En la célebre obra titulada “El misterio del capital” del economista peruano Hernando de Soto, explica y detalla situaciones por las cuales los más pobres no son capaces de usar el capital obtenido como producto del trabajo diario, que para fines prácticos se encontraría invertido en la modesta vivienda que van construyendo de a pocos en los terrenos que en muchas ocasiones fueron invadidos por ellos mismos.
De Soto indica que a falta de la titularidad que hace legal el derecho de ser propietarios de esos terrenos y todo lo que se encuentre sobre él, los más pobres no pueden movilizar dicho capital, es decir no pueden hacer hipotecas, ventas y otra operación financiera.
Basta con dar un recorrido por las zonas donde viven los más pobres para ver en sus techos y fuera de sus puertas, acumulaciones de ladrillos, fierros, madera y otros insumos de construcción como muestra de su incompleta obra, pero también son una clara muestra del deseo de avanzar y mejorar su calidad de vida y confort de sus familias, entonces ahí De Soto concluye que esas inversiones en dichos materiales y trabajos están prácticamente capturados o atrapados por la falta de la legalidad y titularidad.
Sin embargo debo indicar que dicho capital no es tal, o por lo menos no tiene el valor que por ahí algunos puedan estar pensando. Menciono esto porque son los pobres quienes por la falta de conocimiento y planificación del uso de los terrenos, escogen por desgracia y por falta de asesoramiento profesional, los peores terrenos.
Escogen terrenos con las más bajas capacidades naturales para soportar cimentaciones económicas, por ello en muchas ocasiones cimentar en sus terrenos tiene un mayor costo que de aquel que tiene una mejor condición económica. Escogen lugares donde llevar los materiales de construcción involucran un mayor consumo de energía y tiempo, por ende son más costosos. Quiero decir que un pobre posiblemente paga 20% o 30% más por un ladrillo que alguien que gana 30 o 40 veces lo que él gana.
Pero en todo caso si esto es preocupante, lo que diré a continuación es algo que todos sabemos, los pobres construyen sin ningún asesoramiento técnico, y sus construcciones son las que siempre quedan más afectadas luego de un sismo de apreciable magnitud, y estoy plenamente seguro que de ocurrir un sismo de magnitud severa, serán las primeras viviendas colapsadas y convertidas en tumba de sus ocupantes.
Es como si hubiéramos comprado todos los ingredientes para preparar una torta, y en un caso ponemos Gastón, y en el otro a un aprendiz. Los resultados serán evidentes, y los ingredientes del segundo caso habrán sido perdidos. Se habrá perdido valor, porque preguntamos: ¿quién va comprar la torta quemada, sin gusto?
Lo mismo pasa con las viviendas de los pobres, ellos trabajaron mucho para comprar los insumos, incluso pagaron más que otros que ganan más que ellos y sin embargo cuando quieran vender sus viviendas, luego de haber solucionado el tema que indica De Soto, pregunto: ¿Quién compraría esas viviendas?, y si las compran ¿Cuánto pagarían por ellas?, ¿Creen que pagarían lo que realmente costo construirla sumado al costo de ese terreno?
domingo, 18 de octubre de 2009
Sin misterios, los pobres destruyen el valor de su capital
Egresado UNI
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