Manuel Burga
Acabo de leer un libro pequeño, El siglo XX explicado a los jóvenes (Barcelona, 2008), de Marc Ferro, un buen especialista francés en historia contemporánea, donde responde a quince preguntas, de jóvenes se entiende, para entender el complejo siglo XX. Empieza afirmando que Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela, son los grandes ganadores del siglo XX, porque lucharon, sufrieron, murieron (los dos primeros), pero finalmente triunfaron por que sus propuestas de sociedades inclusivas, solidarias y un discurso de paz, son parte del futuro. No oculta que fue un siglo de grandes Guerras Mundiales, genocidios, totalitarismos irracionales, Guerra Fría, capítulos aterradores y dramáticos, que nos han llevado a terminar, nos dice, donde ahora nos encontramos, sin esperanza “…en el comunismo, ni en el liberalismo”. “Como si todos los “progresos” hubiesen desposeído a la historia de sentido”, concluye.
Así recordé un discurso de Pepe Mujica (1935), presidente de Uruguay, pronunciado en marzo, frente a los intelectuales de su país. Un discurso magistral, salido de sus viejas entrañas, que no anunciaba cambios perturbadores, sino que más bien invitaba al uso de la inteligencia, la razón. Casi en el camino trazado por los tres personajes mencionados al inicio, que en boca de un ex tupamaro, adquiere un tono de inconfundible sabiduría, que no olvida los arrestos del pasado, sino que más bien busca descifrar la clave del cambio en la actualidad: “Estoy convencido de que este país necesita una nueva epidemia de inconformismo como la que los intelectuales generaron décadas atrás”. Casi levantando la voz dice al final, señalando ese inconformismo, “LA EDUCACIÓN ES EL CAMINO. Y, amigos, el puente entre este hoy y ese mañana que queremos tiene un nombre y se llama educación”.
Dos párrafos necesarios para llegar a Antanas Mockus (1952), matemático, filósofo y pedagogo, que busca llegar a la presidencia de Colombia el próximo 30 de mayo. Mockus es todo un personaje: rector de la Universidad Nacional de Colombia (1990-93), alcalde de Bogotá en dos períodos, dos veces candidato a la presidencia y ahora, de nuevo, candidato representando al Partido Verde. Lanzó su candidatura en marzo pasado, comenzando con una aceptación mínima. Ahora, a casi un mes de las elecciones, le disputa el primer lugar en las encuestas a Juan Manuel Santos, candidato oficialista del uribismo. Este es el fenómeno Mockus, hijo de lituanos, niño prodigio, colombiano en primera generación.
Un personaje brillante, exótico, melancólico, muchas veces imprevisible, de largos silencios en público, que ganó fama cuando se bajó los pantalones para mostrar el trasero para silenciar el griterío de los estudiantes que no lo dejaban hablar al recibir en la UNC a la ministra de Educación. Los alumnos se silenciaron, habló, pero muy pronto tuvo que renunciar al cargo, pero no a la fama. Como alcalde hizo cosas igualmente estrambóticas, los mimos, las tarjetas amarillas, que llamaron la atención y movilizaron a la población de Bogotá por nuevos valores.
Su propuesta es “…un gobierno de legalidad democrática (a diferencia del actual de seguridad democrática), donde primen la ética y el respeto por los recursos públicos”. Reconoce que gran parte de los males de Colombia, la guerrilla, narcotráfico, corrupción, son formas de ilegalidad. Promueve un cambio cultural, y promete “construir una sociedad con la educación como motor” del cambio.
Mujica, Mockus, no parecen situarse en los mismos espacios políticos, proponen más bien políticas conocidas, la cultura, la educación, el pacificismo, que parecen nuevas en un contexto postmoderno, de modelos quebrados. Eso es lo que llama la atención de Antanas Mockus, su sintonía con la actualidad. ¿Podremos encontrar un político o un discurso político semejante en nuestro país, que más allá de los modelos, apele a la inteligencia, la educación y la convivencia solidaria?
Fuente: La República
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