lunes, 1 de febrero de 2010

Matar a los enfermos como política de Estado

Por Engels Ortiz Samanamud

Tuvo que ser noticia la amputación de la pierna sana a un anciano en el Hospital Sabogal, para que los peruanos quedemos espantados de tan cruel torpeza médica.
Cuando en el 2006 en ese mismo hospital a una mujer de 72 años, que iba ser operada por un problema en el recto, terminó mutilada de sus piernas y brazo.
Pero de qué nos asombramos -si es consabido que el Sabogal es la muerte lenta y a veces súbita de cuanto enfermo que con cierta gravedad es derivado a dicho nosocomio.
Bien sabemos los huachanos que cuando sus parientes o amistades que son atendidos en el Hospital Gustavo Lanatta y de ahí son derivados al Sabogal es para ponerse a rezar porque de seguro y regresa cadáver a Huacho.
Esa es la triste realidad de la Salud Pública en el Perú de García, Toledo, Fujimori, etc; en la que unos carniceros llamados cirujanos te amputan como si estuvieran frente a la escena del descuartizamiento de Tupac Amaru, y felizmente que no te degollan, quizás algún instante de lucidez tienen que se olvidan de la cabeza.
De qué nos asombramos si en casi todos los hospitales para ser atendido tienes que sacar cita con anticipación por lo menos de dos meses y si en caso tuvieras alguna peritonitis en ciernes pues te esperas.
O si algún cáncer se está germinando en tu organismo terminan diagnosticándote presión alta o “colesterol subido”, así que tome esas pastillitas diarias que son unos genéricos o mejor dicho pastillas de yeso que en algo aliviaran su dolor.

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