Una de las constantes de Latinoamérica ha sido el activismo político de sus estudiantes, ya sea luchando por una reforma a la educación pública o junto a otros actores para fortalecer la democracia. Entre sus demandas comunes están la educación como un derecho social, el cogobierno universitario y la lucha contra el lucro, lo que no impide que existan matices e incluso fuertes diferencias entre cada uno de los países que disputan la Copa América.
En 1918, dos años después del nacimiento de la Copa América, los estudiantes de la Universidad de Córdoba en Argentina enarbolaron principios como la autonomía y la extensión universitaria, el cogobierno y reconocimiento de los centros de estudiantes en una movilización que marcó el nacimiento del movimiento estudiantil moderno en el continente. Hoy, las luchas continúan, aunque por motivos más diversos. Por eso, mientras doce países de la región disputan este torneo internacional en los estadios de Chile, quisimos explorar las diferencias y similitudes de las movilizaciones estudiantiles que se han desarrollado en estas naciones.
Durante la década de los 60, los estudiantes universitarios protagonizaron numerosas movilizaciones en América Latina. Si en 1966 fueron los jóvenes de Ecuador, Colombia y Brasil, al año siguiente fueron los alumnos de Chile y Venezuela quienes decidieron tomar las calles para impulsar sus exigencias por una reforma universitaria. El momento más intenso llegaría en 1968, cuando al menos 34 personas murieron en la matanza de Tlatelolco mientras progatonizaban grandes protestas en contra de la represión en México. Dos décadas después los estudiantes de la educación superior volverían a manifestarse de manera masiva, en el contexto de la lucha por la recuperación de la democracia en una región asolada por las dictaduras militares.
El año 2011 marcaría el regreso de las movilizaciones a escala continental. En momentos en que la Copa América se jugaba en Argentina, los estudiantes vivían su propio certamen manifestándose en las principales avenidas de Chile para reclamar educación pública, gratuita y de calidad. Al mismo tiempo, en Colombia sus pares lograron detener una reforma a la educación superior presentada por el gobierno del Presidente Manuel Santos que permitiría la creación de instituciones con ánimo de lucro.
Lo transversal de la demanda quedó demostrado el 24 de noviembre del 2011, cuando en 14 países de la región incluidos México y Brasil, secundarios y universitarios se manifestaron simultáneamente en contra de las políticas privatizadoras y en defensa de una educación pública, digna y de excelencia para América Latina.
El académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Claudio Duarte, explica que la participación política de los jóvenes universitarios se debe a que “se hace una construcción imaginaria de que quienes estudian y alcanzan credenciales académicas importantes van a tener éxito en la vida”. Sin embargo, Duarte asegura que al momento de entrar a estudiar los jóvenes se encuentran con una educación que es entendida como un objeto de mercado y no como un derecho, lo que genera como respuesta “la activación de los universitarios y su movilización en el marco de un ideal de exigencia de mayor igualdad y justicia social”.
Este proceso no es particular a Chile sino que es una preocupación de los jóvenes en toda la región respecto a la educación pública, independiente de los matices que haya en cada país, indica Duarte. Según el académico, los estudiante "en Chile y otros países con políticas más neoliberales buscan que la educación sea un derecho y no un objeto de consumo, y en países con gobiernos progresistas buscan cautelar sus derechos".
Esta opinión coincide con la de Vicente Valle, secretario de Comunicaciones de la Federación de Estudiantes de la U. de Chile (FECh), quien afirma que a nivel continental “existen elementos estructurales que son comunes. La estructura laboral es precaria debido a que existe un sistema económico excluyente y los estudiantes somos un agente dinamizador de los procesos sociales”.
El dirigente chileno destaca que en ese contexto, la propuesta de los estudiantes de articular un Sistema Nacional de Educación Pública (SNEP) expresa “la maduración de un movimiento estudiantil que trasciende la mera demanda y piensa y propone un modelo de educación para el país”, planteando un modelo que pasa “de atender a los requerimientos del mercado, a uno que atiende las necesidades del conjunto de la sociedad”.
A juicio de Óscar Aguilera, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, un eje central de las movilizaciones estudiantiles en América Latina reside en la demanda levantada por el movimiento estudiantil desde 1918 "una educación al servicio de las mayorías y, durante las últimas décadas, la educación como derecho social. Esa es la constante de las movilizaciones estudiantiles" a nivel continental, asegura.
