Señor Doctor Pedro
Atilio Cotillo Zegarra, Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos;
Señor Geólogo José Martínez Talledo, Primer Vicerrector; Señor Magister
Ingeniero Walter Zaldívar, Segundo Vicerrector; Señor Doctor Nelson Cacho,
Secretario General. Señores Decanos, señores profesores, señores alumnos,
señores trabajadores, distinguida concurrencia.
Hemos escuchado
breves fragmentos de los documentos de creación e inicio de las actividades
académicas de la Universidad Nacional de Ingeniería, textos que nos hacen sentir
orgullo de pertenecer a esta institución y nos comprometen a trabajar por el
desarrollo del Perú y una mejor calidad de vida para los peruanos. Permítanme en
consecuencia iniciar mi intervención destacando algunos aspecto de nuestra
historia institucional.
De la fundación
de la Escuela a los primeros tiempos como Universidad
La creación en 1876
de la Escuela de Construcciones Civiles y de Minas (EECCMM) se debió a dos
hombres; uno con una concepción positivista de la realidad y experiencia en el
manejo empresarial, que llegó a ser el primer presidente civil del país y
comprendió la necesidad de promover la modernización productiva y educativa:
Manuel Pardo y Lavalle, y junto a él, un ingeniero europeo conocedor de lo más
avanzado de su tiempo respecto a la enseñanza de la ingeniería y por ende,
capacitado para diseñar y conducir su establecimiento en nuestro país: Eduardo
de Habich.
Para entonces ya
tenía un cuarto de siglo la contratación de ingenieros extranjeros por parte del
Estado. En 1852 el presidente José Rufino Echenique trajo ingenieros europeos
para que trabajasen al servicio del Estado; en ese primer grupo llegó Eduardo de
Malachowski, quien diseñó y dirigió la construcción del Ferrocarril Central del
Perú, hasta hace pocos años el más alto del mundo.
En 1869 siendo
Presidente Balta llegaron un grupo de ingenieros de Europa entre ellos J.
Eduardo de Habich. Habich, quien realizó sus estudios en la Escuela Politécnica
de Puentes y Calzadas de París, muy prestigioso centro de formación tecnológica,
al llegar al Perú se ocupó en dirigir obras de construcción, ofrecer asesorías,
identificar recursos naturales y promover la formación de profesionales tal como
especificaba su contrato. A partir de esta experiencia concluyó que traer
profesionales del extranjero era insuficiente para un desarrollo que se quería
rápido.
La presencia en
esta ceremonia del Doctor Pedro Cotillo Zegarra, Rector de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, tiene mucho significado, pues nuestros orígenes se
encuentran enlazados con la Universidad Decana de América; al punto que
inicialmente se pensó ofrecer la formación de ingenieros dentro del claustro
sanmarquino y fue solo después que la comisión encargada vio la conveniencia de
crear una entidad independiente. Así, un día como hoy, 23 de julio, hace 136
años, la EECCMM realizó la ceremonia formal de inicio de sus actividades en el
Salón de Actos del Ex Convictorio de San Carlos, que ahora conocemos como Casona
del Parque Universitario. Es justo que expresemos nuestra gratitud hacia la
Universidad que nos acogió y otorgó las necesarias facilidades en los primeros y
difíciles años de nuestra existencia.
En aquellos tiempos
la EECCMM, era una institución con un nivel de exigencia excepcionalmente alto
para el Perú y cualquier país de América Latina, el requisito para ingresar era
poseer el grado de Bachiller en Ciencias otorgado por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y quien no lo tuviese tenía por obligación rendir una prueba
conocimientos; era en la práctica una Escuela con nivel de postgrado. Además,
dada la exigencia que se tenía prevista, se instauró una sección preparatoria
que ofrecía revisión de matemáticas conforme a un programa expresamente
autorizado por el Ministerio de Educación y a cargo del Doctor José Granda, uno
de los más importantes matemáticos del país en ese momento. Es significativo que
la sección preparatoria se convirtiera luego en instancia permanente, sentando
las bases de nuestra tradición, que hasta el día de hoy, como el CEPREUNI,
supone rigurosa selección y preparación de los postulantes y una alta exigencia
en ciencias básicas, que hacen parte de nuestra tradición académica.
