domingo, 21 de diciembre de 2014

Eduardo Hochschild: “Obviamente, con la universidad no es que gane plata, pierdo una bestialidad, pero me encanta”

Eduardo Hochschild. Ingeniero. Estudió en la Universidad de Tufts, en Boston, EE.UU. Presidente Ejecutivo en Hochschild Mining. Fundador de la Universidad de Ingeniería y Tecnología del Perú (UTEC).
Texto: Ana Núñez.
Foto: Omar Lucas.
Es difícil que Eduardo Hochschild conceda una entrevista. Después del traumático episodio en el que su padre perdió la vida (1998), el ingeniero formado en Estados Unidos prefirió tener una vida discreta, de perfil absolutamente bajo y alejado de los medios. En los últimos 16 años se reconstruyó, encaminó la gran compañía minera que lleva su apellido y las otras de cemento, y hace un par de años se embarcó en la fundación de una universidad como continuación de los proyectos educativos que sembró su padre. Solo por ello, por ese sueño, Eduardo Hochschild ha decidido volver a la palestra. 
Monseñor Bambarén, amigo de su familia, comentó una vez que tras el incidente en el que fallece su padre,  usted comenzó a valorar más al ser humano. Que desde entonces, tuvo claro que lo más importante no es el dinero, sino la gente. 
Eso sí, de todas maneras. No sé si fue por mi padre, por mi educación jesuita o por quien soy, pero efectivamente creo más en la persona. Creo que es bonito darle la oportunidad a la gente y eso es lo que buscan Tecsup y UTEC: valorar a la persona por lo que puede dar. Si le damos a cada quien la oportunidad que necesita para surgir, el mundo va a cambiar, y ese mundo es el que hay que dejar para mañana. El primer puesto del examen de admisión de la UTEC lo sacó un chico del Colegio Mayor. Nosotros entregamos un crédito educativo, pero aún así nos dijo: "no puedo, no tengo plata ni para el ómnibus". Entonces le dije "de eso me encargo yo, pero tú vas a estudiar". El chico es brillante. A ellos hay que ayudar.
¿Qué siente cuando lee o escucha el concepto que tiene la gente de los empresarios? En el imaginario colectivo de los peruanos, los grandes empresarios son seres fríos a los que sólo les importa el dinero.  

