Manuel Burga
Parece indudable que cinco candidatos conforman el grupo de los considerados grandes. Los seis restantes, los pequeños, constituyen un grupo heterogéneo, de donde aparentemente no saldrán sorpresas, ni el temido outsider. Sin embargo, estos seis son eficaces distractores, que efectivamente, con sus desplantes, sueños y radicalismos, perturban al electorado si quisiera escuchar un poco más las voces de los grandes.
Eso quisiera hacer esta vez, ingresar –desde mi experiencia personal– a ciertos detalles de los cinco primeros, para conocerlos mejor. No causa sorpresa que Alejandro Toledo siga encabezando las encuestas, aunque con una ligera tendencia a la baja. Su gobierno, sin lugar a dudas, redefinió nuestra estructura económica primaria exportadora con la promoción de los famosos TLC y así nos dejó. Llamó la atención su capacidad de rodearse de ministros y funcionarios de calidad y terminó con una cierta imagen de mandatario, pero no con una buena imagen personal.
Keiko Fujimori es un desafío a la política, la democracia y el sentido común. Es un símbolo del autoritarismo de los 90 y sin embargo aparece montada en un proceso democrático prometiendo más democracia, sin importarle que su padre haya sido juzgado, sentenciado y puesto en prisión como su socio Montesinos. Es comprensible la gratitud popular, la identificación con el Chino, pero es difícil entender el alto porcentaje de respaldo a su candidatura. ¿Dónde quedó la indignación ante la megacorrupción fujimorista comprobada?
Luis Castañeda a medida que más habla más cae en las encuestas. ¿Quiere hacer del Perú lo que hizo de Lima? Donde hay obras aún sin terminar, que en general no han creado una mejor calidad de vida urbana. Casi ya no recordamos la construcción del intercambio vial Venezuela sobre Universitaria, pero los que estuvimos cerca podemos decir que se trata de un proyecto de 1995, que fue asumido sin reactualizarlo, utilizando más la prepotencia que la seriedad tecnocrática. Resultado: una obra inconclusa a la que le falta una oreja vehicular para que funcione a plenitud, la que hubiera hurtado un 8% del campus de San Marcos. ¿Esto quiere hacer con el país?
El 2006, cuando la Alianza Estratégica de Universidades organizó el debate presidencial después de la primera vuelta, recuerdo que Ollanta Humala llegó tarde al Museo de Pueblo Libre y al entrar casi me increpó por haber declarado, en una entrevista, que todo nacionalismo es inclusivo y no excluyente, como el que él pregonaba. El comandante evidentemente ha cambiado, han menguado sus arrebatos y chavismo, ahora parece más un nacionalista impaciente que un rebelde temerario, lo que explicaría que en los próximos días ocupe el tercer lugar y por qué no el segundo.
Conocí a PPK cuando fui rector de San Marcos y descubrí que era hijo de Maxime Kuczyn-ski-Godard, el médico salubrista de San Fernando, cuyos libros y ensayos muchos hemos leído desde la historia y la antropología. Para mi sorpresa consideraba a San Marcos como una universidad verdadera, por su complejidad y población estudiantil, y no una farsa, como varias universidades negocio que habían tomado nombres pomposos para aparecer mejor, me indicaba. No me sorprende su aprecio por la educación, la investigación y el desarrollo nacional. ¿Podrá ser el outsider en las próximas semanas?
Todos hablan de un Estado que brinde educación, salud y seguridad. También de buenos salarios, caminos rurales, integración y hasta de una reforma del Estado. Pero lo que más sorprende es que hablan de transitar del modelo primario exportador a un modelo industrial. Si esto es verdad, bienvenido sea el debate después de la segunda vuelta, en que los peruanos evaluarán la calidad de las propuestas. No para elegir el mal menor, sino al que enarbole las propuestas más verosímiles.
Nota: Un inadvertido error que se produjo el día de ayer atribuyó la columna Buen romance a Manuel Burga. Dejamos constancia que su autor es Carlos Reyna.
