Testimonio. Una periodista que estudió en San Marcos regresa a esa casa de estudios para tratar de averiguar qué hay detrás de las movilizaciones recientes. Esta es su crónica.
Ana Núñez/
Dicen que por el cambio climático, el invierno es cada vez menos duro en Lima. Sin embargo, el viento que golpea a todo el que visita San Marcos por estos meses sigue haciéndonos abrochar hasta el último botón de las casacas, como hace 10 o 15 años, cuando en vez de una grabadora y una cámara fotográfica camufladas en el bolso llevábamos a clases algunos cuadernos y borrosas copias fotostáticas.
A diferencia de esas épocas, la seguridad en esta pequeña universitaria ciudad (que podría ser también un pequeñito país) de todas las sangres, hoy es menos estricta –no hay que mostrar el DNI para ingresar–, algo que nos causa extrañeza pues si era verdad lo que decían los noticieros, esperábamos encontrar una San Marcos casi en estado de excepción debido a la toma del rectorado que protagonizara hace una semana un centenar de alumnos en rechazo al recientemente aprobado Reglamento Disciplinario.
Por primera vez en su historia, San Marcos tiene un documento que señala –aunque según sus críticos de manera poco precisa y vulnerando algunos derechos estudiantiles– las faltas y sanciones a las que se podrían hacer merecedores los estudiantes, que incluso llegan a la expulsión del alumno. Según el rector de esa casa de estudios, Pedro Cotillo Zegarra, el documento "busca normar el comportamiento civilizado y adecuado de los alumnos en favor del prestigio de la universidad".
Sería casi obvio decir que este Reglamento –que según lo hallado por La República tiene una historia aparte: el texto publicado en El Peruano sería ilegal al no ser el mismo que fuera aprobado por la Asamblea Universitaria (ver recuadro)– ha dividido a los alumnos entre los que están de acuerdo con su aprobación y los que no; pues como la propia historia de la universidad Decana de América, la situación que encontramos es más complicada.
Más allá de la idoneidad de este reglamento o no, su aprobación ha puesto en evidencia nuevamente la existencia en la universidad de pequeños grupos de alumnos proclives a la violencia que, sin existir en un número significativo, aparecen en ocasiones precisas, como el día de la toma del rectorado, para radicalizar las situaciones y buscar pequeños triunfos políticos.
No lo decimos nosotros, lo dicen los propios estudiantes, y aun aquellos que rechazan la aprobación del reglamento en cuestión, por considerarlo inconstitucional y antiestatutario, y están dispuestos a protestar por ello.
La lucha no es violencia
Haydé Chamorro pertenece al Tercio Estudiantil de la Facultad de Sociales y cree en el derecho a la protesta. Como dirigente de su facultad, la situación no podría ser diferente. Ella se opone al nuevo Reglamento Disciplinario, pero también denuncia la existencia de grupos "radicales" que buscan camuflarse dentro del movimiento estudiantil.
"Nosotros no estamos en contra de las movilizaciones, pero la lucha no es sinónimo de violencia. Hay sectores que creen que sin violencia no hay cambio. La violencia nos divide, nos aísla", dice Haydé, mientras Amy Solano, también del Tercio, y Layda Herrera, ex integrante del Consejo Estudiantil de Sociales, se acercan a participar en la conversación.
Haydé, Amy y Layda no temen hablar sobre esos sectores radicales, sobre "los saquitos" (palabra que hace referencia a seguidores de Sendero Luminoso), aunque bajan un poco la voz cuando nos ronda un pequeño grupo de estudiantes con miradas fiscalizadoras.
"Son afines a ellos", nos explica Haydé, y les preguntamos si no temen represalias. "La forma de enfrentarlos es, precisamente, promover la organización de los estudiantes. Nosotros creemos en la lucha estudiantil, pero por los canales formales y legales", responde Amy, y luego Layda toma la palabra: "Antes mataban a la gente que pensaba distinto, ahora ya no. Si no no estaríamos acá".
