Marcial Rubio. El prestigioso docente y tratadista de Derecho, ex ministro de Educación y vicerrector académico, habla de su gestión como nuevo rector de la PUCP y, cómo no, del pleito con el Arzobispado.
Federico de Cárdenas.
Para una institución que va hacia su primer siglo, el equilibrio entre renovación y continuidad es una fórmula a cultivar. ¿Qué propone el equipo que se hace cargo contigo de la PUCP?
Tenemos una gran herencia de calidad que vamos a mantener, pero también debemos ir al paso del incremento del conocimiento y el desarrollo de las disciplinas de enseñanza. Estamos en ese esfuerzo y trataremos de mantenerlo. Entraremos mucho en investigación –la comunidad universitaria considera que hay que incrementarla–, internacionalizar la PUCP e incentivar un proceso de democratización, que quiere decir participación interna en estas decisiones.
Para eso se ha creado un vicerrectorado de investigación...
Sí, e irá paralelo a los vicerrectorados académico y administrativo. La idea es que eso signifique una política de desarrollo de la investigación en la PUCP.
¿Qué debemos entender por internacionalizar la PUCP?
Es un proceso que viene de atrás y continúa. Consiste en la posibilidad de intercambiar alumnos con el exterior, tanto en pregrado como en posgrado, incentivar la relación de profesores nuestros con colegas del exterior, hacer que profesores extranjeros puedan venir a dictar a la PUCP y viceversa, y establecer redes de investigación. Hoy la investigación no se hace en solitario: participan cinco o diez universidades –según el objeto de la investigación– y eso aumenta la posibilidad de hacer las cosas bien.
La PUCP, entre las universidades peruanas, es una de las que conocieron mayor incremento de alumnado. ¿Eso va a continuar?
Es verdad que hemos crecido, pero de modo controlado. En este momento tenemos 20,000 estudiantes, unos 4,000 de posgrado y algo de 16,000 de pregrado. La idea es que ese número se mantenga, con un crecimiento paulatino. No queremos 25,000 o 30,000 estudiantes, sino mantener la calidad de los servicios, desarrollar la investigación y seguir progresando.
¿Se podría decir que el campus les está quedando pequeño?
Sí y no. Como todo evoluciona, desde hace un tiempo los arquitectos –ahora tenemos una especialidad en casa– nos han dicho que el campus es en realidad una pequeña ciudad que debe ser tratada como tal, pues por aquí circulan 25,000 personas al día. Como campus tenemos aún espacio...
¿Y como ciudad?
Debemos reformularla: tener parques, jardines, lugares de recreo, de estudio y no solo oficinas y aulas. La idea, en primer lugar, es que el espacio verde no se toque y que si se utiliza en una parte, hay que restituirlo en otra. Creceremos un poco, solo un poco, hacia arriba y luego abriremos otros campus fuera de este campus central.
¿Ofrecerán más carreras?
Por ahora estamos consolidando algunas. En diez años hemos creado Ingeniería Mecatrónica, Arquitectura, Ciencias de la Comunicación y la idea es invertir, desarrollar aulas y equipamientos. Es probable que algunas disciplinas que ahora enseñamos no como licenciaturas pasen a serlo, sobre todo en el campo de las artes. Hay que estudiar el cambio.
Pasando a la disputa con el Arzobispado, está claro que la PUCP defiende su autonomía y el derecho a administrar libremente los bienes que por mandato testamentario recibió de José de la Riva Agüero. Este último es el que se encuentra disputado.
Sí. Somos universidad católica y pontificia, y eso no ha sido discutido ni cuestionado. Lo que está en litigio con el señor Muñoz Cho –persona nombrada a la junta administradora– es si él tiene, como miembro de la junta, la atribución de disponer de los bienes de la universidad. Hemos dicho que no, y por lo dicho en el último comunicado del arzobispado estamos convencidos de estar ante un intento de copar –y no solo económicamente– a la universidad. Vamos a defender en todos los espacios, no solo la propiedad de los bienes, sino la autonomía de la PUCP.
Ese será un proceso largo...
Implica una discusión judicial larga, porque si bien hay una acción de amparo que la PUCP ha interpuesto hace dos años y que se verá este año en el TC, han comenzado otros dos procesos de los que llaman “de conocimiento” ante el PJ, en los que habrá que probar diversas cosas que ellos argumentan.
Si bien el cardenal Cipriani sostiene que su único interés es hacer cumplir la voluntad de Riva Agüero, en el expediente se llega a cuestionar la administración, por las autoridades de la PUCP, de lo que han sido esos bienes.
Sí. Hay un tono en los comunicados, sobre todo en el último del Arzobispado, que da la impresión de que la PUCP está al garete porque la Junta no funciona, y eso no es cierto. Si se cotejan los últimos resultados de la PUCP a nivel internacional, estamos bien ubicados en los cuadros de méritos serios del mundo. Además, tenemos un sistema de evaluación interna y externa de las cuentas sumamente exigente, y un sistema de gobierno que es el de la Ley Universitaria.
¿Puede la PUCP tener excelentes relaciones con el Vaticano y muy malas con el Arzobispado?
Parece paradójico, pero sucede así. Tenemos buenas relaciones con muchos obispos del Perú, la Conferencia Episcopal y el Vaticano, donde nuestro anterior rector estuvo varias veces invitado en su condición de rector de la PUCP. Siempre fue todo muy cordial. Nuestra posición se encuadra dentro del Estatuto actual de la PUCP, que no pensamos cambiar, y si hay un arreglo será en los términos que dicho Estatuto establece.
“En la Católica seguiremos diciendo lo que pensamos...”
Cuando se han dado coyunturas difíciles, la PUCP se ha pronunciado. ¿Seguirá haciéndolo?
Sí. Tenemos un deber con el Perú. La parábola evangélica dice que debes devolver el doble de lo que recibes, y estamos dispuestos a hacerlo, primero colaborando con nuestro Estado, y luego diciendo lo que pensamos como entidad que reflexiona sobre el país, a fin de crear una imagen consistente del mismo y una política de largo plazo que nos haga viables. Pero siempre nuestros pronunciamientos serán en la idea de crear consenso sobre el progreso del Perú.
Una última pregunta, a nivel personal. Eres uno de los docentes de Derecho e investigadores más constantes en la materia. ¿Esta vocación se verá postergada por tu nuevo cargo?
En verdad, no lo sé. Hasta hoy he podido ser profesor aún en los momentos más difíciles. Además, soy rector porque soy profesor, y deseo seguir enseñando. Veremos si eso es posible. Otra cosa que he hecho en mi vida ha sido reflexionar mis cursos y escribir sobre eso. Si queda un poco de tiempo libre, trataré de usarlo en eso. Un profesor investiga, escribe y enseña, y yo trataré de mantenerlo.
Fuente: La República
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