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Su gran reto. Aunque sus detractores decían que
era un tipo salido de un cuartel, para descalificarlo, Daniel Mora es un
educador de hace muchos años y lo ha demostrado, con creces, al impulsar la Ley
Universitaria. También ha demostrado ser un luchador, pues ha sufrido los
embates de intereses creados en torno a la educación. Es uno de los personajes
del año.
En su oficina Daniel Mora tiene
colgada una caricatura de Carlín en la que Alejandro Toledo, al tiempo que le
da un abrazo, le clava un cuchillo por la espalda. Desde un balcón observa la
escena Pedro Cotillo, el rector de San Marcos.
Mora recuerda su renuncia a Perú
Posible, partido en el cual militó durante quince años: “Fue algo muy
doloroso”. Se fue acusando falta de democracia interna. El jueves 17 fueron
invitados algunos dirigentes a una reunión con Toledo, quien, en resumen, les
dijo que ya había decidido la conformación de la plancha presidencial. Lo
curioso es que recién el domingo 20 se iba a celebrar el congreso partidario
para elegir a los acompañantes del candidato. “Todo era una pantomima. ¿Cómo me
voy a prestar yo a eso?”, pregunta.
En realidad, la decisión de alejarse
ya venía dando vueltas y madurando en su cabeza debido a la ambigüa posición
del ex presidente frente a la ley universitaria, que ha supuesto una revolución
en el sistema educativo superior peruano.
No es un improvisado
Si una política pública relevante ha
aprobado el Congreso en los años recientes, esa ha sido la Ley Universitaria. Y
el principal impulso provino desde el lado menos esperado: de un general en
retiro.
Ese pasado en el Ejército, a decir de
sus detractores, lo descalificaba desde el arranque. “La universidad es un
espacio libre, no un cuartel”, argumentaron siempre quienes ven en la creación
de la Sunedu un intento por violar la autonomía universitaria. Mora, en
respuesta, siempre reivindicó sus 20 años de docencia en la Universidad de
Lima, su experiencia como docente en la Academica Politécnica de Chile y sus
cursos en el extranjero. “No soy un improvisado”, aseguró.
Los galones académicos son
importantes, claro. Pero lo más importante en todo el proceso fue que Mora
ejerció una eficiente acción política: convocó a los directos interesados y los
escuchó, buscó apoyo en las propias universidades y fuera de ellas y convenció
a los demás de que era necesario y urgente un cambio profundo en un modelo que
se salió de control. Luego, el respaldo vino solo. La gran mayoría de expertos
en educación de este país no han dudado en destacar que la Ley Universitaria, siempre
perfectible, es un auténtico paso adelante.
Lucha por la ley
La Ley Universitaria se aprobó y
promulgó el año pasado, aunque en el 2015 empezó su implementación. No ha sido
sencillo. Mientras la Sunedu se mantuvo detrás de las universidades
exigiéndoles nuevos requisitos de calidad, se presentaron proyectos de ley y
recursos de inconstitucionalidad para derogarla. Todos esos momentos lo
vivieron con tensión Mora y su equipo.
El Tribunal Constitucional ratificó
en noviembre la norma. Parecía que con esta decisión el peligro se había
disipado. Fue un espejismo. A los días, el Pleno puso al debate la llamada “Ley
Cotillo”, bautizada así en honor al rector de San Marcos, para permitir que los
rectores de las universidades públicas puedan extender sus mandato, sin elegir
a nuevas autoridades. La presión impidió que el proyecto resulte aprobado.
“Querrán seguir poniendo ‘cabes’”, advirtió Mora.
Estos ‘cabes’, de acuerdo con Mora,
se explican por los enormes intereses económicos. En un contexto en que fundar
universidades se ha convertido en un tremendo negocio que reporta ganancias
millonarias, exigir calidad colisiona con un modelo que privilegia los ingresos
por encima de la educación de los alumnos.
Presente y futuro
Mora fue dado de baja del Ejército en
1998. “Me sacó Vladimiro Montesinos”, aseguró. En el 2000 colaboró con Toledo
en la organización de la Marcha de los Cuatro Suyos contra la ilegal reelección
de Alberto Fujimori. También organizó y lideró un extenso comando nacional de
personeros. Más tarde se inscribió en PP, en donde ocupó cargos nacionales,
entre ellos secretario nacional de política y secretario nacional de
organización. “Nunca esperé que en mi propia casa me clavarían el puñal”,
sostiene.
Mora se refiere a las críticas que el
propio Toledo lanzó en contra de la ley universitaria. “En vez de cuestionar,
el señor Toledo debería haber estado orgulloso de que el plan del partido se
ejecute, ¡y sin estar en el gobierno!”, señaló.
Tras las críticas públicas del líder
recibió un nuevo golpe con su retiro de la presidencia de la Comisión de
Educación del Congreso a favor del cuestionado Víctor Crisólogo.
Mora es consciente de que los
siguientes seis meses serán, casi con seguridad, los últimos como congresista.
Ha recibido invitaciones para sumarse a diferentes proyectos. El problema es
que está fuera de plazo y ya no puede postular por otra organización. “Creo,
con honestidad, que tenía buenas opciones de ser reelecto, pero así están las
cosas. Mis principios pesaron más”, declaró.
Mora se ha embarcado en la
construcción de un colectivo ciudadano, que agrupe a profesionales de distintas
áreas y promueva una educación de calidad, el desarrollo social y la lucha
contra la corrupción. Desde ese colectivo, según dijo, podría respaldar a
alguna propuesta que comulgue con sus preferencias, más hacia la centroizquierda.
“Porque no soy un neoliberal”, concluye.
Frases
“Los enemigos de la ley querían
dejarla en vacaciones hasta las nuevas elecciones presidenciales”.
“La mayor tensión fue esperando la
decisión del TC. La ley fue revisada por especialistas pero había presión
política
y mediática”.
“Le soy honesto, esperé oposición de todos lados pero nunca, como
decimos los militares, del frente interno, de mi propio partido”.
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