Mira, yo no puedo cambiar lo que la gente percibe, lo que la gente piensa. Le estaba comentando a mi esposa que le he dedicado un poco de tiempo a la universidad este año y me dice: "Eduardo, le has dedicado entre el 80 y el 90 por ciento de tu tiempo". Obviamente, con la universidad no es que uno gane plata; por el contrario, pierdo una bestialidad de dinero, pero me encanta. Qué pueda pensar la gente, la verdad que me es imposible saber o tratar de entender. Yo te puedo decir lo que yo creo. Yo creo en la gente, creo que podemos hacer algo y que todos tenemos que hacer algo y creo que la universidad cambia la vida de las personas. El 97 por ciento de los graduados de Tecsup tiene trabajo y estoy convencido de que los graduados de UTEC también van a tenerlo. La universidad cambia la vida a la gente.
Están por inaugurar la nueva sede  de la UTEC, que es una institución nueva, pero el grupo Hochschild tiene 30 años en este rubro. ¿Qué hace un minero metido en el tema educativo? 
¿Estás tratando de buscar un objetivo económico? Ninguno. Es devolverle a la sociedad parte de lo que nos ha dado. De verdad que es la alegría profunda de ver, por ejemplo, cómo el primer graduado de Tecsup Trujillo está trabajando ahorita y tiene un puestazo en Caña Brava. Ver a esa persona cómo realmente comienza a surgir, cómo sus sueños los puede hacer realidad. Creo que al final de cuentas es eso. Nosotros pasamos efímeramente por este mundo y si en ese camino podemos ayudar a alguien más a lograr su sueño... Tecsup está ayudando a unas 800 personas cada año y UTEC va a tener alrededor de mil alumnos anualmente; estamos hablando de ayudar a casi 2 mil personas a lograr sus sueños, a surgir. Yo digo que el hecho de no tener plata ya no es una excusa para no estudiar y, quien se gradúe, tendrá trabajo. Y buenos trabajos. Entonces, es con tu esfuerzo llegar a la meta. ¿Qué buscamos nosotros? Eso.
Este emprendimiento en favor de la educación fue iniciado por su padre, que en 1984 crea Tecsup. Usted lo está ampliando. ¿Es una de sus mayores herencias?
Era una linda obra que había que seguir. Cuando falleció mi papá, existía Tecsup Lima, que ya estaba con maquinaria algo obsoleta porque ya llevaba algunos años, y Tecsup Arequipa, que estaba comenzando. Ahora hemos abierto bastantes sedes en el Perú. Obviamente, la semilla la puso mi padre que comienza con esto el año 82, en verdad. Pero teníamos que pasar a la siguiente etapa, y ya la hemos pasado al hacer la universidad, que comenzó hace dos años con algunos cursos, y el campus lo inauguramos ahora, el 29 de diciembre.
¿Si ya tenían Tecsup, por qué embarcarse en UTEC?
Tecsup brinda carreras técnicas de tres años, que tiene una gran diferencia con una universidad de cinco años. Ambas tienen como base que el que no tiene dinero va a estudiar. Obviamente, tres años de cursos es más fácil que una universidad de cinco, lo reconozco, pero son dos caminos distintos que existen en todas partes del mundo y que en todas las empresas se necesitan. La UTEC es una cosa más desarrollada de la ingeniería, la parte de creación, de diseño. En UTEC hemos logrado asociaciones con Harvard, con el MIT (Massachusetts Institute of Technology), con la Purdue University, con la Universidad de Nuevo México, con la Ruiz de Montoya, con la Universidad del Pacífico... 
Es extraño hablar o encontrar un proyecto educativo cuya principal preocupación sea realmente el desarrollo del alumno en un país en el que la educación es un negocio...
Hummm... Estaba hablando con la gente de Harvard y del MIT, y les pregunto por qué me están ayudando tanto. Me responden "porque no hay proyectos así". Y no hablan solo del Perú... El compromiso de empresas que estén dispuestas a apoyar en educación no se está dando, y no es solo en el Perú. Nosotros tenemos un concepto de que el Perú tiene todo un camino en la educación y es cierto, pero los problemas en la educación son a nivel mundial. En este momento hace falta adecuarla al mundo moderno y eso buscamos, que la educación sea holística, sea con creatividad, sea diferente, además de darle acceso al que se esfuerza, al que quiere. En UTEC tenemos como compromiso que todo alumno tiene que tomar clases de Arte, pero no para que aprenda a pintar, sino para exponerlo a la parte creativa. Un ingeniero no puede quedarse solo en ese cuadradito que es la ingeniería, tiene que abrirse. Lo que estamos buscando son ingenieros que realmente formen parte de nuestra sociedad.
Tenemos problemas en la educación, que son acrecentados por la proliferación de universidades con poca calidad educativa. 
Me es difícil hablar de algo que los demás están haciendo. Nosotros estamos tratando de llegar y por eso tenemos en el directorio de UTEC a buena cantidad de empresarios, y no solo porque nos están dando plata, sino porque queremos solucionar problemas. Queremos que nuestros ingenieros sí vayan a la raíz de los problemas que vivimos acá  y ayuden a solucionarlos. Estas grandes universidades creen en nosotros. Nosotros le estamos dando la mejor educación a todos nuestros alumnos y ya depende de ellos si logran o no seguir el camino que quieren. Como decía el decano de Ingeniería de Harvard: "es más fácil entrar a Harvard por UTEC que postulando a Harvard".
Usted es ingeniero y ha fundado una universidad para crear ingenieros. ¿Empata esto con la oferta laboral, con lo que requiere nuestro país? ¿Necesitamos más ingenieros?
Muchísimos más. Con respeto a las demás profesiones: los países se desarrollan en base a sus tecnologías. Eso es lo que ha hecho a Estados Unidos grande, a Europa grande, a Japón grande. Ellos llevan la delantera del desarrollo. Nosotros necesitamos ingenieros para tomar esa delantera. Tenemos la gran ventaja de que el MIT ha escogido a UTEC como su campus emblemático en América Latina. O sea, tenemos la fuerza del MIT en el Perú ahorita. Están llamando de Chile para mandar alumnos al Perú, cosa que suena bonito, ¿no? Harvard también nos está escogiendo como su universidad emblemática. Eso nos va a permitir hacer investigación y desarrollo en el Perú, que es lo que necesitamos  y lo que realmente te lleva a la siguiente dimensión como universidad y como país. UTEC ya ha presentado varias patentes, ya ha presentado bastantes papers... y eso que aún no tenemos un solo graduado.
Nos contó durante la entrevista que su esposa le ha dicho que dedica el 80 o 90 por ciento de su tiempo a la UTEC. ¿Últimamente es más educador que empresario minero?
(Ríe) Este último año, sin ninguna duda...
(Interviene Ana Sofía, una de sus hijas, que nos ha acompañado durante la conversación) Solo habla de UTEC. ¡Todo el tiempo! 
(Hochshild ríe) Lo que pasa es que el gerente general (Carlos Hereen) entró recién en enero y este año ha sido el año en que hemos firmado con Harvard, con MIT, con Colorado School of Mine, con todos. De verdad que ha sido el año de construir el campus, de poner todo. Ha sido un año de locos. Estaba hablando con la gente de la Universidad del Pacífico y me dicen "¿Cómo han logrado ser la primera universidad en firmar con Harvard cuando no tienen un solo graduado y no son una universidad de economía, sino una universidad de ingeniería?". Entonces, sí, le he dedicado el tiempo porque si les tocas y les tocas la puerta, al final te reciben.
Su primera incursión minera fue a los veintitantos años en Arequipa, adonde lo mandó su padre a comenzar prácticamente "desde cero".
Sí, cuando me gradúo de la universidad de Boston, donde estudié Ingeniería, le digo a mi papá que quería trabajar en la compañía. Me dice "vente pues, sitio hay, te puedes ir a trabajar en Arcata", que queda en las alturas de Arequipa, como le dije a un amigo, de donde el diablo perdió el poncho, diez kilómetros adentro. Entré a trabajar en seguridad. Ahí hice mis primeros pinitos, ahí aprendí lo que era la verdad de trabajar, y aprendí más en ese par de años que estuve ahí arriba (en la mina), que en toda mi educación anterior.
Dos lecciones en una, la que le dio su padre. Una, sobre minería y otra, sobre la vida, la humildad. 
La pasé muy bien allá. La verdad que me hice amigo de todos los obreros, los ingenieros. Pasaba meses...
Ahora tenemos un sistema de dos semanas arriba (en la mina) y una abajo (en la ciudad). En esa época, eran seis meses arriba y no bajabas. Entonces, de verdad que uno aprendió a estar con ellos. Ahí aprendí la ingeniería de la vida real. Entrar al socavón demandaba bastante ejercicio, con lo cual estaba en muy buen estado físico, y era algo muy agradable también.
¿Y qué análisis hace de la minería en momentos en que se han desplomado los precios de los metales, el desarrollo de la actividad está marcado por conflictos sociales, y el ministro de Economía habla de buscar actividades alternas para enfrentar la desaceleración económica? 
La minería tiene sus altibajos y siempre los va a tener. Eso es algo que ya hemos vivido. Hemos tenido un alto bastante largo, y yo creo que va a regresar en algún momento. Ahorita nos está tocando un bajón fuerte, tenemos que ajustarnos. Yo siempre he tenido una política: cuando hay, uno da. Y las comunidades aledañas lo han entendido, y los obreros también. Cuando ha habido, ha habido para todos. Ahora que no hay, no hay. Punto. Ojalá me lo entiendan. Creo que cuando ha habido, la minería –y nosotros– hemos compartido. Ahora que no hay, es tiempo de apretarse un poquito el cinturón y esperar que el ciclo vuelva. Y va a volver. 
Y el tema de los conflictos...
...Nosotros hacemos minería subterránea, con lo cual la parte del medio ambiente es distinta que cuando tienes un tajo abierto. Estamos abriendo una mina ahorita en el sur del Perú, pero también subterránea. Eso nos gusta, porque son de impacto menor y obviamente es más amigable no solo con el medio ambiente, sino con las comunidades. Creo que hay que diferenciar. Uno habla de la minería como una cosa en general, pero hay minería metálica, minería de tajo abierto, minería subterránea... A mí me gusta la subterránea justamente porque una buena parte de los relaves que genera, los vuelve a meter, con lo cual tu exposición al exterior y el impacto es menor.
Lamentablemente, hay mineras que han tenido comportamientos muy cuestionables y eso ha generado cierto rechazo hacia toda la actividad.
Como te digo, nosotros buscamos ese tipo de minería que es más discreta e impacta menos, con lo cual probablemente sea más fácil llevarse bien con las comunidades. Igual, siempre se debe dialogar. A algunos les gustará y a otros les gustará menos. Eso nos va a pasar a todos, pero siempre se puede dialogar. 
Entonces, ¿usted cree que esta situación baja de la minería va a revertirse.
No me cabe duda alguna. Pero mira, hablamos de que el Perú depende de la minería y el gran crecimiento de Estados Unidos es por el petróleo. Una economía tan desarrollada como Estados Unidos le debe su recuperación económica al petróleo. Las materias primas son la base de nuestra vida. Si las tenemos, hay que disfrutarlas. Estados Unidos las está disfrutando y tiene tremendo crecimiento. Japón no las tiene y no logra crecer. No tiene nada de malo. Que nosotros tengamos minerales, pues fabuloso. Desarrollemos los pueblos aledaños, desarrollemos carreteras, aeropuertos, y fomentemos otro tipo de industrias, pero la minería es básica en el Perú, igual que en Estados Unidos. 
¿Siempre seremos un país eminentemente minero?
Sí, y podemos desarrollar otras cosas también, pero si la minería está en nuestro ADN, ¿por qué le vamos a dar la espalda a algo que genera tanta riqueza? Lo que pasa es que hay que usar esa riqueza para desarrollar otras cosas, pero no matar a la gallina de los huevos de oro.
¿Es compatible una minería responsable con todos los esfuerzos que se están haciendo por luchar contra el cambio climático?
Mi respuesta es que sí, sin lugar a dudas. Lo que pasa es que hay que hacerlo de una manera más ordenada y creo que somos varios que ya lo estamos haciendo. Es simplemente seguir las leyes. Si las leyes se siguen, el impacto va a ser muy reducido. Que se puede hacer, se puede hacer. Y que el mundo necesita de los metales, los necesita. Es cuestión de hacer una extracción de una manera más amigable. 
 
Fuente: La Republica

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