Aldo Mariátegui
30 de Junio del 2010
El país está a punto de cometer esta semana tres gruesos errores, algunos con aroma velasquista, que como de costumbre han salido de ese desastre que tenemos por Congreso y que deben detenerse cuanto antes. Me refiero a la elección de los rectores de las universidades públicas por votación directa de catedráticos y estudiantes, el límite de la tenencia de la tierra y la creación de un Ministerio de Cultura.
Si el actual sistema de designación indirecta de rectores es malo, una elección directa sería pésima. En primer lugar, metería más demagogia y politizaría aún más a nuestras ya muy decadentes universidades estatales. ¡Con esa norma, Abimael Guzmán hubiera sido rector de la U. San Cristóbal de Huamanga en los 80! Imagínense la demagogia que se va a desatar, con candidatos prometiendo cursos más fáciles, mayor flexibilidad en las notas, comedores más baratos, movilidad gratis, prebendas y más residencias (¿acaso debe haber hoteles dentro de las universidades?) a estudiantes y profesores. Ya me imagino al rojerío y al humalismo capturando los rectorados, para encaramarse allí para siempre. Eso del voto gremial (catedráticos, estudiantes y colegios profesionales) para este tipo de cargos públicos académicos y de nombramiento de jueces es un estúpido mito absurdo creado por la caviarada con ese concepto fascistoide de "Sociedad Civil", puro gremialismo mussoliniano. Si no, fíjense cómo los burros de los ingenieros han elegido a Gonzalo García Núñez -un radical humalista de paso muy polémico por el BCR- como integrante del Consejo Nacional de la Magistratura. Y uno que piensa que los ingenieros no deberían ser tan idiotas y lo son, imagínense estos universitarios tan mal preparados (¿han escuchado "hablar" a sus dirigentes?) y tan prestos a ser manipulados... ¿A quién van a elegir? Tanto el sistema de elección de los rectores como el del CNM deben ser modificados, dado que son funcionarios públicos en puestos claves y que nos cuestan mucho a todos los contribuyentes. A los rectores y a estos consejeros se les debe elegir tal como se nombra a los miembros del BCR, del TC o de las reguladoras: con mayoría calificada en el Congreso y tras una rigurosa selección de ternas hecha por alguna consultora privada seria de headhunters, como Amrop Hever, Boyden, Heidrick & Struggles, Korn Ferry, Stanton Chase, etc... Eso sería lo eficiente, no esa cojudez de que estudiantes ignorantes y académicos mediocres perpetúen con su voto que se siga dilapidando el dinero de los contribuyentes en universidades públicas tan deplorables en su calidad y tan politiqueras.
Sobre los límites de la tenencia de tierras, ya la Reforma Agraria nos debió enseñar que ése no es el camino. El latifundio costeño es una necesidad por la economía de escalas en su producción, sea azucarera, algodonera, frutícola o de hortalizas. Lo que se debe exigir es productividad, competencia y buenas prácticas laborales, nada más.
Porque Jorge del Castillo y sus amigos del Grupo Oviedo (que manipulan las últimas cooperativas que quedan, ubicadas en Lambayeque y que hace rato deberían subastarse en lugar de seguir con protección patrimonial) estén en bronca con el Grupo Gloria no vamos a patear el tablero para arreglar rabietas ajenas.
Y crear un nuevo ministerio es simplemente aumentar más la burocracia y la ineficiencia. Más bien hay que eliminar ministerios, como esa cojudez del Ministerio de la Mujer, o fusionar otros como Vivienda, Producción y Transportes y Comunicaciones bajo el nombre de Ministerio de Fomento.
Eso de un Ministerio de Cultura no va a servir para nada, salvo para que algún figurón de ministro -que seguramente va a ser un caviar o un rojo, tan entornillados en ese mundo- viaje mucho y engorde en cócteles. Más fácil es que politiqueros intelectuales de café, como Sinesio López o Hugo Neira, lleguen allí que alguien dinámico como Natalia Majluf o Juan Carlos Verme, que han hecho un estupendo trabajo en el Museo de Arte de Lima. Lo único que hay que hacer es repotenciar al INC.
