Por Manuel Burga
En realidad debería decir adiós a la vieja universidad europea. Muchos deben haber reparado en las movilizaciones de estudiantes universitarios en Londres y la agresión al automóvil donde se encontraban el príncipe Carlos y su esposa Camila. Acto inusual, pero muy frecuente en los meses pasados, en Italia, España y muchos otros países europeos. ¿Qué es lo que realmente sucede en la universidad europea, en particular en la Educación Superior (ES) británica, tan prestigiada y tan bien posicionada en los rankings internacionales? Este debería ser un tema de interés en nuestro país, para todos, si queremos encontrar una solución segura para el futuro de nuestra ES, que es el de nuestro país.
El 2009, el Primer Ministro inglés encargó a Lord John Browne hacer un estudio sobre la sostenibilidad futura del sistema de financiamiento de la ES británica. Browne reunió a un equipo de expertos, acumuló información, nacional e internacional, y pronto concluyó que el actual sistema británico, público en su casi totalidad, no tenía un futuro sustentable. El informe de este equipo, Asegurando un futuro sustentable para la Educación Superior, de 60 páginas, que se encuentra a disponibilidad de cualquier lector (www.independent.gov.uk), propone la reducción de la inversión pública en ES y el incremento de las pensiones de 7500 a 13500 libras al año. Un informe simple, pero muy técnico y teórico. Los jóvenes de las familias menos afortunadas, con esta Reforma, pueden acudir, en adelante, a préstamos públicos para financiar sus estudios, en la universidad que ellos elijan, y luego devolverlos, cuando tengan un trabajo decente que les permite afrontar esas deudas.
Esta reforma que parece invadir Europa, paradójicamente pretende, como objetivo central, mejorar la calidad de la ES, democratizarla, volverla más competitiva, favorecer a los estudiantes a medio tiempo y aumentar la cobertura en un 10%. Una reforma, en las palabras de Lord Browne, a la que no estamos acostumbrados, que crea un sistema de regulación donde los estudiantes juegan un papel importante de agentes económicos del mercado educativo, con ojos para elegir, sin descuidar la enseñanza, la formación profesional y la investigación. Lo único que me queda claro es que esta reforma podría desaparecer los últimos vestigios de la conocida gratuidad de la ES pública en la vieja universidad británica.
Nosotros marchamos en otra dirección: se mantiene la gratuidad, paradójicamente acompañada por una reducción de la inversión estatal, sin crear ningún mecanismo efectivo de regulación, ni de fomento de la calidad. La libre elección de los estudiantes está distorsionada por que los pobres van a las públicas y las clases medias o pudientes a las privadas: el ingreso es muy difícil para los primeros y muy fácil para los segundos.
Esta reforma inglesa parte de la premisa que la ES es clave para el futuro de Inglaterra, como economía y como civilización. Por eso quizá el gobierno encargó a expertos un estudio, una propuesta de reforma, luego la sometió a las cámaras legislativas, donde, luego de un alborotado debate, contra viento y marea, fue finalmente aprobado.
¿Qué sucede en nuestro país? La Comisión de Educación del Congreso, en los últimos 10 años, brilla por su inutilidad, no ha producido ninguna idea, documento importante, ni tampoco lo ha encargado a expertos. Se ha limitado al tema político, del juego de intereses, de la elección de las autoridades, pero lo fundamental, el financiamiento, la participación del Estado, ha sido dejado de lado, porque no hay una propuesta integral y de esa manera seguimos en la ley 23733, en 1983, ya que cualquier viento renovador es detenido inmediatamente por los lobbies de las universidades empresa que penetran profundamente al Congreso y al gobierno central.
Fuente: La República.pe
En realidad debería decir adiós a la vieja universidad europea. Muchos deben haber reparado en las movilizaciones de estudiantes universitarios en Londres y la agresión al automóvil donde se encontraban el príncipe Carlos y su esposa Camila. Acto inusual, pero muy frecuente en los meses pasados, en Italia, España y muchos otros países europeos. ¿Qué es lo que realmente sucede en la universidad europea, en particular en la Educación Superior (ES) británica, tan prestigiada y tan bien posicionada en los rankings internacionales? Este debería ser un tema de interés en nuestro país, para todos, si queremos encontrar una solución segura para el futuro de nuestra ES, que es el de nuestro país.
El 2009, el Primer Ministro inglés encargó a Lord John Browne hacer un estudio sobre la sostenibilidad futura del sistema de financiamiento de la ES británica. Browne reunió a un equipo de expertos, acumuló información, nacional e internacional, y pronto concluyó que el actual sistema británico, público en su casi totalidad, no tenía un futuro sustentable. El informe de este equipo, Asegurando un futuro sustentable para la Educación Superior, de 60 páginas, que se encuentra a disponibilidad de cualquier lector (www.independent.gov.uk), propone la reducción de la inversión pública en ES y el incremento de las pensiones de 7500 a 13500 libras al año. Un informe simple, pero muy técnico y teórico. Los jóvenes de las familias menos afortunadas, con esta Reforma, pueden acudir, en adelante, a préstamos públicos para financiar sus estudios, en la universidad que ellos elijan, y luego devolverlos, cuando tengan un trabajo decente que les permite afrontar esas deudas.
Esta reforma que parece invadir Europa, paradójicamente pretende, como objetivo central, mejorar la calidad de la ES, democratizarla, volverla más competitiva, favorecer a los estudiantes a medio tiempo y aumentar la cobertura en un 10%. Una reforma, en las palabras de Lord Browne, a la que no estamos acostumbrados, que crea un sistema de regulación donde los estudiantes juegan un papel importante de agentes económicos del mercado educativo, con ojos para elegir, sin descuidar la enseñanza, la formación profesional y la investigación. Lo único que me queda claro es que esta reforma podría desaparecer los últimos vestigios de la conocida gratuidad de la ES pública en la vieja universidad británica.
Nosotros marchamos en otra dirección: se mantiene la gratuidad, paradójicamente acompañada por una reducción de la inversión estatal, sin crear ningún mecanismo efectivo de regulación, ni de fomento de la calidad. La libre elección de los estudiantes está distorsionada por que los pobres van a las públicas y las clases medias o pudientes a las privadas: el ingreso es muy difícil para los primeros y muy fácil para los segundos.
Esta reforma inglesa parte de la premisa que la ES es clave para el futuro de Inglaterra, como economía y como civilización. Por eso quizá el gobierno encargó a expertos un estudio, una propuesta de reforma, luego la sometió a las cámaras legislativas, donde, luego de un alborotado debate, contra viento y marea, fue finalmente aprobado.
¿Qué sucede en nuestro país? La Comisión de Educación del Congreso, en los últimos 10 años, brilla por su inutilidad, no ha producido ninguna idea, documento importante, ni tampoco lo ha encargado a expertos. Se ha limitado al tema político, del juego de intereses, de la elección de las autoridades, pero lo fundamental, el financiamiento, la participación del Estado, ha sido dejado de lado, porque no hay una propuesta integral y de esa manera seguimos en la ley 23733, en 1983, ya que cualquier viento renovador es detenido inmediatamente por los lobbies de las universidades empresa que penetran profundamente al Congreso y al gobierno central.
Fuente: La República.pe
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