Por César Ortiz Anderson
Presidente de Aprosec - Especialista en Seguridad Ciudadana
Casi todos los
países de la región están sufriendo una crisis respecto de los escándalos de
corrupción en las más altas autoridades de Gobierno, que involucra presidentes,
ministros y autoridades de las más altas esferas latinoamericanas, ya no se
puede ocultar mas esta crisis en ninguno de nuestros países, mas no obstante el
número de condenados por corrupción en América Latina es muy bajo respecto de
los innumerables delitos cometidos en la región.
La corrupción no
está asociada directamente con el delito común, sino más bien con el crimen
organizado como en el caso de Odebrecht o
las mafias que generalmente tienen como representante icono en la región
al narcotráfico, es por esta razón que es utópico pensar que la inseguridad se
va a resolver en América Latina si antes no rompemos con la corrupción y la
impunidad.
Las mafias
históricamente necesitan a los gobiernos e instituciones, para corromperlas,
siempre desde la Cosa Nostra, las mafias de Chicago y hasta nuestros días, en
este escenario como se va a poder combatir el delito, si los gobiernos Latinoamericanos
no resuelven el problema de la corrupción.
Es importante también
connotar que la mafia y la corrupción asociada a ella, destruye los conceptos
de los valores positivos en el tejido social, ya que usan valores positivos
como la lealtad, el honor y la familia, trastocando su sentido positivo y
volviéndolos como elementos de su propia protección y de sus allegados, esto
nos lleva a que lamentablemente la sociedad pase a una cultura de falta de
legalidad, y es por esa razón que las mafias y el crimen organizado que
corrompe a los Gobiernos y sus funcionarios, terminan incrementando el delito
común, alterando los valores incluso de los ciudadanos, en una aceptación de la
corrupción y el delito, como parte sus propias realidades, y esto puede ser
apreciado en el lenguaje y pensamiento de los propios ciudadanos en que aceptan
la corrupción y la justifican con expresiones como “roba pero hace obras”,
“pero si todos son corruptos”, y otras frases que ya están instaladas en el
colectivo social de los países latinoamericanos. Generando una cultura de
ilegabilidad y de desesperanza aprendida por décadas.
Esta situación
deslegitimiza a los políticos, y también a las políticas públicas, por ende no
es posible hacer grandes cambios y sostenibles sin combatir ferozmente el
flagelo de la corrupción.
Ya acostumbrados a
las grandes promesas y a la baja efectividad en la lucha contra la corrupción
la pregunta es cuales son los factores claves para realmente hacer un trabajo
serio en este tema:
Lo primero es un
liderazgo claro al más alto nivel tanto en los gobiernos centrales como
subnacionales, recordemos que la lucha contra la corrupción tiene altísimos
costos personales, incluso contra su integridad personal, pues esto hace que
necesitamos líderes sin pasados obscuros y con la convicción de que se debe
hacer lo correcto,
Se necesitan hacer
reformas profundas de las instituciones clave como la policía, los ministerios
públicos, los sistemas de justicia, las contralorías, tarea de altos costos
políticos y sociales, pero son estas instituciones las que sino son cambiadas
profundamente no permitirían la sostenibilidad de las reformas emprendidas que
inevitablemente pasan por la depuración de altos porcentajes de funcionarios
que ya se encuentran inmersos en las prácticas de corrupción.
En tercer lugar
viene la institucionalidad, y no prioridad sino que requiere de las acciones
anteriores, esta última tiene una relación directa con la disminución de la
corrupción, es decir a mas institucionalidad menos corrupción.
Como cuarto punto
es la reconstrucción del tejido social, de la confianza, de la cultura
ciudadana, es una tarea también de largo plazo que pasa desde los sistemas
educativos, la mejora de los canales de acceso al ciudadano a la información y
control, la ruptura de la impunidad, la transparencia requiere de sanciones y
castigos a los infractores, hay que revisar los marcos jurídicos.
A todas luces es
una tarea excepcional, un proceso que trasciende periodos electorales, en
realidad se trata de un pacto social, hasta hoy el pacto social es con las
mafias y con el crimen organizado.
No es casualidad
la relación entre corrupción y falta de seguridad, no debemos olvidarnos que la
impunidad es un cáncer que corroe la legitimidad y la confianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario