La cuidadosa selección de los cultivos que reflejan mayor radiación solar podría reducir la temperatura del planeta en 0,1 grados, equivalente al 20 por ciento del calentamiento global producido desde la Revolución Industrial.
En la actualidad, el crecimiento de las cosechas ya actúa como un enfriador del planeta porque los cultivos devuelven al espacio, mediante reflejo, mayor cantidad de radiación solar (y por tanto calor) que la vegetación natural a la que sustituye.
Científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido) proponen hoy en la revista "Current Biology" un método para disminuir la temperatura planetaria: el cultivo de las especies que más rayos solares reflejen (aquellas que presenten mayor reflectividad).
Cuanto mayor sea la radiación que reflejan, mayor el enfriamiento del planeta.
Según cálculos llevados a cabo sobre un modelo climático global, con la selección de cultivos las temperaturas podrían bajar hasta en un grado centígrado en Norteamérica y en las latitudes medias de Eurasia.
Las modificaciones genéticas que aumentaran la reflectividad de los vegetales podrían conseguir que la disminución de la temperatura planetaria fuera incluso mayor.
No se trata de cambiar las especies ya cultivadas por otras diferentes, explica el equipo investigador liderado por Andy Ridgewell, sino de elegir la variedad de un vegetal con más capacidad para reflejar la radiación.
Las variedades de una misma especie pueden presentar distinta reflectividad debido a las diferentes propiedades de la superficie de sus hojas y a la forma en que estas hojas están dispuestas.
La puesta en práctica de esta medida, a diferencia de lo que ocurre con los biocombustibles, no incidiría en la merma de la producción de alimentos y sus resultados serían rápidos y con unos costes muy bajos.
Ridgewell explica que, al no producirse un decrecimiento de las emisiones de CO2 a la atmósfera (principal causa del calentamiento global), esta alternativa es una "forma realista" de controlar el cambio climático.
"Nuestra propuesta no da una solución total al cambio climático, pero puede reducir el impacto de olas de calor y sequías en la agricultura y la salud de Norteamérica y de las latitudes medias de Eurasia", dijo el científico.
Los agricultores ya llevan a cabo selección de especies de cultivos para conseguir diversos fines como, por ejemplo, aumentar la producción de alimentos o fomentar las cosechas de trigo más apropiadas para hacer pan o las más útiles para la repostería.
Los científicos aseguran que la implantación de esta técnica podría extenderse a todo el planeta porque la agricultura es una industria global.
El efecto de ponerla en práctica, según el equipo, sería equivalente a evitar las consecuencias de la emisión a la atmósfera de 195.000 millones de toneladas de CO2.
En la actualidad, el crecimiento de las cosechas ya actúa como un enfriador del planeta porque los cultivos devuelven al espacio, mediante reflejo, mayor cantidad de radiación solar (y por tanto calor) que la vegetación natural a la que sustituye.
Científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido) proponen hoy en la revista "Current Biology" un método para disminuir la temperatura planetaria: el cultivo de las especies que más rayos solares reflejen (aquellas que presenten mayor reflectividad).
Cuanto mayor sea la radiación que reflejan, mayor el enfriamiento del planeta.
Según cálculos llevados a cabo sobre un modelo climático global, con la selección de cultivos las temperaturas podrían bajar hasta en un grado centígrado en Norteamérica y en las latitudes medias de Eurasia.
Las modificaciones genéticas que aumentaran la reflectividad de los vegetales podrían conseguir que la disminución de la temperatura planetaria fuera incluso mayor.
No se trata de cambiar las especies ya cultivadas por otras diferentes, explica el equipo investigador liderado por Andy Ridgewell, sino de elegir la variedad de un vegetal con más capacidad para reflejar la radiación.
Las variedades de una misma especie pueden presentar distinta reflectividad debido a las diferentes propiedades de la superficie de sus hojas y a la forma en que estas hojas están dispuestas.
La puesta en práctica de esta medida, a diferencia de lo que ocurre con los biocombustibles, no incidiría en la merma de la producción de alimentos y sus resultados serían rápidos y con unos costes muy bajos.
Ridgewell explica que, al no producirse un decrecimiento de las emisiones de CO2 a la atmósfera (principal causa del calentamiento global), esta alternativa es una "forma realista" de controlar el cambio climático.
"Nuestra propuesta no da una solución total al cambio climático, pero puede reducir el impacto de olas de calor y sequías en la agricultura y la salud de Norteamérica y de las latitudes medias de Eurasia", dijo el científico.
Los agricultores ya llevan a cabo selección de especies de cultivos para conseguir diversos fines como, por ejemplo, aumentar la producción de alimentos o fomentar las cosechas de trigo más apropiadas para hacer pan o las más útiles para la repostería.
Los científicos aseguran que la implantación de esta técnica podría extenderse a todo el planeta porque la agricultura es una industria global.
El efecto de ponerla en práctica, según el equipo, sería equivalente a evitar las consecuencias de la emisión a la atmósfera de 195.000 millones de toneladas de CO2.
Fuente: EFE
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