miércoles, 28 de marzo de 2012

Universidades: Acreditación o información

Por Eduardo Morón

Los congresistas están preocupados por la abundancia de universidades. Su solución es no permitir la creación de ninguna universidad más. Esta solución claramente es muy mala porque no resuelve el problema de fondo: la mala calidad de enseñanza de una gran cantidad de las actuales universidades. Además -como decía Gastón Acurio en el Twitter-, así dejamos el problema adentro y se cierra el paso a recientes buenos emprendimientos, como lo han sido el desarrollo que él ha liderado en el arenal de Pachacútec o a la UTEC. Para muchos la solución pasa por un complejo proceso de acreditación. Trabajo en una universidad que ha pasado por este proceso y he visto lo complicado de esta evaluación. Por ejemplo, las distintas facultades dentro de una misma universidad pueden tener diferentes calidades. ¿A quién acreditamos? ¿A la Facultad de Arquitectura sí, pero a la de Administración no? ¿Y si una sale acreditada y la otra no pasa? La acreditación muestra una foto del momento. Esa universidad que puede hoy mostrarse muy acreditable, mañana deja de serlo
Lo que propongo es utilizar el poder de las señales de mercado. Si yo veo una botella que dice Pisco Puro pero su precio es 10 soles, todos sabemos que esa botella no tiene pisco sino alguna mala imitación. Yo sé que alguien va a preferir comprar ese "pisco" en vez de un pisco, pero espero que esa señal de mercado sea lo suficientemente potente para que ese productor tenga una participación mínima en el mercado. Mejor aún si la disciplina del mercado lo quiebra dado que nadie o muy pocos disfrutan de un "pisco" de diez soles.
Las señales de mercado que serían muy útiles para que los consumidores sepan diferenciar lo bueno, lo malo, lo caro y lo barato en el mercado educativo son dos datos indispensables para que el mercado se discipline. Lo primero que se necesita conocer es cuál es el sueldo promedio de los recién egresados por carrera por universidad. Lo segundo es cuánto tiempo –en promedio- tarda el recién egresado de esa universidad en conseguir empleo en lo que estudió. Ese par de datos debería modificar el comportamiento de los consumidores en este mercado que hoy tiene referencias muy imperfectas sobre ambos datos. Esos datos deberían provenir de una encuesta nacional que mi colega Gustavo Yamada ya propuso en una CADE hace varios años.
Sin embargo, hay que advertir que el mercado educativo es complicado porque mientras más tiempo un estudiante esté en una determinada universidad, en una carrera, el costo de cambiar la universidad es más alto. Eso puede motivar una menor disciplina de mercado. La gente no abandonaría tanto como en otros mercados donde el costo de salirse es nulo o casi cero.
Concluyamos entonces diciendo que cerrar la puerta por cinco años no resuelve el problema. La acreditación es una opción que tampoco resuelve los problemas porque la señal es imperfecta. Las señales de mercado deben ser muy claras si queremos que tengan un impacto. ¿Usted matricularía a su hijo en una universidad que muestra que su inversión no hace sentido por el bajo sueldo que quizás reciba? ¿Lo haría si le informan que sólo un diez por ciento de los egresados trabaja en lo que estudió?
Prefiero apostar por la potencia de una señal de mercado que por un procedimiento burocrático como la acreditación. Ambas son soluciones muy superiores a la actual propuesta del Congreso que cree que cerrando la puerta a más universidades se mejora las que hoy no funcionan.

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