad y fue desestimada por el
Tribunal Constitucional.
César
Acuña recientemente ha dicho que respetará la ley universitaria; y uno se
pregunta, podrá mantenerse al margen el dueño de un consorcio de universidades
-si llegase a la presidencia- y la SUNEDU observa falta de calidad en sus
universidades.
Volviendo
al correo del profesor de la UNI, no le falta razones, tenemos que de los
cuatros candidatos que lideran las encuestas ninguno está a favor o es
asolapado con la ley.
Y,
si miramos al grupo de candidatos con mínimos porcentajes, tenemos por ejemplo,
a Antero Flórez Aráoz que considera que no todas las universidades deben de
hacer investigación y que prácticamente tenemos que convivir con universidades
buenas, regulares y malas.
Salvo,
Verónika Mendoza y Julio Guzmán, desconozco de los demás candidatos, se han
pronunciado en favor de esta ley.
La otrora
ley universitaria 23733, que fue promulgada el 9 de diciembre de 1983, durante
el gobierno de Fernando Belaúnde Terry, también fue duramente cuestionada
y recordemos al maestro Luis Alberto Sánchez (LAS) cuando le preguntaron si la
autonomía universitaria estaba en peligro.
LAS:
No es cierto, absolutamente. Oponerse a que los decanos sean doctores, es
cretino. ¿Para qué es el doctorado, entonces? Durante quince años la
universidad se ha arrastrado penosamente. Olvidó el doctorado, olvidó la tesis,
y poco a poco se han ido aflojando los pernos. Se eliminaron los estudios generales
y en buena cuenta el hombre saltaba de una media mala a un título conquistado
de cualquier manera, con lo cual hemos perdido todos: los profesionales, las
universidades, las escuelas y el Perú. Eso no puede ser.
Sólo queda, que los jóvenes universitarios, docentes y padres de familia estén
atentos para defender la ley universitaria 30220, ante cualquier intento del
nuevo gobierno o el Congreso de pretender derogarla o modificarla sustancialmente; puesto que
recién tiene un año de vigencia y se requiere el transcurrir de un quinquenio
para conocer de sus resultados en pro de una universidad peruana de calidad.
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