Mi nombre es Dennis Cupe, y quiero recordar con ustedes el momento de cómo y en que circunstancia conocí a un gran Amigo.
Allá por el año 1999 cuando el Perú vivía la época de la lucha contra la corrupción y destapes de hechos antidemocráticos, los jóvenes en su mayoría estudiantes universitarios encabezaban campañas en búsqueda de la reivindicación democrática y en clara oposición a un gobierno autoritario, era común verlos salir a las calles a manifestar su desacuerdo, pero no todo era fácil en ese entonces, participar en una de estas reuniones era someterte a que te filmaran o tomaran fotos algunos agentes de inteligencia, por lo que la difusión de estos eventos eran con afiches pegados en los paraderos y puentes, ahí donde la gente podía ver el llamando a “Lavar la Bandera” o las cruzadas de limpieza o “manos blancas” todas en su mayoría respaldadas por jóvenes universitarios, que compartían mi mismo pensamiento, yo tenía 20 años aun no pertenecía a ningún grupo que no sea el de mis familiares y con un una meta ingresar a la Universidad de Ingeniería.
Compartía los estudios de la academia con las noticias de las 10:00 pm, viéndome quizás dentro de poco participar en una de estas protestas estudiantiles, pero yo vivía mi propia lucha, quería ingresar a la UNI , ya lo venia intentando más de 2 años asi que tenia que enfocarme en eso, este año sería mi último intento apoyado por mis padres, luego quizás tendría que ver otra realidad hacer de cobrador o chofer de combi que era el negocio de mi padre, pero creí siempre que lo lograría, que llegaría mi oportunidad y seria recompensado, nunca cruzo por mi mente otra cosa, estaba seguro que este seria mi año ya muchos de mis amigos ya habían ingresado a las universidades y se puede decir que venía más centrado y decidido, esos 2 años me sirvieron para delinear mi vocación profesional, recuerdo cuan confundido e ignorante era del tema universitario, no conocía a nadie que me pudiera aconsejar, mi único referente era mi test vocacional de quinto de secundaria, entre ellas me marcaban 3 de 5 opciones la vida militar, 1 las carreras de ingeniería y la ultima la vida religiosa, esta ultima quizás salió fruto de mi identificación con la realidad nacional y los problemas que vivíamos en la familia, así que me costó mucho decidirme, busque en mi familia o amigos que me pudieran aconsejar, pero la mayoría de mi entorno a duras penas terminaron su secundaria, por lo que la primera vez que postule lo hice a ingeniería Física, porque era lo que conocí en el colegio y me gustaba. Pero en el camino fui conociendo personas que me ayudaron a descubrir que la Ingeniería que buscaba era la Ingeniería civil, dispuesto a conseguirlo postule ese 1999 y la marque como única de mis opciones para ingresar, ya las demás no me importaba, Ahora tenía que buscar la manera de generarme un ingreso extra, así que trabaje de cobrador los fines de semana para ayudarme con los gastos, durante la semana me despertaba para estudiar y terminaba el día estudiando, sabía que era mi última oportunidad, así que no la desaproveche, creía en mi, ahora solo bastaba demostrarlo en el examen de admisión que tantas veces me fue esquivo
Cuando Llegó el momento de ver los resultados, invite a mi madre, la que siempre creyó en mi y me acompaño con su aliento a no desistir, sabía que esta vez sí ingresaría y quería compartirlo con ella… y así fue, la alegría fue inmensa al ver mi nombre entre la lista de los ingresantes a la especialidad de Ingeniería Civil, entre las bandas de música contratadas por las academias que tocaban unos huaynos, marineras, viví el momento más importante en mi vida.