Fuente: La República
Parece indudable que cinco candidatos conforman el grupo de los considerados grandes. Los seis restantes, los pequeños, constituyen un grupo heterogéneo, de donde aparentemente no saldrán sorpresas, ni el temido outsider. Sin embargo, estos seis son eficaces distractores, que efectivamente, con sus desplantes, sueños y radicalismos, perturban al electorado si quisiera escuchar un poco más las voces de los grandes.
Eso quisiera hacer esta vez, ingresar –desde mi experiencia personal– a ciertos detalles de los cinco primeros, para conocerlos mejor. No causa sorpresa que Alejandro Toledo siga encabezando las encuestas, aunque con una ligera tendencia a la baja. Su gobierno, sin lugar a dudas, redefinió nuestra estructura económica primaria exportadora con la promoción de los famosos TLC y así nos dejó. Llamó la atención su capacidad de rodearse de ministros y funcionarios de calidad y terminó con una cierta imagen de mandatario, pero no con una buena imagen personal.
Keiko Fujimori es un desafío a la política, la democracia y el sentido común. Es un símbolo del autoritarismo de los 90 y sin embargo aparece montada en un proceso democrático prometiendo más democracia, sin importarle que su padre haya sido juzgado, sentenciado y puesto en prisión como su socio Montesinos. Es comprensible la gratitud popular, la identificación con el Chino, pero es difícil entender el alto porcentaje de respaldo a su candidatura. ¿Dónde quedó la indignación ante la megacorrupción fujimorista comprobada?
Luis Castañeda a medida que más habla más cae en las encuestas. ¿Quiere hacer del Perú lo que hizo de Lima? Donde hay obras aún sin terminar, que en general no han creado una mejor calidad de vida urbana. Casi ya no recordamos la construcción del intercambio vial Venezuela sobre Universitaria, pero los que estuvimos cerca podemos decir que se trata de un proyecto de 1995, que fue asumido sin reactualizarlo, utilizando más la prepotencia que la seriedad tecnocrática. Resultado: una obra inconclusa a la que le falta una oreja vehicular para que funcione a plenitud, la que hubiera hurtado un 8% del campus de San Marcos. ¿Esto quiere hacer con el país?
El 2006, cuando la Alianza Estratégica de Universidades organizó el debate presidencial después de la primera vuelta, recuerdo que Ollanta Humala llegó tarde al Museo de Pueblo Libre y al entrar casi me increpó por haber declarado, en una entrevista, que todo nacionalismo es inclusivo y no excluyente, como el que él pregonaba. El comandante evidentemente ha cambiado, han menguado sus arrebatos y chavismo, ahora parece más un nacionalista impaciente que un rebelde temerario, lo que explicaría que en los próximos días ocupe el tercer lugar y por qué no el segundo.
Conocí a PPK cuando fui rector de San Marcos y descubrí que era hijo de Maxime Kuczyn-ski-Godard, el médico salubrista de San Fernando, cuyos libros y ensayos muchos hemos leído desde la historia y la antropología. Para mi sorpresa consideraba a San Marcos como una universidad verdadera, por su complejidad y población estudiantil, y no una farsa, como varias universidades negocio que habían tomado nombres pomposos para aparecer mejor, me indicaba. No me sorprende su aprecio por la educación, la investigación y el desarrollo nacional. ¿Podrá ser el outsider en las próximas semanas?
Todos hablan de un Estado que brinde educación, salud y seguridad. También de buenos salarios, caminos rurales, integración y hasta de una reforma del Estado. Pero lo que más sorprende es que hablan de transitar del modelo primario exportador a un modelo industrial. Si esto es verdad, bienvenido sea el debate después de la segunda vuelta, en que los peruanos evaluarán la calidad de las propuestas. No para elegir el mal menor, sino al que enarbole las propuestas más verosímiles.
Nota: Un inadvertido error que se produjo el día de ayer atribuyó la columna Buen romance a Manuel Burga. Dejamos constancia que su autor es Carlos Reyna.
Fuente: La República
No hay comentarios:
Publicar un comentario