Aunque pasó desapercibido, incluso para muchos arquitectos, en el 2010 se cumplieron cien años de la formación institucionalizada de los arquitectos, que se inició con la creación de la Sección de Arquitectos Constructores en la entonces Escuela de Ingeniería Civil.
La enseñanza de la arquitectura ha sido un proceso evolutivo. Los momentos más significativos han sido: creación de la sección de arquitectos constructores (1910), separación de la carrera de ingeniería (1931), reforma de la enseñanza (1946), creación de nuevas facultades (década de 60), impacto de la globalización (década del 90) y los desafíos conceptuales y tecnológicos de ahora.
Cuando se inicia la formación de los arquitectos, la antigua Escuela de Ingenieros funcionaba en el desaparecido local de Espíritu Santo. En 1945 la institución se mudó a su sede del Rímac y es allí donde, al iniciarse la década del 50 y en gran parte debido al entusiasmo de Fernando Belaunde y la colaboración de profesores y alumnos, la Facultad de Arquitectura se abocó a la construcción de su propia sede. Pocas edificaciones expresan las exigencias funcionales que originaron su construcción, la racionalidad como enfoque y los valores espaciales, técnicos y formales como esa obra. Su centro espacial era la biblioteca, paso obligado para ir a los talleres, centro de la actividad académica. Es preciso subrayar que la biblioteca estaba permanentemente actualizada con libros y revistas. Además, todos los elementos del conjunto, oficinas, aulas, talleres y auditorio, contribuían a crear el ambiente integral para la formación de los arquitectos. Cuando el crecimiento de la facultad obligó a hacer ampliaciones, se afectó solo parcialmente su esencia: actualmente se conserva como testimonio de la arquitectura limeña de hace 60 años.
Sería oportuno que las instituciones vinculadas a nuestra profesión lideraran una campaña para que se declare ese edificio como patrimonio arquitectónico de Lima. Sería, además, un homenaje a quienes como Héctor Velarde, Ricardo Malachowsky, Rafael Marquina, Fernando Belaunde, Luis Ortiz de Zevallos, Luis Miró Quesada, Santiago Agurto, entre otros, trabajaron para crear una pedagogía para la labor de transformar el espacio natural en un espacio habitable y que, con algunas modificaciones, se aplica en todas las facultades de arquitectura del país.
Fuente: http://acuerdosanmarcos.edu.pe/
La enseñanza de la arquitectura ha sido un proceso evolutivo. Los momentos más significativos han sido: creación de la sección de arquitectos constructores (1910), separación de la carrera de ingeniería (1931), reforma de la enseñanza (1946), creación de nuevas facultades (década de 60), impacto de la globalización (década del 90) y los desafíos conceptuales y tecnológicos de ahora.
Cuando se inicia la formación de los arquitectos, la antigua Escuela de Ingenieros funcionaba en el desaparecido local de Espíritu Santo. En 1945 la institución se mudó a su sede del Rímac y es allí donde, al iniciarse la década del 50 y en gran parte debido al entusiasmo de Fernando Belaunde y la colaboración de profesores y alumnos, la Facultad de Arquitectura se abocó a la construcción de su propia sede. Pocas edificaciones expresan las exigencias funcionales que originaron su construcción, la racionalidad como enfoque y los valores espaciales, técnicos y formales como esa obra. Su centro espacial era la biblioteca, paso obligado para ir a los talleres, centro de la actividad académica. Es preciso subrayar que la biblioteca estaba permanentemente actualizada con libros y revistas. Además, todos los elementos del conjunto, oficinas, aulas, talleres y auditorio, contribuían a crear el ambiente integral para la formación de los arquitectos. Cuando el crecimiento de la facultad obligó a hacer ampliaciones, se afectó solo parcialmente su esencia: actualmente se conserva como testimonio de la arquitectura limeña de hace 60 años.
Sería oportuno que las instituciones vinculadas a nuestra profesión lideraran una campaña para que se declare ese edificio como patrimonio arquitectónico de Lima. Sería, además, un homenaje a quienes como Héctor Velarde, Ricardo Malachowsky, Rafael Marquina, Fernando Belaunde, Luis Ortiz de Zevallos, Luis Miró Quesada, Santiago Agurto, entre otros, trabajaron para crear una pedagogía para la labor de transformar el espacio natural en un espacio habitable y que, con algunas modificaciones, se aplica en todas las facultades de arquitectura del país.
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