En 1879 Chile nos
declaró la Guerra y terminó ocupando la capital; las tropas extranjeras
invadieron, saquearon y transformaron en cuartel el local de la Escuela. Su
director, sintiendo en el alma esta pérdida, no vaciló en recoger los documentos
que habían sido arrojados por los invasores y con ellos, más otros que había
podido preservar, organizó el dictado de clases en viviendas particulares. En
plena guerra, siendo 1880, ingresó a la Escuela como estudiante, aunque era ya
Doctor en matemáticas, el sabio Federico Villareal, quien llegó a graduarse
tanto de ingeniero civil como de ingeniero de minas y se dedicó durante 35 años
a la docencia en la Escuela. Hasta 1884, el total de graduados fue de sólo
cinco: tres ingenieros civiles y dos de minas.
En 1898, casi en el
cambio de siglo, egresó Juan Alberto Grieve Becerra quien gracias a su propia
capacidad y espíritu innovador se especializó en tecnología automotriz, llegando
a producir íntegramente motores de combustión interna. En 1907 fabricó el primer
automóvil de Sudamérica que ofreció al Señor Augusto B. Leguía, Presidente del
Perú de ese momento, para su uso en la prefectura y el correo. Trágicamente, la
respuesta presidencial fue que no confiaba en la tecnología peruana, frustrando
de esa manera la posibilidad de desarrollar en nuestro territorio tecnología
automotriz propia.
Cuando la Escuela
se transformó en Universidad Nacional de Ingeniería, en 1955 durante el Gobierno
del General Odría, comenzamos una nueva etapa, durante la cual comenzó la
enseñanza de las carreras científicas, surgieron nuevas especialidades de
ingeniería, se impulsó la investigación, se crearon institutos y se recibió
importante apoyo internacional. En los 50s y 60s nuestra Universidad vivió una
etapa de expansión y muy alto prestigio en la sociedad peruana, quizás su mejor
momento a lo largo del siglo XX.
Renovando
nuestros compromisos
Actualmente, en la
segunda década del siglo XXI y viviendo nuestro aniversario número 136, volvemos
nuestra mirada a la realidad nacional con los mismos ojos que tenían los
estudiantes en los tiempos de Habich, cuando cada promoción realizaba
excursiones técnicas para identificar desafíos en las diferentes regiones y
proponer soluciones. Ahora como entonces, nuestro propósito es formar ingenieros
con capacidad para resolver problemas. En ese sentido, lo primero que percibimos
es que el Perú tiene que convertir en esta época y en esta generación, sus
ventajas comparativas, derivadas de las múltiples riquezas naturales existentes,
en ventajas competitivas, producidas por el conocimiento.
De ahí se deriva la
obligación que tenemos de preparar personal calificado del más alto nivel
internacional, con base científica y tecnológica y habilidades para asumir el
liderazgo. La calidad de la enseñanza en la UNI es una obligación, pues quienes
ingresan a estas aulas constituyen una elite de la juventud del pueblo peruano;
han superado la alta valla de una fuerte competencia y un riguroso examen de
selección, cuyos resultados se perderían si no garantizamos al estudiante la
mejor enseñanza posible en el Perú, que le permitirá, una vez egresado,
trascender tanto dentro como fuera del país. La trascendencia, es decir, el
aporte relevante a la sociedad, es el cuarto principio básico de nuestra
formación, el primero es que cada alumno sepa ser como persona; el segundo, que
tenga el saber especializado correspondiente, y el tercero, saber hacer, es
decir, aplicar el conocimiento.
Así como en el
siglo XIX, según el reglamento fundacional de la Escuela se propugnaba la
formación de «directores y conductores», hoy nuestra responsabilidad es formar
los líderes, ingenieros, científicos y arquitectos, con base científica y
tecnológica que contribuirán a desplegar las ventajas competitivas
indispensables en la economía global del siglo XXI.
En las últimas
décadas del siglo XX la UNI ha tenido una importante deficiencia en
infraestructura académica y por eso, estamos empeñados durante los últimos años
en responder a este desafío de manera que podamos ofrecer tan pronto como sea
posible una infraestructura comparable con las mejores universidades de la
región sudamericana y ciertamente, la mejor del Perú; menos que eso, no es
aceptable. La UNI debe tener el más alto nivel de laboratorios universitarios
existentes en el Perú en cada especialidad y paralelamente es su obligación
participar en el liderazgo de los proyectos de investigación y desarrollo
científico y tecnológico con fines productivos que la sociedad establezca a
nivel nacional.
