Este viernes 15 de junio se cumplen 100 años de la Reforma Universitaria, ese grito revolucionario que comenzó en Córdoba y se extendió a los principales claustros del país. Hay casos conocidos de jugadores que en paralelo, o después, recorrieron el camino universitario para abrazar luego otra profesión. Los médicos Raúl Madero, Roberto Avanzi, Alejandro Lanari y Juan Manuel Herbella, y el abogado Daniel Crespo, por citar algunos. Pero en estos tiempos mundialistas, vale la pena recordar a los pocos futbolistas que representaron a la Argentina en Mundial y también se recibieron en una universidad. ¿Jugadores? Solo tres de los 281 que formaron parte de las listas oficiales: Manuel Ferreira, Alfredo Devincenzi y Eliseo Prado. ¿Técnicos? Sólo uno de los 14: Carlos Bilardo.
A Manuel Ferreira le decían Nolo, pero también lo apodaron El Piloto Olímpico porque fue el mejor jugador de Argentina en los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928. Oriundo de Trenque Lauquen, Nolo siguió brillando en Estudiantes de La Plata y era una fija su participación en el Mundial de Uruguay. Pero en su vida había otra pasión. Quería ser escribano y por eso cursaba en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Cuando se confirmó su convocatoria, avisó que aceptaba ir pero que el 19 de julio tendría que volver a Buenos Aires para dar un examen en la Universidad. Ferreira jugó en el debut ante Francia y no estuvo en el segundo partido ante México. Se apareció por el viejo edificio de Las Heras 2213 (ahora es de Ingeniería) ante el asombro de sus profesores, que ayudaron al atípico alumno y le desearon suerte para el resto de la competencia. Ferreira se recibió y después de su retiro en Estudiantes en 1936 (también jugó en River) se dedicó a la Escribanía pero también fue docente y periodista (fue columnista de Clarín). En la Selección jugó 20 partidos y marcó 11 goles entre 1927 y 1930. Jugó cuatro de los cinco partidos del Mundial y su último encuentro con la Albiceleste fue en la final ante Uruguay (2-4).
Alfredo Ciriaco Devincenzi fue uno de los jugadores más veteranos en el Mundial de 1934. Tenía 27 años. Había comenzado su carrera en River (1928) y también jugó en Estudiantil Porteño –estaba allí cuando fue a Italia- y Racing. Fue el capitán del equipo que perdió el único partido que jugó en Italia: 2-3 ante Suecia. Completó sus estudios de bioquímica, profesión que ejerció durante muchos años. Devincenzi actuó cuatro partidos en la Selección entre 1931 y 1934. Como la mayoría de los 18 jugadores que fueron a Italia son fueron muy conocidos, esta investigación no descarta que haya otro universitario.
Eliseo Prado trabajó de odontólogo durante 30 años (1963-1993). Pero se había recibido en 1954, cuando apenas tenía 25 años. Jugador destacado, comenzó de centrodelantero y luego desempeñó como interior derecho, mientras estuvo en actividad evitó mezclar ambas profesiones. Se inició en River en 1948 y en 1958 fue uno de los 22 jugadores designados para el Mundial de Suecia. Solo jugó en el debut ante Alemania (1-3). Luego actuó en Gimnasia La Plata y Sportivo Italiano. En la revista El Gráfico, en 1958, el periodista Carlos Fontanarrosa contó las razones que tenía Prado para no ejercer como odontólogo: “Es evidente que el futbolista Prado no deja surgir al odontólogo Prado. Ese diploma colgado allí está a la espera de tiempos más favorables, de épocas de tranquilidad, cuando el fútbol no imponga la intensa exigencia de vivir para él. Si para un jugador profesional es difícil doctorarse, cuánto más será ejercer en la posición que ocupa Prado en el momento actual del fútbol”. En total, Prado disputó 7 partidos (3 goles) en la Selección, el último fue justamente en Suecia ante Alemania.
Entre todos los casos, uno curioso que tiene como protagonista a Diego Armando Maradona, quien ni siquiera completó estudios secundarios. En octubre de 1995 fue invitado a disertar en la Universidad de Oxford y le dieron el título honorífico de Maestro Inspirador de Sueños de Oxford (“Master Inspirer of Oxford dreams”, dice el certificado que le dieron). A principios de 2017 también fue convocado a unas charlas por la Universidad de Harvard, aceptó la invitación pero luego no se concretó. Justo él, que se crió en la Universidad de la Calle.
Hubo muchos jugadores que actuaron en la Selección en los primeros años y fueron universitarios. Jorge Gallego, del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), aporta a los médicos José Tristán González (ginecólogo), José Claudio Susan, Oscar Ivanisevich (cirujano, ministro de Educación entre 1948 1950), Ricardo Samuel Malbrán (ginecólogo), Juan Ernesto Vigliola (muchos años médico de San Lorenzo), el veterinario Maximiliano Susan y el ingeniero Mario Negri. Ya en tiempos profesionales jugaron en la Selección el futuro médico Mario Ernesto Morasano (un partido en 1943, de Newell’s) y Raúl Horacio Madero, cinco partidos entre 1964 y 1969. Madero y Carlos Bilardo fueron compañeros en Estudiantes de La Plata. Mientras Bilardo nunca ejerció su profesión, Madero fue el médico del plantel durante los ocho años en los que el Narigón fue entrenador de la Selección (1983-90).
El fútbol siempre resultó un espacio de ascenso social para los jugadores. La Universidad, especialmente la pública, también para miles de miles de argentinos. El historiador Felipe Pigna resumió así los alcances de la Reforma Universitaria. “El movimiento universitario reformista renovó los programas de estudio, posibilitó la apertura de la universidad a un mayor número de estudiantes, promovió la participación de estos en la dirección de las universidades e impulsó un acercamiento de las casas de estudios a los problemas del país. Implantó el cogobierno de la Universidad por graduados, docentes y alumnos; la libertad de cátedra y la autonomía. Las clases medias comenzaban a llegar a aquellos cotos reservados para el poder”, escribió El 1° de abril pasado en Clarín.
Fuente: El Clarin
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