Editorial de El Comercio 04/09/2013
El presidente de la Comisión de Educación del
Congreso, Daniel Mora, salió esta semana a defender el anteproyecto de
ley
universitaria (cuya elaboración dirige desde hace nueve meses). Denunció,
por un lado, que se le habrían acercado lobbistas de diversas universidades y alertó también acerca de
la posibilidad de que estos estuviesen intentando contactar a otros
congresistas. Asimismo, afirmó que la razón por la que existiría oposición a su
propuesta sería porque algunos puntos de la misma “chocan con intereses” y
porque con ella se tocan “bolsillos en muchos casos, tanto en las universidades
privadas como en las públicas”.
Nadie duda de que, como con cualquier reforma
importante, en este caso existan lobbies tratando de influenciar al Congreso
para que la norma se ajuste mejor a los intereses de sus representados. Pero
pasar de ahí a pensar que todos quienes critican el anteproyecto lo hacen por
conseguir un provecho inapropiado es ir muy lejos. Y es que, al fin y al cabo,
hay muy buenos motivos para oponerse a varias de las reformas que viene
considerando la comisión que preside el señor Mora.
Para empezar, hay que recordar que la filosofía
del anteproyecto es que es el Estado quien debe dirigir y uniformizar la
educación universitaria. Para esto, se propone quitarle a las universidades
públicas y privadas la autonomía que hoy tienen en varios aspectos
fundamentales. Se ha sugerido, por ejemplo, que el Estado controle en mayor o
menor medida los procesos de admisión, los planes de estudio, la elección de
autoridades, el número de profesores a tiempo completo, o hasta el porcentaje
del presupuesto anual que se deba invertir en educación y en responsabilidad
social. Incluso se ha propuesto que las universidades privadas se vean obligadas
a instalar una asamblea que rehaga los estatutos de la institución, pasando por
alto que esta sería una inconstitucional confiscación de la propiedad de sus
dueños.
No entendemos bajo qué lógica se le puede
ocurrir a alguien encargarle al Estado que dirija la educación universitaria,
cuando su desempeño dirigiendo la educación escolar ha llevado a que el Perú
ocupe el puesto 62 de los 65 países evaluados en la última prueba PISA en
comprensión lectora y razonamiento matemático.
Pero el error del proyecto no solamente es
querer entregar el timón de las universidades a este pésimo conductor. Además,
este tipo de estatización de la enseñanza supondría varios otros graves
problemas.
El primero y más evidente sería la
burocratización. Las universidades deberían ser instituciones dinámicas que se
distingan por la innovación. Pero bajo la filosofía del proyecto que elabora la
Comisión de Educación prácticamente todo cambio importante que busque hacer una
universidad dependería de la aprobación de un grupo de funcionarios públicos.
Sería como llenar de peajes la pista en la que debería correrse una
carrera.
Otro problema es que esta estatización llevaría
a que exista un solo modelo educativo: el elegido por la burocracia de turno. En
vez de que haya una oferta diversa que permita a los estudiantes elegir el tipo
de universidad que mejor se ajuste a sus expectativas y posibilidades, los
jóvenes tendrían que conformarse con estudiar en instituciones hechas a imagen y
semejanza del modelo que establezca el ministerio.
Por esto último, quitarles a las universidades
la autonomía para conducir sus instituciones significaría también limitar la
libertad de elegir de las personas que desean estudiar en ellas.
Finalmente, no pasemos por alto que las
universidades son importantes centros de expresión política y, en ocasiones, de
legítima oposición al Gobierno. Algo de lo que bien podríamos ir olvidándonos si
este último logra convertirse en quien en última instancia decida sus
destinos.
Nadie discute que hay mucho por hacer en este
sector. Pero la solución no pasa por concentrar en un ministerio las decisiones
sobre cómo debe operar cada universidad, sino por buscar formas para que estas
compitan por brindar una mejor educación y para que los estudiantes estén bien
informados sobre el servicio que reciben.
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