La Universidad de Santander (Udes), en Valledupar, acogió el juego para enseñarlo en las aulas.
Solo se escucha una voz varonil que, de manera inicial, solicita a dos
jóvenes armar sobre su escritorio las piezas de madera que permanecen al costado
de la pared cercana. En 92 segundos, los muchachos ponen la base cuadrada, meten
los cuatro verticales en los hoyos de las esquinas y en esos verticales
incrustan los dos separadores en forma de equis.
Acto seguido, pide a cuatro voluntarios tomar sillas y sentarse a cada
costado del recién instalado escenario. De inmediato, lo hacen los dos armadores
y dos muchachas, cada pareja de igual sexo frente a frente, pero sin verse las
caras porque los separadores, levantados a 25 centímetros de la base, lo
impiden.
El hombre, única persona de pie y quien dio previamente a los jóvenes un
pequeño atril para colocarlo en el centro de cada lado, abre el estuche que
tiene en la mano derecha. Las fichas del juego de dominó caen sobre la base y el
mismo hombre se encarga de dejarlas hacia abajo y revolverlas, mientras los
cuatro sentados apoyan las manos sobre las piernas.
--¡Jueguen como ustedes saben! –dijo al instante.
Cada joven levanta una ficha. La más alta, cinco y cuatro, corresponde a una
chica. El muchacho que la antecede, a la izquierda, revuelve. Cuando termina,
ella coge sus siete fichas y las pone tal cual como las agarra, sin ordenarlas,
en el atril. De inmediato, igual hace el joven a su derecha. Ella abre con doble
tres y él pone tres y seis. Entonces la otra chica y el otro joven llevan sus
fichas al atril.
--¡Perfecto! –exclama el hombre, de baja estatura y vestido en yin y camiseta
azul--. Así se inicia la partida…
Por supuesto, es un juego con reglamentación. Pero sorprende que el recinto,
que a las 8:05 de la mañana de este viernes de noviembre cuenta en total con 19
jóvenes –entre ellos, cinco mujeres--. Es el salón 214 de la Universidad de
Santander (UDES), en Valledupar.
Allí se explica la teoría de las reglas y se practica el dominó como una
clase cualquiera, con profesor incluido y calificaciones, porque es parte de las
electivas del Bienestar Universitario del centro superior educativo desde el
inicio del segundo semestre de este año.
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Alfredo Cervantes Acuña, que desde el inicio de la clase observa desde la
puerta del salón, es el responsable mayor de llevar el juego a la academia, idea
que comenzó en el 2012 con una propuesta que no tuvo acogida en una institución
en Soledad (Atlántico).
“Como el proyecto educativo estaba listo y vivo en Valledupar decidimos
traerlo a esta ciudad. Lo presentamos a la UDES y aceptaron”, dice Cervantes, de
41 años, economista barranquillero que se presenta como ‘Alfredo dominó’.
Antes, en abril del 2010, creó la Fundación Full Dominó Colombia (afiliada a
la Federación Internacional de Dominó), de la cual es el director ejecutivo,
porque en el 2007, en el lecho de enfermo, su padre le recordó que había
incumplido la promesa de ver ese juego reglamentado y como un deporte.
Para introducir el programa a la UDES como piloto, la Fundación expuso
teorías, entre otras, las ventajas de practicar el dominó para el cerebro, el de
retardar la aparición y reducir la enfermedad de Alzheimer y el de requerir
estrategia y planificación que va ligada a capacidades cognitivas como la
atención, inteligencia, memoria, imaginación y lenguaje.
El programa se divide en tres fases, una por semestre. El primero tiene que
ver con la historia, y esquemas y estrategia del juego. El segundo, que lo verán
en el 2014 quienes vieron este año el primero, abarca aspectos como normas,
capacitación de inspectores y jueces y formatos. Y el tercero tiene que ver con
gestión de proyectos, organización de clubes y torneos, y el juego en
profundidad.
“Este es un juego tradicional del Caribe que se ha tomado como un pasatiempo
cervecero, pero que, luego de estudiar una propuesta, hemos decidido acogerla,
porque sirve de integración, al tiempo que desarrolla la memoria, las
matemáticas y la siquis”, señala Carlos Morón, rector de la UDES en
Valledupar.
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Héctor Zubiría, director de Bienestar Universitario, dice que el dominó es de
las actividades de su oficina con gran aceptación por los estudiantes. Divididos
en tres grupos, 42 de ellos tomaron en el primer semestre dos horas semanales
(viernes: mañana o tarde; y sábados, por la mañana).
Alidis Polo Ovalle, vallenata de 23 años y estudiante de sexto semestre de
Derecho, y Gina Carvajal Simanca, nativa de Curumaní (Cesar), de 20 años y
alumna de segundo semestre de Diseño Gráfico, coinciden en que pasaron, al
encontrarlo en el salón, de no jugar dominó a enamorarse de cada partida, pero
con reglas.
“La asistencia al salón es buena, como también la respuesta a los trabajos
asignados. Ellos participan en la organización de torneos en Valledupar en
diferentes roles y también juegan”, dice Edisio Pabuena Ospino, barranquillero y
también economista, el profesor de dominó y presidente de la Fundación Full
Dominó Colombia.
Cervantes, que reemplaza como docente a Pabuena en sus ausencias ocasionales,
asegura que los alumnos, como todo aquel que se ve sometidos a reglas,
inicialmente chocan con este dominó, que, además de hacer amigos, evita
cualquier tentación a la trampa. “Esperamos extender el dominó a otras
universidades, como también esperamos convertirlo en un deporte en Colombia, al
igual que en otro países, como Venezuela. Aquí se practica fuerte en casi todas
las regiones, especialmente en el Caribe y en el Pacífico”, dice Cervantes –aún
en la puerta del aula--, que obtuvo para el país la sede del Campeonato Mundial
de Dominó del 2015, y gestiona, por todos los medios, el reconocimiento como
deporte y el patrocinio para su realización.
En el salón 214 no se escucha ruido, porque las fichas no se tiran ni nadie
habla cuando comienza otra partida de dominó. María Rosa Cárdenas Molina es
nueva jugadora en la mesa, mientras, aún sentado a prudente distancia, John
Jaime Castro, de cuarto semestre de Ingeniería Industrial, no pierde detalles de
cada movimiento. Él asiste a clase para capacitarse como juez.
ESTEWIL QUESADA FERNÁNDEZ
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
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