martes, 22 de febrero de 2011

El valor de la educación universitaria pública y gratuita

La Plata, 18 de febrero (Télam,por Gabriel M. Bilmes*).-Si alguna duda cabía, un nuevo motivo confirma lo acertado de haber defendido la educación universitaria pública y gratuita en la Argentina, contra los intentos de privatización y arancelamiento que ensombrecieron la vida universitaria en nuestro país en distintos períodos y especialmente entre 1976 y 1983 y en la década del 90.
En un reciente artículo de la prestigiosa revista científica de circulación internacional Nature (diciembre del 2010, volumen 468, página 1003) Gregory Petsko, profesor de bioquímica de la Universidad de Brandeis, Walthman, EEUU, alertaba sobre un fenómeno que recorre los centros de educación superior del mundo: el corte de presupuestos y la desaparición de programas y carreras humanísticas y artísticas, perseguidas por el espectro del mercado.
El fenómeno se está haciendo sentir cada vez con mayor fuerza en los EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra, Francia y otros países de la Comunidad Europea, que están reduciendo drásticamente sus sistemas educativos universitarios.
En Inglaterra, por ejemplo, ya se prevé que en los próximos cuatro años habrá una reducción del 40% del presupuesto para la educación pública superior.
Las razones de tales decisiones son sencillas: en esos países las carreras humanísticas y artísticas son económicamente deficitarias, no son rentables y no son las que masivamente eligen “los consumidores”, es decir, los estudiantes.
Sobre la base de la idea de que las fuerzas del mercado deben controlar la dirección de la educación para que ésta impacte en la economía, la formación superior se ha transformado en un negocio. Por tanto, todo lo que no contribuya a este negocio es reducido o eliminado.
Este enfoque se ha reforzado por el hecho de que la administración de una gran cantidad de instituciones universitarias está en manos de burócratas reclutados del mundo de las finanzas y los negocios a los que Petsko llama en su artículo “cuenta porotos”.
Petsko, que proviene de las ciencias duras, reclama la defensa y reivindica la necesidad de las carreras humanísticas y artísticas. No solo porque forman parte del conocimiento universal e imprescindible para una persona culta, en el sentido más democrático de esta palabra (alguien que tiene conocimientos que le permiten tomar mejores decisiones para su vida y la de la comunidad), sino también por su rol crucial en la formación de un individuo.
Poniendo como ejemplo su propia experiencia, este investigador reconoce que aprendió a pensar críticamente, a analizar en profundidad y a escribir con claridad gracias a los cursos humanísticos, no a los científicos, que tomó en su Universidad.
Más aún, las carreras humanísticas y artísticas ampliaron los horizontes de su formación, enriquecieron sus contactos y lo ayudaron a comunicarse mejor. Todas éstas, aptitudes imprescindibles para su trabajo como científico en el campo de la bioquímica.
Imaginemos, entonces, por un momento qué hubiera pasado si las presiones políticas de los que todavía hoy aspiran en nuestro país a una educación universitaria no gratuita hubieran triunfado.
Así como desaparecieron ramales enteros de ferrocarriles, hubieran desaparecido carreras enteras e incluso universidades. Aún más, a diferencia de lo que ocurre en los países arriba mencionados, aquí ni siquiera hubieran sobrevivido las ciencias duras que, como lo demuestra la estructura de las universidades privadas argentinas, en ellas no tienen lugar porque no son rentables, requieren mucha inversión y tienen comparativamente a otras carreras, pocos alumnos.
Por otro lado, en países donde la educación universitaria es privada o está arancelada, sobre todo de América Latina, mucha gente, instituciones y organizaciones políticas y sociales, expresan su admiración y reconocimiento a la posibilidad de acceder gratuitamente a los estudios superiores con la calidad y el nivel que las universidades argentinas tienen.
Esta situación que nuestro país comparte con muy pocos otros en el mundo, no deja de ser, sin duda, un sano motivo de orgullo para nosotros y, por qué no, un modelo a imitar para otras sociedades.
Para quienes pensamos que la educación es un derecho y no un negocio. Que el acceso a la Universidad debe ser gratuito, porque, además de garantizar este derecho, un país con equidad social, mayor distribución del ingreso y mayor crecimiento para todos requiere cada vez más profesionales comprometidos que puedan llevar adelante estas políticas, el artículo de la revista Nature es un alerta más de lo que puede ocurrir si los sectores de poder reaccionarios y conservadores, lograran torcer el rumbo que la Argentina ha emprendido en los últimos años. Algo, como reclama Petsko, para pensar y no quedarse callado.
*Dr. en Física, Investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, Profesor de la Universidad Nacional de La Plata (Télam).-

Fuente: http://www.elcomercial.com.ar/

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