Luego de los trámites para el certificado de ingresante, me llego un papel a la mano con el cronograma de inicio de clases en mi nueva facultad, aquella que tantas veces fui a visitarla cuando solo era postulante, ahora volvía como un alumno de ella, así que me dirigí a la facultad en el día de la convocatoria, era una facultad que lucía aun sus paneles de triplay con papeles a medio caer (recuerden que no había pasado 1 año de la presencia de militares en la UNI, por lo que muchas cosas estaban por mejorar), me acerque a una de ellas para ver mi nombre, era una lista de 120 nombres, ordenados en 3 aulas, a mí me tocó en la sección G mi primer aula fue la ex G2-142 la que queda al frente de las escaleras del departamento de Construcción, estaba recientemente pintada y limpia, las pizarras eran de madera y aun se escribía con tiza en ellas, las sillas eran de estructuras de tubos de acero oxidadas, con laminas de madera prensada, las sillas mas descompuestas estaban en la parte final del aula todas escritas por formulas de algún problema próximo a resolver, pero aun con esos detalles se respiraba satisfacción entre muchos de mis amigos, ahí se fueron uno de mis primeros prejuicios, en esa aula estaban reunidas personas de diferentes clases sociales, de diferentes edades y géneros, no era el estereotipado alumno cuatro-ojos de la UNI, o la clásica chica toda desaliñada, existía de todo, y puedo asegurar que el promedio era mucho superior a lo esperado, Ahora recuerdo que a más de uno se le volteo los ojos por ver a estas cachimbas generación 99.
Eran las diez de la mañana de mi primer día de clases y un pitazo indicaba el cambio de hora, así que salimos con la alegría y mucho desorden de aquella aula a buscar los horarios y conocer el pabellón “G”, entre la bulla escuche una voz que nos decía: “jóvenes por allá, jóvenes por allá…” era el Señor Pagan, muchos profesionales lo deben recordar pues eran el hombre indispensable si querías que tu sustentación de tesis solo dependiera de tu capacidad y no de alguna deficiencia técnica, él era el encargado del mantenimiento de la facultad, de el dependía la limpieza de las aulas y los baños, así como los implementos didácticos; entre aquel barullo por tomar nota de las aulas, se acerco un hombre hacia nosotros con 2 personas más, ese hombre era alto de 1.85m aprox. de test blanca y de contextura gruesa, con el cabello negro-crespo algo desarreglado, con un rostro grande y colorado, tenía los ojos pequeños y una sonrisa perenne, recuerdo que la primera vez que lo vi quede sorprendido pues no era a mi entender “agraciado o normal”, se acercaba a cada uno de mis compañeros a saludarles, yo en ese tiempo era rebelde quizás por lo difícil de mi vida, así que dude en acercarme hacia aquel hombre, cuando ya los saludos se acababan, él se acerco a mí y me dio un apretón de manos y un abrazo, era la primera vez que un desconocido invadía mi espacio personal, pero entendí que esta persona y ese abrazo significaba el reconocimiento de mi universidad a mi esfuerzo y así lo tome, luego de aquel saludo quede muy intrigado, quería saber quién era aquel hombre que ahora me parecía agradable y sincero, pero no me alcanzo el tiempo pues era hora de entrar a clases…
Días después nos invitaron a una recepción en el auditorio de la facultad, estaban todos los profesores con sus mejores galas, en eso llego aquel hombre con el rostro alegre, entro a la sala saludando por igual, a alumnos y profesores, tomo asiento y luego lo presentaron. Su nombre era el Ing. Roberto Morales Morales el decano de la facultad.
Quiero decirles que aquel saludo marcó mi vida; nunca más pude apreciar a autoridad alguna tal grado de humildad y sinceridad, años después mantuvimos la amistad y juntos hicimos grandes cosas por la Universidad, él creía en ella y la juventud, y lo hizo hasta el día que nos dejó, esa es otra historia que la podría llamar UNI Universidad de Emprendedores.
Ahora el Ingeniero cumpliría sus 67 años este 6 de Septiembre y me hubiera gustado poderle encontrar en la UNI, y contarle que estoy bien, haciendo Ingeniería Civil en África en 2 contratos que suman USD 45 millones, que tengo entre mis colegas 12 nacionalidades de 4 continentes, y comparto entre 235 trabajadores Angolanos algunas historias honrando el legado que nos dio: “Aprender para enseñar”.
Muchas gracias amigo Emprendedor Ing. Roberto Morales Morales, aun en los momentos más difíciles sin ser llamado acudiste, la bondad de tu corazón conquisto la estima de los que te conocieron, vivirás en nuestros recuerdos.
Allá por el año 1999 cuando el Perú vivía la época de la lucha contra la corrupción y destapes de hechos antidemocráticos, los jóvenes en su mayoría estudiantes universitarios encabezaban campañas en búsqueda de la reivindicación democrática y en clara oposición a un gobierno autoritario, era común verlos salir a las calles a manifestar su desacuerdo, pero no todo era fácil en ese entonces, participar en una de estas reuniones era someterte a que te filmaran o tomaran fotos algunos agentes de inteligencia, por lo que la difusión de estos eventos eran con afiches pegados en los paraderos y puentes, ahí donde la gente podía ver el llamando a “Lavar la Bandera” o las cruzadas de limpieza o “manos blancas” todas en su mayoría respaldadas por jóvenes universitarios, que compartían mi mismo pensamiento, yo tenía 20 años aun no pertenecía a ningún grupo que no sea el de mis familiares y con un una meta ingresar a la Universidad de Ingeniería.
Compartía los estudios de la academia con las noticias de las 10:00 pm, viéndome quizás dentro de poco participar en una de estas protestas estudiantiles, pero yo vivía mi propia lucha, quería ingresar a la UNI , ya lo venia intentando más de 2 años asi que tenia que enfocarme en eso, este año sería mi último intento apoyado por mis padres, luego quizás tendría que ver otra realidad hacer de cobrador o chofer de combi que era el negocio de mi padre, pero creí siempre que lo lograría, que llegaría mi oportunidad y seria recompensado, nunca cruzo por mi mente otra cosa, estaba seguro que este seria mi año ya muchos de mis amigos ya habían ingresado a las universidades y se puede decir que venía más centrado y decidido, esos 2 años me sirvieron para delinear mi vocación profesional, recuerdo cuan confundido e ignorante era del tema universitario, no conocía a nadie que me pudiera aconsejar, mi único referente era mi test vocacional de quinto de secundaria, entre ellas me marcaban 3 de 5 opciones la vida militar, 1 las carreras de ingeniería y la ultima la vida religiosa, esta ultima quizás salió fruto de mi identificación con la realidad nacional y los problemas que vivíamos en la familia, así que me costó mucho decidirme, busque en mi familia o amigos que me pudieran aconsejar, pero la mayoría de mi entorno a duras penas terminaron su secundaria, por lo que la primera vez que postule lo hice a ingeniería Física, porque era lo que conocí en el colegio y me gustaba. Pero en el camino fui conociendo personas que me ayudaron a descubrir que la Ingeniería que buscaba era la Ingeniería civil, dispuesto a conseguirlo postule ese 1999 y la marque como única de mis opciones para ingresar, ya las demás no me importaba, Ahora tenía que buscar la manera de generarme un ingreso extra, así que trabaje de cobrador los fines de semana para ayudarme con los gastos, durante la semana me despertaba para estudiar y terminaba el día estudiando, sabía que era mi última oportunidad, así que no la desaproveche, creía en mi, ahora solo bastaba demostrarlo en el examen de admisión que tantas veces me fue esquivo
Cuando Llegó el momento de ver los resultados, invite a mi madre, la que siempre creyó en mi y me acompaño con su aliento a no desistir, sabía que esta vez sí ingresaría y quería compartirlo con ella… y así fue, la alegría fue inmensa al ver mi nombre entre la lista de los ingresantes a la especialidad de Ingeniería Civil, entre las bandas de música contratadas por las academias que tocaban unos huaynos, marineras, viví el momento más importante en mi vida.
Luego de los trámites para el certificado de ingresante, me llego un papel a la mano con el cronograma de inicio de clases en mi nueva facultad, aquella que tantas veces fui a visitarla cuando solo era postulante, ahora volvía como un alumno de ella, así que me dirigí a la facultad en el día de la convocatoria, era una facultad que lucía aun sus paneles de triplay con papeles a medio caer (recuerden que no había pasado 1 año de la presencia de militares en la UNI, por lo que muchas cosas estaban por mejorar), me acerque a una de ellas para ver mi nombre, era una lista de 120 nombres, ordenados en 3 aulas, a mí me tocó en la sección G mi primer aula fue la ex G2-142 la que queda al frente de las escaleras del departamento de Construcción, estaba recientemente pintada y limpia, las pizarras eran de madera y aun se escribía con tiza en ellas, las sillas eran de estructuras de tubos de acero oxidadas, con laminas de madera prensada, las sillas mas descompuestas estaban en la parte final del aula todas escritas por formulas de algún problema próximo a resolver, pero aun con esos detalles se respiraba satisfacción entre muchos de mis amigos, ahí se fueron uno de mis primeros prejuicios, en esa aula estaban reunidas personas de diferentes clases sociales, de diferentes edades y géneros, no era el estereotipado alumno cuatro-ojos de la UNI, o la clásica chica toda desaliñada, existía de todo, y puedo asegurar que el promedio era mucho superior a lo esperado, Ahora recuerdo que a más de uno se le volteo los ojos por ver a estas cachimbas generación 99.
Eran las diez de la mañana de mi primer día de clases y un pitazo indicaba el cambio de hora, así que salimos con la alegría y mucho desorden de aquella aula a buscar los horarios y conocer el pabellón “G”, entre la bulla escuche una voz que nos decía: “jóvenes por allá, jóvenes por allá…” era el Señor Pagan, muchos profesionales lo deben recordar pues eran el hombre indispensable si querías que tu sustentación de tesis solo dependiera de tu capacidad y no de alguna deficiencia técnica, él era el encargado del mantenimiento de la facultad, de el dependía la limpieza de las aulas y los baños, así como los implementos didácticos; entre aquel barullo por tomar nota de las aulas, se acerco un hombre hacia nosotros con 2 personas más, ese hombre era alto de 1.85m aprox. de test blanca y de contextura gruesa, con el cabello negro-crespo algo desarreglado, con un rostro grande y colorado, tenía los ojos pequeños y una sonrisa perenne, recuerdo que la primera vez que lo vi quede sorprendido pues no era a mi entender “agraciado o normal”, se acercaba a cada uno de mis compañeros a saludarles, yo en ese tiempo era rebelde quizás por lo difícil de mi vida, así que dude en acercarme hacia aquel hombre, cuando ya los saludos se acababan, él se acerco a mí y me dio un apretón de manos y un abrazo, era la primera vez que un desconocido invadía mi espacio personal, pero entendí que esta persona y ese abrazo significaba el reconocimiento de mi universidad a mi esfuerzo y así lo tome, luego de aquel saludo quede muy intrigado, quería saber quién era aquel hombre que ahora me parecía agradable y sincero, pero no me alcanzo el tiempo pues era hora de entrar a clases…
Días después nos invitaron a una recepción en el auditorio de la facultad, estaban todos los profesores con sus mejores galas, en eso llego aquel hombre con el rostro alegre, entro a la sala saludando por igual, a alumnos y profesores, tomo asiento y luego lo presentaron. Su nombre era el Ing. Roberto Morales Morales el decano de la facultad.
Quiero decirles que aquel saludo marcó mi vida; nunca más pude apreciar a autoridad alguna tal grado de humildad y sinceridad, años después mantuvimos la amistad y juntos hicimos grandes cosas por la Universidad, él creía en ella y la juventud, y lo hizo hasta el día que nos dejó, esa es otra historia que la podría llamar UNI Universidad de Emprendedores.
Ahora el Ingeniero cumpliría sus 67 años este 6 de Septiembre y me hubiera gustado poderle encontrar en la UNI, y contarle que estoy bien, haciendo Ingeniería Civil en África en 2 contratos que suman USD 45 millones, que tengo entre mis colegas 12 nacionalidades de 4 continentes, y comparto entre 235 trabajadores Angolanos algunas historias honrando el legado que nos dio: “Aprender para enseñar”.
Muchas gracias amigo Emprendedor Ing. Roberto Morales Morales, aun en los momentos más difíciles sin ser llamado acudiste, la bondad de tu corazón conquisto la estima de los que te conocieron, vivirás en nuestros recuerdos.
Ingeniero Civil
Dennis R. Cupe Cure
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