A pesar de estas similitudes, en cada país hay factores que marcan diferencias con sus pares. Así lo explica Sigrid Bazán, quien fuera presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica del Perú y encabezara en 2012 una movilización que perseguía “una educación inclusiva, que respetara la diversidad de los estudiantes y que prohibiera el lucro”, el que aún está permitido por la Constitución, explica.
“En la historia peruana hay muchos factores que han afectado al movimiento estudiantil. La época del conflicto armado interno y del terrorismo caló mucho en el imaginario público, por lo que se estigmatiza mucho a la izquierda, a los sectores progresistas y a los defensores de los derechos humanos”, asegura Bazán. Además, recuerda que el grupo Sendero Luminoso nació en las universidades de Perú “por lo que se estigmatiza mucho al estudiante de izquierda”.
Los pingüinos en Latinoamérica
Pero los universitarios no son los únicos jugadores en el movimiento estudiantil. Si el 2006 fueron más de 100 mil jóvenes de secundaria los que paralizaron sus clases en Chile, actualmente Argentina vive un proceso en alza donde ya hay varios colegios que se encuentran tomados y 7 mil alumnos que se mantienen en paralización de actividades, en una lucha que demanda la reparación de edificios, más fondos y la detención de un cambio curricular que recorta contenidos y que degradaría el nivel de la educación.
Así lo explica Juan Francisco Mazzoni, quien pertenece al grupo “La Simón Bolívar”, una de las que encabeza la actual manifestación. “Esta movilización es un eslabón más de un largo proceso de lucha que lleva más de cinco años en la Ciudad de Buenos Aires. Antes de llegar a esto durante meses realizamos marchas, juntamos firmas y tomamos otras acciones, pero no nos han dado respuestas a nuestras demandas”, explica.
Si bien reconoce que en Chile y Argentina se viven procesos distintos en la educación, destaca que “el norte del movimiento estudiantil en ambos países es similar: concebimos la educación al servicio de las mayorías, como una herramienta para nuestro pueblo y no como un negocio para pocos”.
Venezuela: en la otra vereda
Tradicionalmente las movilizaciones estudiantiles se han interpretado como parte del hábitat natural de la izquierda. Sin embargo, el movimiento estudiantil de Venezuela aparece como un caso disonante, ya que los estudiantes han protagonizado sonadas movilizaciones opositoras al gobierno encabezado por Nicolás Maduro.
María Luisa Liscano es analista política venezolana. Ella enfatiza que los estudiantes de su país levantan reivindicaciones sociales y no políticas, pese a que cuenta con simpatizantes de partidos políticos como el COPEI –demócrata cristiano- y de organizaciones de izquierda como los antiguos guerrilleros de Bandera Roja.
“Lo que los estudiantes demandan es que el Estado tome medidas frente a la inseguridad, a la escasez, que fortalezca el aparato productivo y que los profesionales tengan campo laboral para poder trabajar. La demanda de la juventud venezolana es más que nada social”, asegura Liscano. Además, la analista política destaca que la juventud latinoamericana “se empoderó y a nivel continental han querido hacer valer sus derechos, luchan por países más desarrollados y donde exista una mejor calidad de vida”.
De todas maneras, el académico Óscar Aguilera asegura que es necesario entender el contexto de Venezuela para comprender la particularidad de su movimiento estudiantil. “Al calor del proceso abierto por Hugo Chavez se genera un escenario de polarización política que nos muestra un movimiento estudiantil opositor al gobierno, pero que al mismo tiempo invisibiliza a otro sector estudiantil que sí participa del proceso” lo que se traduce incluso en la participación de dirigentes “como cuadros en el gobierno y en el Estado”.
Una situación similar se da en Ecuador, en donde los estudiantes universitarios han participado en manifestaciones contra el gobierno del Presidente Rafael Correa por el alza en los aranceles, y en Brasil, donde los jóvenes participaron en las movilizaciones masivas del año 2013 en contra del gobierno del Partido de los Trabajadores, debido al alto precio del transporte público y al gasto estatal en el Mundial de Fútbol.
Tras 97 años del llamado “Grito de Córdoba” y cuando se juega la 44ª Copa América de la historia, los estudiantes de América Latina continúan levantando las mismas banderas de aquella primera reforma universitaria, sin divisar todavía un triunfo en sus demandas. Sin embargo, eso no parece desanimarlos para continuar jugando el campeonato por la educación pública en la región.
Fuente: http://www.uchile.cl/
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