domingo, 5 de agosto de 2012

Discurso del rector Aurelio Padilla con motivo del 136 aniversario de la UNI

Señor Doctor Pedro Atilio Cotillo Zegarra, Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; Señor Geólogo José Martínez Talledo, Primer Vicerrector; Señor Magister Ingeniero Walter Zaldívar, Segundo Vicerrector; Señor Doctor Nelson Cacho, Secretario General. Señores Decanos, señores profesores, señores alumnos, señores trabajadores, distinguida concurrencia.
Hemos escuchado breves fragmentos de los documentos de creación e inicio de las actividades académicas de la Universidad Nacional de Ingeniería, textos que nos hacen sentir orgullo de pertenecer a esta institución y nos comprometen a trabajar por el desarrollo del Perú y una mejor calidad de vida para los peruanos. Permítanme en consecuencia iniciar mi intervención destacando algunos aspecto de nuestra historia institucional.
De la fundación de la Escuela a los primeros tiempos como Universidad
La creación en 1876 de la Escuela de Construcciones Civiles y de Minas (EECCMM) se debió a dos hombres; uno con una concepción positivista de la realidad y experiencia en el manejo empresarial, que llegó a ser el primer presidente civil del país y comprendió la necesidad de promover la modernización productiva y educativa: Manuel Pardo y Lavalle, y junto a él, un ingeniero europeo conocedor de lo más avanzado de su tiempo respecto a la enseñanza de la ingeniería y por ende, capacitado para diseñar y conducir su establecimiento en nuestro país: Eduardo de Habich.
Para entonces ya tenía un cuarto de siglo la contratación de ingenieros extranjeros por parte del Estado. En 1852 el presidente José Rufino Echenique trajo ingenieros europeos para que trabajasen al servicio del Estado; en ese primer grupo llegó Eduardo de Malachowski, quien diseñó y dirigió la construcción del Ferrocarril Central del Perú, hasta hace pocos años el más alto del mundo.
En 1869 siendo Presidente Balta llegaron un grupo de ingenieros de Europa entre ellos J. Eduardo de Habich. Habich, quien realizó sus estudios en la Escuela Politécnica de Puentes y Calzadas de París, muy prestigioso centro de formación tecnológica, al llegar al Perú se ocupó en dirigir obras de construcción, ofrecer asesorías, identificar recursos naturales y promover la formación de profesionales tal como especificaba su contrato. A partir de esta experiencia concluyó que traer profesionales del extranjero era insuficiente para un desarrollo que se quería rápido.
La presencia en esta ceremonia del Doctor Pedro Cotillo Zegarra, Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, tiene mucho significado, pues nuestros orígenes se encuentran enlazados con la Universidad Decana de América; al punto que inicialmente se pensó ofrecer la formación de ingenieros dentro del claustro sanmarquino y fue solo después que la comisión encargada vio la conveniencia de crear una entidad independiente. Así, un día como hoy, 23 de julio, hace 136 años, la EECCMM realizó la ceremonia formal de inicio de sus actividades en el Salón de Actos del Ex Convictorio de San Carlos, que ahora conocemos como Casona del Parque Universitario. Es justo que expresemos nuestra gratitud hacia la Universidad que nos acogió y otorgó las necesarias facilidades en los primeros y difíciles años de nuestra existencia.
En aquellos tiempos la EECCMM, era una institución con un nivel de exigencia excepcionalmente alto para el Perú y cualquier país de América Latina, el requisito para ingresar era poseer el grado de Bachiller en Ciencias otorgado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y quien no lo tuviese tenía por obligación rendir una prueba conocimientos; era en la práctica una Escuela con nivel de postgrado. Además, dada la exigencia que se tenía prevista, se instauró una sección preparatoria que ofrecía revisión de matemáticas conforme a un programa expresamente autorizado por el Ministerio de Educación y a cargo del Doctor José Granda, uno de los más importantes matemáticos del país en ese momento. Es significativo que la sección preparatoria se convirtiera luego en instancia permanente, sentando las bases de nuestra tradición, que hasta el día de hoy, como el CEPREUNI, supone rigurosa selección y preparación de los postulantes y una alta exigencia en ciencias básicas, que hacen parte de nuestra tradición académica.
En 1879 Chile nos declaró la Guerra y terminó ocupando la capital; las tropas extranjeras invadieron, saquearon y transformaron en cuartel el local de la Escuela. Su director, sintiendo en el alma esta pérdida, no vaciló en recoger los documentos que habían sido arrojados por los invasores y con ellos, más otros que había podido preservar, organizó el dictado de clases en viviendas particulares. En plena guerra, siendo 1880, ingresó a la Escuela como estudiante, aunque era ya Doctor en matemáticas, el sabio Federico Villareal, quien llegó a graduarse tanto de ingeniero civil como de ingeniero de minas y se dedicó durante 35 años a la docencia en la Escuela. Hasta 1884, el total de graduados fue de sólo cinco: tres ingenieros civiles y dos de minas.
En 1898, casi en el cambio de siglo, egresó Juan Alberto Grieve Becerra quien gracias a su propia capacidad y espíritu innovador se especializó en tecnología automotriz, llegando a producir íntegramente motores de combustión interna. En 1907 fabricó el primer automóvil de Sudamérica que ofreció al Señor Augusto B. Leguía, Presidente del Perú de ese momento, para su uso en la prefectura y el correo. Trágicamente, la respuesta presidencial fue que no confiaba en la tecnología peruana, frustrando de esa manera la posibilidad de desarrollar en nuestro territorio tecnología automotriz propia.
Cuando la Escuela se transformó en Universidad Nacional de Ingeniería, en 1955 durante el Gobierno del General Odría, comenzamos una nueva etapa, durante la cual comenzó la enseñanza de las carreras científicas, surgieron nuevas especialidades de ingeniería, se impulsó la investigación, se crearon institutos y se recibió importante apoyo internacional. En los 50s y 60s nuestra Universidad vivió una etapa de expansión y muy alto prestigio en la sociedad peruana, quizás su mejor momento a lo largo del siglo XX.
Renovando nuestros compromisos
Actualmente, en la segunda década del siglo XXI y viviendo nuestro aniversario número 136, volvemos nuestra mirada a la realidad nacional con los mismos ojos que tenían los estudiantes en los tiempos de Habich, cuando cada promoción realizaba excursiones técnicas para identificar desafíos en las diferentes regiones y proponer soluciones. Ahora como entonces, nuestro propósito es formar ingenieros con capacidad para resolver problemas. En ese sentido, lo primero que percibimos es que el Perú tiene que convertir en esta época y en esta generación, sus ventajas comparativas, derivadas de las múltiples riquezas naturales existentes, en ventajas competitivas, producidas por el conocimiento.
De ahí se deriva la obligación que tenemos de preparar personal calificado del más alto nivel internacional, con base científica y tecnológica y habilidades para asumir el liderazgo. La calidad de la enseñanza en la UNI es una obligación, pues quienes ingresan a estas aulas constituyen una elite de la juventud del pueblo peruano; han superado la alta valla de una fuerte competencia y un riguroso examen de selección, cuyos resultados se perderían si no garantizamos al estudiante la mejor enseñanza posible en el Perú, que le permitirá, una vez egresado, trascender tanto dentro como fuera del país. La trascendencia, es decir, el aporte relevante a la sociedad, es el cuarto principio básico de nuestra formación, el primero es que cada alumno sepa ser como persona; el segundo, que tenga el saber especializado correspondiente, y el tercero, saber hacer, es decir, aplicar el conocimiento.
Así como en el siglo XIX, según el reglamento fundacional de la Escuela se propugnaba la formación de «directores y conductores», hoy nuestra responsabilidad es formar los líderes, ingenieros, científicos y arquitectos, con base científica y tecnológica que contribuirán a desplegar las ventajas competitivas indispensables en la economía global del siglo XXI.
En las últimas décadas del siglo XX la UNI ha tenido una importante deficiencia en infraestructura académica y por eso, estamos empeñados durante los últimos años en responder a este desafío de manera que podamos ofrecer tan pronto como sea posible una infraestructura comparable con las mejores universidades de la región sudamericana y ciertamente, la mejor del Perú; menos que eso, no es aceptable. La UNI debe tener el más alto nivel de laboratorios universitarios existentes en el Perú en cada especialidad y paralelamente es su obligación participar en el liderazgo de los proyectos de investigación y desarrollo científico y tecnológico con fines productivos que la sociedad establezca a nivel nacional.
Uno de los proyectos que encarna esta voluntad es la Nueva Sede de la Biblioteca Central de próxima inauguración, que no es meramente un almacén de libros, sino un centro de recursos informativos en todos los formatos. Con esta obra la UNI ingresa en la era de la utilización a plenitud de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Adicionalmente cabe señalar que la infraestructura existente en el campus ha comenzado una expansión y transformación como no se veía desde hace mucho tiempo; puede decirse sin exageración que si se mantiene este ritmo, dentro de pocos años el campus resultante será en gran medida renovado y con el agregado fundamental de equipos de laboratorio de nivel internacional. Un indicio de ello es que la inversión en instrumentos de laboratorio durante el año 2011 prácticamente ha multiplicado por diez lo que se invertía hace unos años.
Así como requerimos de calidad en la enseñanza, igualmente tenemos el mismo propósito en la segunda gran tarea del quehacer universitario: la investigación. Aunque lamentablemente los recursos proporcionados por el MEF para investigación son tradicionalmente muy pequeños, hemos podido abrirnos camino captando algunos fondos concursables nacionales e internacionales. El primer ejemplo son los recursos del FINCyT y CONCYTEC que han permitido diseñar y construir casas bioconfortables a alturas superiores a los 3000 metros sobre el nivel del mar y cuyo concepto es aprovechar la fuerte radiación solar diurna para proporcionar calefacción durante la noche. Otro ejemplo es el concurso internacional organizado por el Gobierno Japonés ganado por nuestro CISMID por un monto de cinco millones de dólares aportados por la Agencia de Cooperación Japonesa. Después de una larga gestión y cuando ya vamos en el tercer año del proyecto, el Ministerio de Economía y Finanzas, finalmente ha comenzado a proveer la contraparte peruana y se ha aprobado que la Presidencia del Consejo de Ministros incorpore al CISMID en calidad de ente orientador en políticas de mitigación de desastres.
Nuestro conocimiento y experiencia como parte de la comunidad académica nacional permite concluir que casi es inexistente la inversión que el Estado dedica a promover la ciencia y la tecnología: apenas el 0.11% del PBI, detrás de los demás países de América Latina. Al respecto, tenemos clara en la memoria la visita del ingeniero Salomón Lerner, egresado de nuestra casa de estudios, en agosto pasado y por entonces Presidente del Consejo de Ministros, donde dijo que el actual gobierno tiene la perspectiva de elevar en el menor número de años posible la inversión hasta el promedio latinoamericano que es del 0.7%. La UNI sostiene que la sociedad peruana requiere de una estrategia de trabajo conjunto entre la universidad la empresa y el Estado, para crear ciencia, tecnología e innovación a efectos de producir y exportar con valor agregado.
El Perú posee ingentes recursos naturales y una extensa producción primaria, principalmente minera que sustenta en gran parte las exportaciones. Nuestra Universidad asume una responsabilidad al respecto enfatizando al país que la actividad minera solo puede y debe realizarse en nuestro tiempo si es que incluye en el presupuesto de inversión los recursos necesarios para reducir el impacto ambiental de la explotación y a la vez, aportar al desarrollo del país y en especial de la región donde se encuentra el yacimiento. En buena medida podría decirse que para que la minería vaya, tienen que asegurarse primero la protección ambiental y la responsabilidad económica y social a favor de la población.
Así como nos interesa la calidad en la enseñanza y en la investigación, debemos tener presente la proyección social que en este momento se entiende en términos de inclusión social. En este plano la Universidad Nacional de Ingeniería está llegando a poblados en todo el territorio nacional, ofreciendo capacitación gratuita en tecnologías de la información y las comunicaciones así como manejo de Internet, a poblaciones económicamente desfavorecidas. Gracias a los esfuerzos del CEPS y de INICTEL, la UNI está presente en muchas regiones del país, llevando tecnologías a poblaciones que viven algún tipo de exclusión por razones económicas o por discapacidad. Se trata de un aporte a la inclusión social. Que mantendremos y acrecentaremos en el futuro.
Una invocación
Para finalizar, hago presente una vez más la cercanía entre la UNI y Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a las cuales los pueblos del Perú tienen en la más alta estima y por consiguiente esperan de ellas nada menos que lo mejor expresado en líderes que aportarán al crecimiento y el desarrollo de envergadura del país, a su modernización productiva, a las mejores condiciones de vida y todo ello en una sociedad de ciudadanos.
No me queda más que agradecer a cada uno de ustedes por su asistencia a esta sesión solemne de aniversario.
Viva la UNI.
Viva el Perú.
Doctor Aurelio Padilla Ríos
Rector UNI
23 de julio del 2012, Campus UNI.

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