Por Nicolas Lynch
Volvemos al tema porque la creación de universidades nacionales por el Congreso de la República no cesa. Le recordamos al lector que en los últimos dos años el Congreso ha creado tres nuevas universidades nacionales, las de Jaén, Cañete y Chota, teniendo el pleno en la actualidad para debatir la creación de las universidades de Huanta, Barranca y “de la Frontera” de Sullana. Asimismo, existe un predictamen en comisión para la creación de la Universidad Ciro Alegría de Huamachuco. Esto además del Instituto Tecnológico que el Ejército absurdamente quiere convertir en Universidad. ¡Seis universidades más en camino y nueve en total! Mejor dicho nueve nuevos centros de estafa universitaria pagados por el Estado.
El Perú no tiene un problema de demanda, lo que ameritaría crear nuevas universidades, sino de oferta universitaria. Es decir, no tenemos necesidad de más centros universitarios ni de más jóvenes universitarios en relación con el rango de edad, sino de universidades pertinentes y de calidad. Universidades que enseñen e investiguen lo que el país necesita y lo hagan con un cierto nivel académico. No como ahora que la mayoría de universidades enseña cualquier cosa y la supuesta autoridad nacional universitaria avala el plagio (ver comunicado de la Universidad Católica al respecto). La obligación del Estado es financiar las universidades públicas y regular al conjunto, pero no hace ni lo uno ni lo otro. El Congreso, por su parte, usa la creación de universidades públicas para satisfacer los intereses clientelistas de sus miembros sin importarle que no haya dinero ni profesores para las mismas, cualquier improvisado a propina está bien para ellos.
Felizmente ya ha habido alguna reacción en contra. Las universidades nacionales de Piura y Trujillo, cuyos bienes quieren ser expropiados para crear algunos de estos despropósitos (Sullana y Huamachuco), han protestado en sendos comunicados. Pero al Congreso en año electoral parece que nada le hace mella y la farra continúa. Es más, tal es el descaro de estos representantes que aprueban las creaciones en el pleno por unanimidad, como si le estuvieran haciendo un bien a la patria. No hay nadie que tenga el coraje de pararse para defender a la universidad peruana.
En este contexto no es curioso que los congresistas no quieran debatir soluciones de fondo como el proyecto de ley universitaria existente. Prefieren un sistema universitario a la deriva, al que puedan morder de vez en cuando para llenar su bolsa electoral.
Diario La República
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