Aún recuerdo cuando egresé del colegio, aquel día en el que emocionadamente luego del último desfile representando mi aula, entre bombardas, serpentina, globos y lágrimas de amigos, renové mi compromiso conmigo mismo y mi destino, aquel día que tomé la decisión de dejar mi ciudad natal para enfrentar el reto de formarme como profesional.
Desde un inicio supe que no sería cosa fácil, no solo por la exigente preparación que representaba querer seguir la carrera de Medicina Humana en la Universidad San Marcos, sino también por la violencia que se vivía en Lima, en la cual en muchas ocasiones fui sorprendido por los amigos de lo ajeno y estafadores de todo tipo.
Mi formación en las áreas de ciencias había sido buena, estaba preparado para competir, siempre había dejado de lado otras actividades para darle tiempo a ello y de esta manera representar a mi colegio en concursos y sostener mi beca académica. Pero sin embargo, no veía a las carreras de ingeniería como mi primera opción, quería innovar y hablaba de la bioingeniería, me interesaba mucho ese campo. En alguna ocasión cuando luego de mi primer examen a San Marcos en el cual no lograra ingresar a la carrera que yo deseaba, le dije a un gran amigo, voy a postular a la UNI, para demostrarme a mí mismo que tengo cosas buenas de que sentirme orgulloso, ingresaré pero no seguiré la carrera a la que ingrese porque solo lo veo como una práctica, fue grande la sorpresa que me llevé al escuchar una contundente respuesta negativa y una posterior defensa y sustento de lo que significaba la UNI para este amigo mío.
Ese día medité mucho, sobre mis vanidades y egocentrismos, sobre mis verdaderas fortalezas y debilidades, pero sobre todo me quede por mucho tiempo pensando y analizando la forma como alguien podía defender a su institución y me preguntaba, ¿será posible llegar a sentir todo ello por una institución?
Entonces me interesé por saber más de la UNI, este amigo me contó mucho de la verdadera historia de la UNI, aquella historia no contada en libros o revistas. Él también me habló de un sueño, de un anhelo consistente y viable pero que necesitaría de mucho esfuerzo, sacrificio y dedicación concretarlo. Así pase varios meses, y terminé un día tomando la decisión de postular a la UNI, porque aquel sueño llamado UNI, había logrado interiorizarse en mí y deseaba formar parte de esa comunidad.
Este amigo mío, siempre me dijo, la UNI guarda en su componente humano la solución a varios problemas que aquejan a nuestro país, guarda en ellos el liderazgo capaz de crear bienestar, trascendencia y prosperidad para las generaciones futuras del Perú.
El sueño llamado UNI de mi amigo, consistía en hacer que ese liderazgo sea efectivo, y se mostrara e hiciera sentir lo más pronto posible, es un sueño aún pendiente por el cual él fue capaz de sacrificar todo y que hoy más que nunca nuestro país necesita y anhela.
domingo, 12 de abril de 2009
Un sueño llamado UNI - El Inicio
Por Isaac Ortiz Samanamud - Egresado UNI
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