Uno de los
proyectos que encarna esta voluntad es la Nueva Sede de la Biblioteca Central de
próxima inauguración, que no es meramente un almacén de libros, sino un centro
de recursos informativos en todos los formatos. Con esta obra la UNI ingresa en
la era de la utilización a plenitud de las tecnologías de la información y las
comunicaciones. Adicionalmente cabe señalar que la infraestructura existente en
el campus ha comenzado una expansión y transformación como no se veía desde hace
mucho tiempo; puede decirse sin exageración que si se mantiene este ritmo,
dentro de pocos años el campus resultante será en gran medida renovado y con el
agregado fundamental de equipos de laboratorio de nivel internacional. Un
indicio de ello es que la inversión en instrumentos de laboratorio durante el
año 2011 prácticamente ha multiplicado por diez lo que se invertía hace unos
años.
Así como requerimos
de calidad en la enseñanza, igualmente tenemos el mismo propósito en la segunda
gran tarea del quehacer universitario: la investigación. Aunque lamentablemente
los recursos proporcionados por el MEF para investigación son tradicionalmente
muy pequeños, hemos podido abrirnos camino captando algunos fondos concursables
nacionales e internacionales. El primer ejemplo son los recursos del FINCyT y
CONCYTEC que han permitido diseñar y construir casas bioconfortables a alturas
superiores a los 3000 metros sobre el nivel del mar y cuyo concepto es
aprovechar la fuerte radiación solar diurna para proporcionar calefacción
durante la noche. Otro ejemplo es el concurso internacional organizado por el
Gobierno Japonés ganado por nuestro CISMID por un monto de cinco millones de
dólares aportados por la Agencia de Cooperación Japonesa. Después de una larga
gestión y cuando ya vamos en el tercer año del proyecto, el Ministerio de
Economía y Finanzas, finalmente ha comenzado a proveer la contraparte peruana y
se ha aprobado que la Presidencia del Consejo de Ministros incorpore al CISMID
en calidad de ente orientador en políticas de mitigación de desastres.
Nuestro
conocimiento y experiencia como parte de la comunidad académica nacional permite
concluir que casi es inexistente la inversión que el Estado dedica a promover la
ciencia y la tecnología: apenas el 0.11% del PBI, detrás de los demás países de
América Latina. Al respecto, tenemos clara en la memoria la visita del ingeniero
Salomón Lerner, egresado de nuestra casa de estudios, en agosto pasado y por
entonces Presidente del Consejo de Ministros, donde dijo que el actual gobierno
tiene la perspectiva de elevar en el menor número de años posible la inversión
hasta el promedio latinoamericano que es del 0.7%. La UNI sostiene que la
sociedad peruana requiere de una estrategia de trabajo conjunto entre la
universidad la empresa y el Estado, para crear ciencia, tecnología e innovación
a efectos de producir y exportar con valor agregado.
El Perú posee
ingentes recursos naturales y una extensa producción primaria, principalmente
minera que sustenta en gran parte las exportaciones. Nuestra Universidad asume
una responsabilidad al respecto enfatizando al país que la actividad minera solo
puede y debe realizarse en nuestro tiempo si es que incluye en el presupuesto de
inversión los recursos necesarios para reducir el impacto ambiental de la
explotación y a la vez, aportar al desarrollo del país y en especial de la
región donde se encuentra el yacimiento. En buena medida podría decirse que para
que la minería vaya, tienen que asegurarse primero la protección ambiental y la
responsabilidad económica y social a favor de la población.
Así como nos
interesa la calidad en la enseñanza y en la investigación, debemos tener
presente la proyección social que en este momento se entiende en términos de
inclusión social. En este plano la Universidad Nacional de Ingeniería está
llegando a poblados en todo el territorio nacional, ofreciendo capacitación
gratuita en tecnologías de la información y las comunicaciones así como manejo
de Internet, a poblaciones económicamente desfavorecidas. Gracias a los
esfuerzos del CEPS y de INICTEL, la UNI está presente en muchas regiones del
país, llevando tecnologías a poblaciones que viven algún tipo de exclusión por
razones económicas o por discapacidad. Se trata de un aporte a la inclusión
social. Que mantendremos y acrecentaremos en el futuro.
Una
invocación
Para finalizar,
hago presente una vez más la cercanía entre la UNI y Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, a las cuales los pueblos del Perú tienen en la más alta estima y
por consiguiente esperan de ellas nada menos que lo mejor expresado en líderes
que aportarán al crecimiento y el desarrollo de envergadura del país, a su
modernización productiva, a las mejores condiciones de vida y todo ello en una
sociedad de ciudadanos.
No me queda más que
agradecer a cada uno de ustedes por su asistencia a esta sesión solemne de
aniversario.
Viva la
UNI.
Viva el Perú.
Viva el Perú.
Doctor Aurelio
Padilla Ríos
Rector UNI
23 de julio del 2012, Campus UNI.
Rector UNI
23 de julio del 2012, Campus UNI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario