Por Manuel Burga Díaz
Exrector de San Marcos
El comportamiento electoral de los peruanos ha sido ejemplar. Hice una cola muy corta en un colegio de Magdalena y los votantes ingresaban y salían con notable rapidez. La cédula de votación estaba bien hecha, lo que facilitó el escrutinio en las mesas y luego el trabajo de la ONPE, que actuó con responsabilidad y eficiencia. Todo esto ha sido una ejemplar conducta democrática y nos deja una grata sensación de nuestras instituciones públicas. Por eso pienso que todos podemos ganar con este proceso electoral.
Aunque no todo ha sido limpio y transparente. Seguramente no tenemos la misma sensación de las encuestas y las encuestadoras, que esta vez, al igual que otras, pero ahora sin el menor recato, han intentado manipular al electorado nacional. No todas deben ser cuestionadas, porque algunas han actuado con corrección y limpieza, pero otras –aparentemente muy prestigiadas– han tenido que corregir apresuradamente sus cifras de fines de mayo y aun hacer circular por las redes resultados del mismo 4 de junio, para presentarse, con las encuestas a boca de urna, de nuevo como instituciones respetables y confiables.
Algunos prestigiosos medios de comunicación, como ya es bien sabido, recurrieron al despido de personal, al periodismo amarillo, la exageración de la noticia y al intento de abierta manipulación de las conciencias, tanto que uno de ellos perdió a su colaborador estrella y se enfrenta ahora a un futuro impredecible. El escándalo fue tan abrumador que seguramente muchos, como yo, dejamos de leer este tipo de prensa y de sintonizar al sicariato televisivo. Sorprende verdaderamente que esta guerra mediática produjera efectos contrarios a los buscados.
Estas elecciones también nos han demostrado que los grandes cambios son muy fáciles de detener a través de las urnas. Allí sí triunfó el miedo, miedo al cambio, muy propio de este siglo, y por eso me parece democrático y legítimo hacer lo que hizo Gana Perú, reelaborar sus propuestas. Ir a lo más verosímil, razonable y consensual. Que un movimiento progresista, preocupado por las políticas sociales, por la suerte de los más pobres, sus identidades culturales, la revolución educativa, la lucha contra la corrupción y el desarrollo de un modelo económico más inclusivo, más ambientalista, haya ganado, es verdaderamente lo mejor que le ha podido ocurrir a nuestro país en este momento de su historia.
Es evidente que el fujimorismo y la corrupción fujimontesinista han sido derrotados. También hemos constatado, sin temor a equivocarnos, que el llamado “fujimorismo duro” no pasa del 22% del electorado nacional. Porcentaje que es verdaderamente alto, sorprendente, y que debería preocuparnos a todos, más aún ese extraño maridaje de este 22% con un 26% que sintió temor ante la gran transformación y que antes no habrían dudado en aferrarse a Castañeda, PPK o Toledo. Tengo la sensación de que el electorado ya ajustó cuentas con el fujimorismo y me parece que de manera definitiva.
¿Quiénes han hecho posible esta victoria? No creo tanto en el arrastre de personalidades como MVLL, Toledo o los convocados por Humala; más bien me parece que se trata de movimientos sociales muy conscientes y definidos. Primero, los que dijeron nunca más al fujimontesinismo. Segundo, amplios sectores de clase media que se sumaron al No, sin miedo alguno y apostaron por el cambio. Tercero, los maestros, universitarios, esa numerosa población de estudiantes y docentes, que tienen que ver con la universidad, con la reflexión, la memoria y el futuro. El aprismo y el fujimorismo cerraron las puertas a este tercer grupo a través del abandono de la universidad pública y la mercantilización de la educación superior en las universidades negocio. Pero ahora, es mi convicción, todos los peruanos podemos ganar.
LA REPUBLICA, Jueves, 09/06/2011
Aunque no todo ha sido limpio y transparente. Seguramente no tenemos la misma sensación de las encuestas y las encuestadoras, que esta vez, al igual que otras, pero ahora sin el menor recato, han intentado manipular al electorado nacional. No todas deben ser cuestionadas, porque algunas han actuado con corrección y limpieza, pero otras –aparentemente muy prestigiadas– han tenido que corregir apresuradamente sus cifras de fines de mayo y aun hacer circular por las redes resultados del mismo 4 de junio, para presentarse, con las encuestas a boca de urna, de nuevo como instituciones respetables y confiables.
Algunos prestigiosos medios de comunicación, como ya es bien sabido, recurrieron al despido de personal, al periodismo amarillo, la exageración de la noticia y al intento de abierta manipulación de las conciencias, tanto que uno de ellos perdió a su colaborador estrella y se enfrenta ahora a un futuro impredecible. El escándalo fue tan abrumador que seguramente muchos, como yo, dejamos de leer este tipo de prensa y de sintonizar al sicariato televisivo. Sorprende verdaderamente que esta guerra mediática produjera efectos contrarios a los buscados.
Estas elecciones también nos han demostrado que los grandes cambios son muy fáciles de detener a través de las urnas. Allí sí triunfó el miedo, miedo al cambio, muy propio de este siglo, y por eso me parece democrático y legítimo hacer lo que hizo Gana Perú, reelaborar sus propuestas. Ir a lo más verosímil, razonable y consensual. Que un movimiento progresista, preocupado por las políticas sociales, por la suerte de los más pobres, sus identidades culturales, la revolución educativa, la lucha contra la corrupción y el desarrollo de un modelo económico más inclusivo, más ambientalista, haya ganado, es verdaderamente lo mejor que le ha podido ocurrir a nuestro país en este momento de su historia.
Es evidente que el fujimorismo y la corrupción fujimontesinista han sido derrotados. También hemos constatado, sin temor a equivocarnos, que el llamado “fujimorismo duro” no pasa del 22% del electorado nacional. Porcentaje que es verdaderamente alto, sorprendente, y que debería preocuparnos a todos, más aún ese extraño maridaje de este 22% con un 26% que sintió temor ante la gran transformación y que antes no habrían dudado en aferrarse a Castañeda, PPK o Toledo. Tengo la sensación de que el electorado ya ajustó cuentas con el fujimorismo y me parece que de manera definitiva.
¿Quiénes han hecho posible esta victoria? No creo tanto en el arrastre de personalidades como MVLL, Toledo o los convocados por Humala; más bien me parece que se trata de movimientos sociales muy conscientes y definidos. Primero, los que dijeron nunca más al fujimontesinismo. Segundo, amplios sectores de clase media que se sumaron al No, sin miedo alguno y apostaron por el cambio. Tercero, los maestros, universitarios, esa numerosa población de estudiantes y docentes, que tienen que ver con la universidad, con la reflexión, la memoria y el futuro. El aprismo y el fujimorismo cerraron las puertas a este tercer grupo a través del abandono de la universidad pública y la mercantilización de la educación superior en las universidades negocio. Pero ahora, es mi convicción, todos los peruanos podemos ganar.
LA REPUBLICA, Jueves, 09/06/2011
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