Los profesores
“adjuntos” ganan salarios de pobreza y
carecen de puestos permanentes.
Muchos profesores
auxiliares tienen que impartir clases en varias universidades para cubrir sus
necesidades.
Por: María Peña
Washington.- No
tienen seguridad laboral, ganan “salarios de pobreza” y algunos, aún con
doctorados, dependen de cupones de comida para subsistir: son los profesores
adjuntos, una creciente fuente de mano de obra explotada en recintos
universitarios en todo el país.
A juzgar por testimonios de
los propios académicos, y mordaces informes sobre el asunto, algunas
instituciones de enseñanza superior, en particular las estatales, van camino de
convertirse en plantaciones de explotación en las que suben la matrícula a
estudiantes y contratan a profesores adjuntos con bajos sueldos.
Salarios de pobreza
“Hay profesores
adjuntos que reciben cupones de comida, y hay casos documentados de los que
viven en la pobreza. Ganan salarios de pobreza“, dijo a este diario Adrianna
Kezar, profesora de la Facultad de Educación Rossier de la Universidad del Sur
de California.
Según la experta, el
pago promedio por cada clase impartida es de unos $3,000, y los profesores
adjuntos típicamente tienen a su cargo entre 6 y 8 cursos al año, lo que se
traduce a entre $18,000 y $24,000 anuales.
Los profesores
adjuntos ganan entre un cuarto y un tercio menos que los que tienen puestos
fijos por antigüedad –el fenómeno de “tenure” en inglés- y no reciben
beneficios, creando una situación peor que en el sector privado, según Kezar.
Un anticuado modelo
Parte del problema se
debe al anticuado modelo que permitía contratatar a profesores adjuntos que ya
tenían trabajo a tiempo completo, pero complementaban su currículo como
profesores “honorarios”.
La idea era que estos
profesores pudiesen impartir un curso y así contribuir su experiencia a sus
respectivos campos, incluyendo leyes, periodismo, educación y medicina.
“Ese modelo no es
sostenible y he sugerido nuevos modelos que les ofrezcan seguridad laboral y
mejores condiciones laborales, que mejorarán la enseñanza”, dijo Kezar.
Ahora, en las redes
sociales cunden las anécdotas de profesores auxiliares que imparten cursos en
tres o hasta cuatro universidades para cubrir sus gastos, porque el salario de
un sólo empleo no les alcanza.
Algunas
universidades, para recortar gastos, también recurren a la popular práctica de
contratar a profesores “invitados”, con la única misión de enseñar, eliminando
posibilidades de investigación, publicación de libros o permanencia laboral.
Estas prácticas,
copiadas de empresas del sector privado, ponen cada vez más en peligro el
beneficio del “tenure”, o la permanencia por antigüedad en un cargo.
En la Universidad de
Arizona, por ejemplo, el 40% de todos los instructores son profesores
auxiliares que perciben bajos salarios y carecen de seguridad laboral, según
indicaron en una reciente carta a la presidenta de la institución, Ann Weaver.
En el Departamento de
Inglés de esa universidad, los profesores adjuntos enseñan más de 100 cursos de
escritura a 2,500 estudiantes cada semestre y, pese a que trabajan a tiempo
completo, apenas consiguen contratos por hasta doce meses y ganan $33,050 al
año.
La situación es
especialmente apremiante para profesores que se gradúan con una deuda
exorbitante y viven en ciudades con alquileres prohibitivos y un alto costo de
vida. Muchos no reciben beneficios de cobertura médica ni pensiones.
Un informe de 2014
analizó la situación en 25 de las principales universidades estatales y
concluyó que, desde la crisis financiera de 2008, el pago a ejecutivos de alto
rango en esas instituciones superó inclusos los niveles previos a la crisis,
mientras que entre 2005 y 2011, se dispararon tanto la deuda estudiantil como
la contratación de profesores con bajos salarios, por encima del promedio
nacional.
Hallan fuerza en los sindicatos
Pero, tal como han
hecho los trabajadores del sector de comida rápida, los profesores adjuntos
también han encontrado apoyo en el movimiento sindicalista, que les ha ayudado
a exponer injusticias y a organizar marchas, protestas y hasta paros laborales.
El pasado 25 de
febrero, en la primera protesta nacional de su tipo, centenares de profesores
no numerarios se declararon en huelga para denunciar sus condiciones laborales
en lugares como la Universidad de Arizona, la Universidad de Seattle, y el
Instituto de Arte de San Francisco, entre otros.
Decenas de profesores
en otras instituciones realizaron charlas y otros tipos de protesta, además de
la cancelación de clases.
El fenómeno termina
afectando la enseñanza porque, para mantener sus puestos, muchos profesores se
ven tentados a inflar calificaciones o reducir los requisitos en sus clases
para obtener buenas evaluaciones de los estudiantes. Otros, simplemente
abandonan la docencia.
Cifras poco fiables
Para los afectados,
el asunto es grave pero no hay cifras fiables sobre el alcance del problema
porque en 2006 el gobierno federal dejó de mantener un registro nacional sobre
los profesores a medio tiempo.
Tanto la Asociación
Nacional de Educación (NEA) como la Federación Estadounidense de Maestros, el
sindicato “AFT”, presionan para que el Departamento de Educación reanude el
registro y análisis de estadísticas.
De entre los
profesores a tiempo completo, buena parte son instructores o profesores
temporales.
Los hispanos
conforman el 5% de los profesores a tiempo completo, y el 6% y 7%,
respectivamente, entre los instructores y profesores no numerarios, según Staci
Maers, una representante de NEA en Washington.
La NEA representa a más de
75,000 profesores no numerarios, la
mayoría de los cuales trabajan a medio tiempo.
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