Fuente: Correo
30 de Junio del 2010
El país está a punto de cometer esta semana tres gruesos errores, algunos con aroma velasquista, que como de costumbre han salido de ese desastre que tenemos por Congreso y que deben detenerse cuanto antes. Me refiero a la elección de los rectores de las universidades públicas por votación directa de catedráticos y estudiantes, el límite de la tenencia de la tierra y la creación de un Ministerio de Cultura.
Si el actual sistema de designación indirecta de rectores es malo, una elección directa sería pésima. En primer lugar, metería más demagogia y politizaría aún más a nuestras ya muy decadentes universidades estatales. ¡Con esa norma, Abimael Guzmán hubiera sido rector de la U. San Cristóbal de Huamanga en los 80! Imagínense la demagogia que se va a desatar, con candidatos prometiendo cursos más fáciles, mayor flexibilidad en las notas, comedores más baratos, movilidad gratis, prebendas y más residencias (¿acaso debe haber hoteles dentro de las universidades?) a estudiantes y profesores. Ya me imagino al rojerío y al humalismo capturando los rectorados, para encaramarse allí para siempre. Eso del voto gremial (catedráticos, estudiantes y colegios profesionales) para este tipo de cargos públicos académicos y de nombramiento de jueces es un estúpido mito absurdo creado por la caviarada con ese concepto fascistoide de "Sociedad Civil", puro gremialismo mussoliniano. Si no, fíjense cómo los burros de los ingenieros han elegido a Gonzalo García Núñez -un radical humalista de paso muy polémico por el BCR- como integrante del Consejo Nacional de la Magistratura. Y uno que piensa que los ingenieros no deberían ser tan idiotas y lo son, imagínense estos universitarios tan mal preparados (¿han escuchado "hablar" a sus dirigentes?) y tan prestos a ser manipulados... ¿A quién van a elegir? Tanto el sistema de elección de los rectores como el del CNM deben ser modificados, dado que son funcionarios públicos en puestos claves y que nos cuestan mucho a todos los contribuyentes. A los rectores y a estos consejeros se les debe elegir tal como se nombra a los miembros del BCR, del TC o de las reguladoras: con mayoría calificada en el Congreso y tras una rigurosa selección de ternas hecha por alguna consultora privada seria de headhunters, como Amrop Hever, Boyden, Heidrick & Struggles, Korn Ferry, Stanton Chase, etc... Eso sería lo eficiente, no esa cojudez de que estudiantes ignorantes y académicos mediocres perpetúen con su voto que se siga dilapidando el dinero de los contribuyentes en universidades públicas tan deplorables en su calidad y tan politiqueras.
Sobre los límites de la tenencia de tierras, ya la Reforma Agraria nos debió enseñar que ése no es el camino. El latifundio costeño es una necesidad por la economía de escalas en su producción, sea azucarera, algodonera, frutícola o de hortalizas. Lo que se debe exigir es productividad, competencia y buenas prácticas laborales, nada más.
Porque Jorge del Castillo y sus amigos del Grupo Oviedo (que manipulan las últimas cooperativas que quedan, ubicadas en Lambayeque y que hace rato deberían subastarse en lugar de seguir con protección patrimonial) estén en bronca con el Grupo Gloria no vamos a patear el tablero para arreglar rabietas ajenas.
Y crear un nuevo ministerio es simplemente aumentar más la burocracia y la ineficiencia. Más bien hay que eliminar ministerios, como esa cojudez del Ministerio de la Mujer, o fusionar otros como Vivienda, Producción y Transportes y Comunicaciones bajo el nombre de Ministerio de Fomento.
Eso de un Ministerio de Cultura no va a servir para nada, salvo para que algún figurón de ministro -que seguramente va a ser un caviar o un rojo, tan entornillados en ese mundo- viaje mucho y engorde en cócteles. Más fácil es que politiqueros intelectuales de café, como Sinesio López o Hugo Neira, lleguen allí que alguien dinámico como Natalia Majluf o Juan Carlos Verme, que han hecho un estupendo trabajo en el Museo de Arte de Lima. Lo único que hay que hacer es repotenciar al INC.
Fuente: Correo
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