El Clarín de Chile
Román Munguía (México, 1952) dirigió –entre 1996 y 1997- el Sindicato del Personal Académico de la Universidad de Guadalajara, única colectividad opositora a la “monarquía y feudo de Raúl Padilla” (exrector de la UdeG y actual presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara). En entrevista con Clarín el Dr. Munguía denuncia: “Es difícil dar una cifra precisa de la fortuna que mediante la corrupción va a engrosar las cuentas bancarias del grupo de poder, especialmente de Raúl Padilla”
Arquitecto titulado por la Universidad de Guadalajara y Doctor en Urbanismo por la UNAM, Román Munguía –con 24 años de docencia e investigación en la UdeG- conoce a la perfección su Alma Mater; se trata de la segunda Casa Universitaria en importancia de México, por el presupuesto asignado y el alumnado inscrito (situada después de la UNAM). Además la UdeG organiza la Feria Internacional del Libro, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (antes Premio Juan Rulfo, dotado de cien mil dólares).
Al iniciar la conversación con Clarín.cl recordó los años mozos en la Facultad: “Escuché el histórico discurso de Salvador Allende en el auditorio de la UdeG que dignamente lleva su nombre. En ese año, 1972, yo era estudiante de arquitectura; por desgracia, ahora es otra generación estudiantil que ya no está politizada. En 1972 todavía era la época dorada de la Federación de Estudiantes de Guadalajara”. Salvador Allende dijo: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil” (02.12.1972)
Al iniciar la conversación con Clarín.cl recordó los años mozos en la Facultad: “Escuché el histórico discurso de Salvador Allende en el auditorio de la UdeG que dignamente lleva su nombre. En ese año, 1972, yo era estudiante de arquitectura; por desgracia, ahora es otra generación estudiantil que ya no está politizada. En 1972 todavía era la época dorada de la Federación de Estudiantes de Guadalajara”. Salvador Allende dijo: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil” (02.12.1972)
MC.- El 9 de febrero de 2005 asistió -en la UNAM- al Segundo Encuentro de Auto-estudio de las Universidades Públicas Mexicanas, con la ponencia: Un grupo de poder local. La Universidad del escándalo. La estructura corporativa–autoritaria en la Universidad de Guadalajara (1989–2005) –cito- “Los laberintos del poder universitario, la forma en la que se ejerce el poder en los centros de educación universitaria nacionales, es una cuestión escasamente estudiada por los analistas en problemas educativos o por los politólogos”. ¿A qué lo atribuye?
RM.- Una de las razones es que la teoría y el análisis político se han enfocado tradicionalmente a la cuestión del Estado. De ahí que el análisis de las estructuras de poder, de su dinámica y sus mecanismos de dominación permanentemente gire alrededor de la esfera estatal. En el caso de los “expertos” en temas universitarios nunca nos hablan de los problemas políticos inherentes a las cuestiones educativas, de docencia, de investigación y difusión cultural, esto supone también que no quieren tener ningún problema con las autoridades y se vuelven académicos sofistas, adocenados o domesticados por el poder, sin ninguna perspectiva crítica en sus análisis. Ahora bien, aunque desde hace décadas existen estudios sobre los grupos de poder, lo cierto es que existen pocos estudios sobre la conformación del poder oligárquico y sus diversos grupos constituyentes en la Universidad pública. En México, es imposible entender los problemas de la cuestión educativa a cualquier nivel si no se introduce la naturaleza de lo político: consistente en el manejo discrecional del gasto público en la educación, del burocratismo, de los cacicazgos (latifundistas) sindicales y sus formas autoritarias y corporativas; es decir, de la profunda corrupción entre los sindicatos oficialistas -charros- y las autoridades gubernamentales. Esto vale para la mayoría de los sindicatos universitarios, corruptos y corporativos. En resumen, es necesario el estudio de los grupos de poder universitarios, de su funcionamiento caciquil o mafioso, para poder proponer alternativas reales de democratización, tanto en los propios sindicatos como, principalmente, en las instituciones de educación superior. Por supuesto, hay estudiosos críticos y especialistas de los procesos educativos en México, como Hugo Aboites (catedrático de la UAM–Xochimilco), entre otros.
MC.- La UdeG es la segunda Universidad pública más importante del país: 195 mil alumnos y con un presupuesto de 8 mil millones de pesos mexicanos; la UdeG es conocida internacionalmente por la organización de la FIL y del Festival de Cine de Guadalajara. ¿De qué tamaño es el botín del grupo de poder fundado en 1989?
