Ese descubrimiento relaciona la vida en la superficie oceánica con los sucesos ocurridos a profundidades y presiones extremas.
El hierro, un nutriente esencial en la cadena alimenticia de la vida acuática, no sólo llega a los océanos gracias a los ríos y al viento: también las profundidades marinas constituyen una fuente de este preciado y limitado alimento.
Así lo explica hoy en la revista "Nature Geoscience" un equipo de científicos de la University of Southern California, la Woods Hole Oceanographic Institution y el Lawrence Berkeley National Laboratory (EEUU).
El hierro es un excelente alimento para microorganismos como el plancton vegetal, que a su vez tienen una gran capacidad de absorber gases venenosos como el dióxido de carbono, el principal causante del cambio climático.
Tras tomar muestras de la Dorsal del Pacífico Oriental -una cordillera submarina-, los investigadores descubrieron que ciertos compuestos orgánicos capturan el hierro arrojado por los respiraderos hidrotermales -grietas por las que fluye agua caliente.
Esa captura permite que el hierro viaje fácilmente desde las profundidades marinas hasta la superficie, donde los organismos pueden utilizarlo como nutriente.
Ese descubrimiento, indican los científicos, relaciona la vida en la superficie oceánica con los sucesos ocurridos a profundidades y presiones extremas, dos mundos que parecían desconectados.
Además, para sorpresa del equipo, el hierro "atrapado" de esa manera no se oxida, por lo que su valor es doble, ya que los organismos acuáticos metabolizan más fácilmente el hierro puro que sus formas oxidadas.
Se desconoce la cantidad de este tipo de hierro que puede haber en la superficie del mar, pero lo que sí saben los científicos es que "nutriría la vida marina de una forma mucho más eficiente que el hierro oxidado de fuentes regulares" (ríos y viento).
La responsable de la investigación, Katrina Edwards, explica que ha encontrado un mecanismo potencial de fertilización natural de hierro "completamente desconocido".
El descubrimiento se produjo cuando los científicos estudiaban una bacteria marina que cataliza la reacción de oxidación del hierro, el proceso metabólico menos conocido del universo microbiano.
Su intervención en la oxidación del hierro permite la creación de compuestos férricos oxidados.
Ahora, los investigadores han de estudiar cuánto hierro oceánico escapa a la acción de estas bacterias y es ajeno al desplazamiento llevado a cabo por el hierro y el mar.
"El suelo marino tiene la respuesta", asevera Edwards.
Esta investigación se publica días después de que el Gobierno alemán autorizara el "abono" experimental del mar con hierro para impulsar el crecimiento de plancton vegetal y estudiar la capacidad de dichos microorganismos de absorber y descomponer los gases que provocan el calentamiento de la atmósfera y el cambio climático.
Así lo explica hoy en la revista "Nature Geoscience" un equipo de científicos de la University of Southern California, la Woods Hole Oceanographic Institution y el Lawrence Berkeley National Laboratory (EEUU).
El hierro es un excelente alimento para microorganismos como el plancton vegetal, que a su vez tienen una gran capacidad de absorber gases venenosos como el dióxido de carbono, el principal causante del cambio climático.
Tras tomar muestras de la Dorsal del Pacífico Oriental -una cordillera submarina-, los investigadores descubrieron que ciertos compuestos orgánicos capturan el hierro arrojado por los respiraderos hidrotermales -grietas por las que fluye agua caliente.
Esa captura permite que el hierro viaje fácilmente desde las profundidades marinas hasta la superficie, donde los organismos pueden utilizarlo como nutriente.
Ese descubrimiento, indican los científicos, relaciona la vida en la superficie oceánica con los sucesos ocurridos a profundidades y presiones extremas, dos mundos que parecían desconectados.
Además, para sorpresa del equipo, el hierro "atrapado" de esa manera no se oxida, por lo que su valor es doble, ya que los organismos acuáticos metabolizan más fácilmente el hierro puro que sus formas oxidadas.
Se desconoce la cantidad de este tipo de hierro que puede haber en la superficie del mar, pero lo que sí saben los científicos es que "nutriría la vida marina de una forma mucho más eficiente que el hierro oxidado de fuentes regulares" (ríos y viento).
La responsable de la investigación, Katrina Edwards, explica que ha encontrado un mecanismo potencial de fertilización natural de hierro "completamente desconocido".
El descubrimiento se produjo cuando los científicos estudiaban una bacteria marina que cataliza la reacción de oxidación del hierro, el proceso metabólico menos conocido del universo microbiano.
Su intervención en la oxidación del hierro permite la creación de compuestos férricos oxidados.
Ahora, los investigadores han de estudiar cuánto hierro oceánico escapa a la acción de estas bacterias y es ajeno al desplazamiento llevado a cabo por el hierro y el mar.
"El suelo marino tiene la respuesta", asevera Edwards.
Esta investigación se publica días después de que el Gobierno alemán autorizara el "abono" experimental del mar con hierro para impulsar el crecimiento de plancton vegetal y estudiar la capacidad de dichos microorganismos de absorber y descomponer los gases que provocan el calentamiento de la atmósfera y el cambio climático.
Fuente: EFE
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