lunes, 30 de diciembre de 2013

El dominó se volvió cátedra en una universidad

La Universidad de Santander (Udes), en Valledupar, acogió el juego para enseñarlo en las aulas.

Solo se escucha una voz varonil que, de manera inicial, solicita a dos jóvenes armar sobre su escritorio las piezas de madera que permanecen al costado de la pared cercana. En 92 segundos, los muchachos ponen la base cuadrada, meten los cuatro verticales en los hoyos de las esquinas y en esos verticales incrustan los dos separadores en forma de equis.
Acto seguido, pide a cuatro voluntarios tomar sillas y sentarse a cada costado del recién instalado escenario. De inmediato, lo hacen los dos armadores y dos muchachas, cada pareja de igual sexo frente a frente, pero sin verse las caras porque los separadores, levantados a 25 centímetros de la base, lo impiden.
El hombre, única persona de pie y quien dio previamente a los jóvenes un pequeño atril para colocarlo en el centro de cada lado, abre el estuche que tiene en la mano derecha. Las fichas del juego de dominó caen sobre la base y el mismo hombre se encarga de dejarlas hacia abajo y revolverlas, mientras los cuatro sentados apoyan las manos sobre las piernas.
--¡Jueguen como ustedes saben! –dijo al instante.
Cada joven levanta una ficha. La más alta, cinco y cuatro, corresponde a una chica. El muchacho que la antecede, a la izquierda, revuelve. Cuando termina, ella coge sus siete fichas y las pone tal cual como las agarra, sin ordenarlas, en el atril. De inmediato, igual hace el joven a su derecha. Ella abre con doble tres y él pone tres y seis. Entonces la otra chica y el otro joven llevan sus fichas al atril.
--¡Perfecto! –exclama el hombre, de baja estatura y vestido en yin y camiseta azul--. Así se inicia la partida…
Por supuesto, es un juego con reglamentación. Pero sorprende que el recinto, que a las 8:05 de la mañana de este viernes de noviembre cuenta en total con 19 jóvenes –entre ellos, cinco mujeres--. Es el salón 214 de la Universidad de Santander (UDES), en Valledupar.
Allí se explica la teoría de las reglas y se practica el dominó como una clase cualquiera, con profesor incluido y calificaciones, porque es parte de las electivas del Bienestar Universitario del centro superior educativo desde el inicio del segundo semestre de este año.
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Alfredo Cervantes Acuña, que desde el inicio de la clase observa desde la puerta del salón, es el responsable mayor de llevar el juego a la academia, idea que comenzó en el 2012 con una propuesta que no tuvo acogida en una institución en Soledad (Atlántico).
“Como el proyecto educativo estaba listo y vivo en Valledupar decidimos traerlo a esta ciudad. Lo presentamos a la UDES y aceptaron”, dice Cervantes, de 41 años, economista barranquillero que se presenta como ‘Alfredo dominó’.
Antes, en abril del 2010, creó la Fundación Full Dominó Colombia (afiliada a la Federación Internacional de Dominó), de la cual es el director ejecutivo, porque en el 2007, en el lecho de enfermo, su padre le recordó que había incumplido la promesa de ver ese juego reglamentado y como un deporte.
Para introducir el programa a la UDES como piloto, la Fundación expuso teorías, entre otras, las ventajas de practicar el dominó para el cerebro, el de retardar la aparición y reducir la enfermedad de Alzheimer y el de requerir estrategia y planificación que va ligada a capacidades cognitivas como la atención, inteligencia, memoria, imaginación y lenguaje.
El programa se divide en tres fases, una por semestre. El primero tiene que ver con la historia, y esquemas y estrategia del juego. El segundo, que lo verán en el 2014 quienes vieron este año el primero, abarca aspectos como normas, capacitación de inspectores y jueces y formatos. Y el tercero tiene que ver con gestión de proyectos, organización de clubes y torneos, y el juego en profundidad.
“Este es un juego tradicional del Caribe que se ha tomado como un pasatiempo cervecero, pero que, luego de estudiar una propuesta, hemos decidido acogerla, porque sirve de integración, al tiempo que desarrolla la memoria, las matemáticas y la siquis”, señala Carlos Morón, rector de la UDES en Valledupar.
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Héctor Zubiría, director de Bienestar Universitario, dice que el dominó es de las actividades de su oficina con gran aceptación por los estudiantes. Divididos en tres grupos, 42 de ellos tomaron en el primer semestre dos horas semanales (viernes: mañana o tarde; y sábados, por la mañana).
Alidis Polo Ovalle, vallenata de 23 años y estudiante de sexto semestre de Derecho, y Gina Carvajal Simanca, nativa de Curumaní (Cesar), de 20 años y alumna de segundo semestre de Diseño Gráfico, coinciden en que pasaron, al encontrarlo en el salón, de no jugar dominó a enamorarse de cada partida, pero con reglas.
“La asistencia al salón es buena, como también la respuesta a los trabajos asignados. Ellos participan en la organización de torneos en Valledupar en diferentes roles y también juegan”, dice Edisio Pabuena Ospino, barranquillero y también economista, el profesor de dominó y presidente de la Fundación Full Dominó Colombia.
Cervantes, que reemplaza como docente a Pabuena en sus ausencias ocasionales, asegura que los alumnos, como todo aquel que se ve sometidos a reglas, inicialmente chocan con este dominó, que, además de hacer amigos, evita cualquier tentación a la trampa. “Esperamos extender el dominó a otras universidades, como también esperamos convertirlo en un deporte en Colombia, al igual que en otro países, como Venezuela. Aquí se practica fuerte en casi todas las regiones, especialmente en el Caribe y en el Pacífico”, dice Cervantes –aún en la puerta del aula--, que obtuvo para el país la sede del Campeonato Mundial de Dominó del 2015, y gestiona, por todos los medios, el reconocimiento como deporte y el patrocinio para su realización.
En el salón 214 no se escucha ruido, porque las fichas no se tiran ni nadie habla cuando comienza otra partida de dominó. María Rosa Cárdenas Molina es nueva jugadora en la mesa, mientras, aún sentado a prudente distancia, John Jaime Castro, de cuarto semestre de Ingeniería Industrial, no pierde detalles de cada movimiento. Él asiste a clase para capacitarse como juez.
ESTEWIL QUESADA FERNÁNDEZ
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
VALLEDUPAR

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