RM.- Es difícil dar una cifra precisa de la fortuna que mediante la corrupción va a engrosar las cuentas bancarias del grupo de poder, especialmente del cacique que detenta el control; me refiero al exrector Raúl Padilla. Pero al tratarse de la segunda Universidad pública de México, numéricamente hablando, y del manejo de un presupuesto equivalente al segundo en el Estado de Jalisco, nos puede dar una idea del tamaño del botín. En gran medida, el control férreo de ese presupuesto, su manejo discrecional, es lo que origina los grandes escándalos en la universidad generados por este grupo. La corrupción es muy profunda y extensa. La mayoría de los integrantes de este grupo al cabo de un sexenio o dos, hacen ostentación de grandes casonas y de un estilo de vida propio de las clases pudientes mexicanas. Además, debemos decir que no solamente prevalece el usufructo del dinero universitario, sino la cuestión del poder político como tal. Este grupo controla al Partido de la Revolución Democrática (PRD-Jalisco), mantiene vínculos y acuerdos con los demás partidos sistémicos (PRI y PAN) y con otros grupos de poder local: como la Iglesia, los medios de comunicación y sectores empresariales. El hecho de que nunca se realizara una auditoria -ni local ni federal- impide saber con precisión los montos saqueados al presupuesto universitario; lo cual significa que este grupo tiene un respaldo del gobierno local y federal. El proceso de descomposición política del Estado es muy avanzado debido a la profunda corrupción de la clase política y de los círculos de poder dentro de las instituciones públicas o descentralizadas. Así están las cosas de mal, en Guadalajara, Jalisco y México.
MC.- Han transcurrido 20 años del mismo grupo de poder en la Universidad de Guadalajara. ¿Por qué hasta ahora trascendió a la prensa nacional el conflicto político e irregularidades financieras de la UdeG?
RM.- Hasta el año pasado surgió una fractura interna muy fuerte. Los dos sucesivos rectores a Raúl Padilla estaban perfectamente domesticados, uno, Víctor Manuel González Romero, porque era un perfecto tecnócrata; y el segundo, Trinidad Padilla, porque es el hermano menor. El rector defenestrado el 29 de agosto, Carlos Briseño, siempre había formado parte de la “familia” caciquil. Por supuesto, los tres exrectores -si consideramos a Briseño- fueron impuestos por el cacique. Aunque formalmente son elegidos por un Consejo General Universitario (CGU), dicho consejo está absolutamente manipulado por Raúl Padilla. El hecho es muy simple: el rector destituido quiso apoderarse del poder caciquil bajo la consigna de “quítate tú, para ponerme yo” -es decir- el propósito era simplemente quitar a Raúl Padilla pero manteniendo a la Universidad bajo las mismas formas antidemocráticas, corporativas y autoritarias que hacen funcionar el aparato. Debemos recordar que el actual grupo obtiene el poder en una disputa en los años de 1988 y 1989. Raúl Padilla se hace del poder traicionando al jefe político, el ingeniero Álvaro Ramírez Ladewig, del grupo FEG–Universidad -encabezado por la Federación de Estudiantes de Guadalajara, vinculado al PRI-. La cuestión de fondo fue un conflicto por el botín millonario que representan los 8 mil millones de pesos. Detrás de las intenciones de Briseño no había nada más que la ambición por un poder económico y político muy importante en Guadalajara y Jalisco. Es cierto cada uno de los numerosos escándalos, derivados principalmente por la corrupción de este grupo, sin embargo no hay antecedentes de un conflicto interno tan fuerte que cimbrara al edificio corporativo que se sostiene en cuatro pilares: la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), los dos sindicatos corporativos oficiales -en México les decimos sindicatos “blancos” a los sindicatos abiertamente patronales- y el CGU. Por supuesto, la estructura corporativa está totalmente controlada por el cacique mayor. El propio Briseño se encargó de hacer más escandaloso el conflicto a través de los medios locales y nacionales pensando que podría salir airoso, pero, evidentemente sus cálculos políticos fueron totalmente errados, lo cual significa que nunca comprendió bien el poder de un grupo del cual él formó parte -desde hace más de 20 años-. Raúl Padilla mostró el poder interno y externo al destituir a Briseño, por eso Raúl Padilla podría decir perfectamente: “La Universidad soy yo”. En tal sentido, la UdeG es una especie de universidad semifeudal, pero con una mezcla de monarquía absoluta.
RM.- Una de las razones es que la teoría y el análisis político se han enfocado tradicionalmente a la cuestión del Estado. De ahí que el análisis de las estructuras de poder, de su dinámica y sus mecanismos de dominación permanentemente gire alrededor de la esfera estatal. En el caso de los “expertos” en temas universitarios nunca nos hablan de los problemas políticos inherentes a las cuestiones educativas, de docencia, de investigación y difusión cultural, esto supone también que no quieren tener ningún problema con las autoridades y se vuelven académicos sofistas, adocenados o domesticados por el poder, sin ninguna perspectiva crítica en sus análisis. Ahora bien, aunque desde hace décadas existen estudios sobre los grupos de poder, lo cierto es que existen pocos estudios sobre la conformación del poder oligárquico y sus diversos grupos constituyentes en la Universidad pública. En México, es imposible entender los problemas de la cuestión educativa a cualquier nivel si no se introduce la naturaleza de lo político: consistente en el manejo discrecional del gasto público en la educación, del burocratismo, de los cacicazgos (latifundistas) sindicales y sus formas autoritarias y corporativas; es decir, de la profunda corrupción entre los sindicatos oficialistas -charros- y las autoridades gubernamentales. Esto vale para la mayoría de los sindicatos universitarios, corruptos y corporativos. En resumen, es necesario el estudio de los grupos de poder universitarios, de su funcionamiento caciquil o mafioso, para poder proponer alternativas reales de democratización, tanto en los propios sindicatos como, principalmente, en las instituciones de educación superior. Por supuesto, hay estudiosos críticos y especialistas de los procesos educativos en México, como Hugo Aboites (catedrático de la UAM–Xochimilco), entre otros.