De radicales y pacíficos
Obviamente, en San Marcos nadie da nombres de presuntos "radicales". Cómo hacerlo si ninguno de ellos se presenta públicamente como miembro de grupo terrorista alguno, sino simplemente como estudiantes. No obstante, dicen que a veces se puede ver a algunos de ellos en el comedor o la residencia universitaria. "Se les saca por sus prácticas y arengas", refieren.
Precisamente por la presunta existencia de sectores, aun siendo parte del gremio de su facultad, estas tres amigas dicen no sentirse representadas en la Asamblea General de Gremios (AGG), movimiento que suele centralizar las protestas estudiantiles en San Marcos y que organizó, precisamente, la protesta que terminó con la toma del rectorado.
"B" es un ex dirigente estudiantil de Derecho. Prefiere no dar su nombre, pero ratifica la versión de Haydé, Amy y Layda. "Es verdad que hay grupos que quieren agudizar la contradicción, para ellos si hay muertos, mejor", indica.
Luego, el estudiante nos lleva fuera del hall de su facultad, donde se realizaba en ese momento una asamblea de estudiantes para tratar, precisamente, las medidas que adoptarán contra la aprobación del Reglamento Disciplinario, entre ellas el inicio de acciones legales ante el Poder Judicial.
"A algunos les llaman 'los taquis', pero no tienen acogida –dice sobre los extremistas–. Luego de su marcha de banderas, el 2010, buscaron crecer y comenzaron a aparecer pizarras con sus lemas y propaganda, pero los estudiantes no los dejaron. Los estudiantes queremos una vida pacífica", dice.
La marcha a la que se refiere "B" es la que el Movadef organizó dos años atrás y que tuvo como respuesta una movilización masiva de los sanmarquinos, quienes vestidos de blanco dijeron "no" al retorno de grupos terroristas.
La versión de la AGG
Cinthia Bustamante integra la Asamblea General de Gremios y es una de las tres voceras elegidas por ese colectivo para responder a la prensa sobre la situación estudiantil en San Marcos. La encontramos barriendo el local del Centro Federado de Derecho y nos asegura que la protesta no es solo contra el Reglamento Disciplinario, pues este es solo "la cereza del pastel" de una serie de presuntas irregularidades cometidas por el rector Pedro Cotillo, como la designación y permanencia de decanos interinos en cuatro facultades –Sociales, Economía, Ingeniería de Sistemas y Administración– por un tiempo mayor al permitido legalmente.
Se refiere también a Gaudencio Yallicuna, jefe de Bienestar Universitario, a quien acusa de ser culpable de una supuesta crisis universitaria debido a la falta de raciones en el Comedor Universitario y las escasas habitaciones de la Residencia Universitaria.
Y cuando comenzamos a hablar sobre la supuesta infiltración de sectores radicales en el gremio estudiantil, llega e interviene Lina Ponte, miembro del Comité de Comensales, vocera también del gremio.
"A nosotros nos une un programa de acción a favor de los estudiantes. Este es un movimiento estudiantil independiente a cualquier tipo de ideología o partido. Pero hay libertad de pensamiento y no podemos saber qué hay en la cabeza de cada uno", dice Lina.
Al notar nuestra evidente sorpresa ante la aparente "tolerancia" a la posibilidad de compartir la lucha estudiantil de este grupo con sectores radicales, Bustamante se apura en hacer precisiones.
"No podemos apartar a ningún alumno si comparten la misma plataforma de lucha estudiantil, pero si tendríamos que hacerles el pare si alguien planteara sus posiciones o reivindicaciones", aclara Cinthia.
Poco después de la entrevista, la estudiante de derecho nos llama al celular y, como si sintiera necesario hacer más enfático el deslinde, pide que dejemos claro en la nota que la AGG rechaza cualquier ideología o práctica terrorista.
Para el miércoles, este gremio estudiantil ha convocado a otro plantón frente al rectorado. Se espera que sea pacífico, y no violento... como el viento que ahora me despide de San Marcos, haciéndome abrochar hasta el último botón de la casaca, como hace 10 o 15 años.
En cifras
28,645 estudiantes tiene la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, según el último Censo Universitario (2010).
461 años de fundación cumplió el 12 de mayo la Universidad de San Marcos, llamada por ello la Decana de América.
20 facultades tiene actualmente la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Fuente: La República
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