MC.- La UdeG es la segunda Universidad pública más importante del país: 195 mil alumnos y con un presupuesto de 8 mil millones de pesos mexicanos; la UdeG es conocida internacionalmente por la organización de la FIL y del Festival de Cine de Guadalajara. ¿De qué tamaño es el botín del grupo de poder fundado en 1989?
RM.- Es difícil dar una cifra precisa de la fortuna que mediante la corrupción va a engrosar las cuentas bancarias del grupo de poder, especialmente del cacique que detenta el control; me refiero al exrector Raúl Padilla. Pero al tratarse de la segunda Universidad pública de México, numéricamente hablando, y del manejo de un presupuesto equivalente al segundo en el Estado de Jalisco, nos puede dar una idea del tamaño del botín. En gran medida, el control férreo de ese presupuesto, su manejo discrecional, es lo que origina los grandes escándalos en la universidad generados por este grupo. La corrupción es muy profunda y extensa. La mayoría de los integrantes de este grupo al cabo de un sexenio o dos, hacen ostentación de grandes casonas y de un estilo de vida propio de las clases pudientes mexicanas. Además, debemos decir que no solamente prevalece el usufructo del dinero universitario, sino la cuestión del poder político como tal. Este grupo controla al Partido de la Revolución Democrática (PRD-Jalisco), mantiene vínculos y acuerdos con los demás partidos sistémicos (PRI y PAN) y con otros grupos de poder local: como la Iglesia, los medios de comunicación y sectores empresariales. El hecho de que nunca se realizara una auditoria -ni local ni federal- impide saber con precisión los montos saqueados al presupuesto universitario; lo cual significa que este grupo tiene un respaldo del gobierno local y federal. El proceso de descomposición política del Estado es muy avanzado debido a la profunda corrupción de la clase política y de los círculos de poder dentro de las instituciones públicas o descentralizadas. Así están las cosas de mal, en Guadalajara, Jalisco y México.
MC.- Han transcurrido 20 años del mismo grupo de poder en la Universidad de Guadalajara. ¿Por qué hasta ahora trascendió a la prensa nacional el conflicto político e irregularidades financieras de la UdeG?
RM.- Hasta el año pasado surgió una fractura interna muy fuerte. Los dos sucesivos rectores a Raúl Padilla estaban perfectamente domesticados, uno, Víctor Manuel González Romero, porque era un perfecto tecnócrata; y el segundo, Trinidad Padilla, porque es el hermano menor. El rector defenestrado el 29 de agosto, Carlos Briseño, siempre había formado parte de la “familia” caciquil. Por supuesto, los tres exrectores -si consideramos a Briseño- fueron impuestos por el cacique. Aunque formalmente son elegidos por un Consejo General Universitario (CGU), dicho consejo está absolutamente manipulado por Raúl Padilla. El hecho es muy simple: el rector destituido quiso apoderarse del poder caciquil bajo la consigna de “quítate tú, para ponerme yo” -es decir- el propósito era simplemente quitar a Raúl Padilla pero manteniendo a la Universidad bajo las mismas formas antidemocráticas, corporativas y autoritarias que hacen funcionar el aparato. Debemos recordar que el actual grupo obtiene el poder en una disputa en los años de 1988 y 1989. Raúl Padilla se hace del poder traicionando al jefe político, el ingeniero Álvaro Ramírez Ladewig, del grupo FEG–Universidad -encabezado por la Federación de Estudiantes de Guadalajara, vinculado al PRI-. La cuestión de fondo fue un conflicto por el botín millonario que representan los 8 mil millones de pesos. Detrás de las intenciones de Briseño no había nada más que la ambición por un poder económico y político muy importante en Guadalajara y Jalisco. Es cierto cada uno de los numerosos escándalos, derivados principalmente por la corrupción de este grupo, sin embargo no hay antecedentes de un conflicto interno tan fuerte que cimbrara al edificio corporativo que se sostiene en cuatro pilares: la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), los dos sindicatos corporativos oficiales -en México les decimos sindicatos “blancos” a los sindicatos abiertamente patronales- y el CGU. Por supuesto, la estructura corporativa está totalmente controlada por el cacique mayor. El propio Briseño se encargó de hacer más escandaloso el conflicto a través de los medios locales y nacionales pensando que podría salir airoso, pero, evidentemente sus cálculos políticos fueron totalmente errados, lo cual significa que nunca comprendió bien el poder de un grupo del cual él formó parte -desde hace más de 20 años-. Raúl Padilla mostró el poder interno y externo al destituir a Briseño, por eso Raúl Padilla podría decir perfectamente: “La Universidad soy yo”. En tal sentido, la UdeG es una especie de universidad semifeudal, pero con una mezcla de monarquía absoluta.
1 comentario:
que triste!! Noticias del Padilla de MExico y no el de la UNI XD
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