lunes, 6 de mayo de 2019

Historias de éxito de peruanos que optaron por las llamadas universidades comunitarias de EE.UU.

Por: Rolando Rodrich Portugal 

Periodista y consultor de comunicación 

Para Lucymar Carbajal las cosas han pasado demasiado rápido desde que partió de Abancay en el 2008 y asumió el reto de iniciar sus estudios universitarios en el Valencia College.

Una universidad comunitaria de más de 70,000 mil estudiantes. Con instalaciones deportivas y laboratorios tecnológicos de primer nivel, muchos de ellos auspiciados por compañías como CAT, SIEMENS o Skanska, y grandes bibliotecas que funcionan como verdaderos espacios y centros de colaboración entre los estudiantes. Valencia College está ubicado en la zona de Osceola, Florida.
“Uno se adapta, el primer año es más difícil porque debemos perfeccionar nuestro inglés y uno debe acomodarse al sistema”, señala Lucymar, quién hoy es una flamante graduada de la carrera de Relaciones Internacionales y trabaja en la oficina de desarrollo internacional de la misma universidad comunitaria. “Los estudiantes peruanos estamos por todos lados y somos considerados entre los más responsables”, dice mientras nos presenta a otro estudiante peruano, Fabricio Loyola, trujillano, acaba de iniciar en la misma universidad el IEP (Intensive english program), un curso intensivo del idioma inglés con miras a iniciar una carrera universitaria en los Estados Unidos.
Las universidades comunitarias son, ciertamente, universidades especializadas y netamente técnicas que ofrecen carreras profesionales de dos años de duración y que desempeñan un papel destacado en el desarrollo de la fuerza laboral calificada que demanda hoy una de las economías más potentes del siglo XXI.
Gracias a su accesibilidad, estas instituciones educativas representan lo que podríamos llamar una verdadera democratización del saber. Son millones de estadounidenses y estudiantes extranjeros que tienen la posibilidad de obtener sus primeros créditos académicos para luego, de ser el caso, obtener una licenciatura en una institución universitaria de cuatro años.
El modelo de los community college permite que, junto con las universidades de 4 años de estudio, se puedan desarrollar acuerdos especiales para la transferencia de créditos y títulos. “Por ejemplo, en este proceso que llamamos 2+2, podemos transferir a nuestros alumnos con dos años de universidad comunitaria en Valencia College a la Universidad Central de Florida (UCF), una de las más innovadoras y rankeadas universidades del país, donde con dos años más de estudios puedes obtener una licenciatura”, señala Kathleen Plinske, vice presidenta ejecutiva de Valencia College en una reciente conferencia en Orlando, Florida.
Áreas como Washington D.C. y Orlando, con un significativo capital social comunitario, pueden construir grandes universidades y otras instituciones afines necesarias para garantizar que cada persona que se gradúa esté verdaderamente preparado para un mundo de cambio, competencia e innovación.
Por otro lado, los requisitos de admisión son más flexibles que en las instituciones educativas de cuatro años. La matrícula y las tarifas son más bajas, y la mayoría de estas universidades no requieren pruebas de admisión, salvo una prueba de inglés para fines académicos que es obligatoria para estudiantes internacionales. Estas dos características, flexibilidad y accesibilidad, conviertan a estas instituciones educativas norteamericanas en una puerta de acceso a la educación superior para todos.
En esa perspectiva, la Universidad Gallaudet, merece una mención destacada. Fundada hace más de 150 años en el área de Washington DC., bajo la firma del mismo presidente Abraham Lincoln, se ha convertido en el principal centro académico de formación e investigación sobre personas sordas y con problemas de audición.
Esta universidad comunitaria para sordos posee más de cuarenta carreras y ofrecen certificados y maestrías en artes, maestría en ciencias, doctorado y títulos especializados en una variedad de campos. Cada rincón de esta institución está adaptado para brindar servicios educativos profesionales para personas sordas.
Aldo Cornejo es un peruano excepcional, vino desde Lima a Gallaudet University en el 2005, junto a su hermano, que también es sordo, para iniciar juntos sus estudios en el English Language Institute, primero debieron aprender el lenguaje de señas en inglés.
“Antes de empezar mis estudios aquí, yo estudiaba la universidad en Perú, lo intenté más de un año y medio, pero era realmente frustrante, sobre todo no tener acceso a los profesores e instructores adecuados”, menciona Cornejo gracias a la ayuda de una interprete de lenguaje de señas que nos acompañó durante la entrevista.
En el 2013, Aldo recibió el grado de contador por la Universidad Gallaudet, y desde esa fecha ejerce su profesión en los Estados Unidos, donde ha tenido la oportunidad de hacer prácticas profesionales en instituciones financieras de alto prestigio. “El campus es impresionante y puedes observar los diferentes centros de innovación y neurociencia, puedes sentir que estudias en una institución abierta, inclusiva y con un sistema de aprendizaje visual impresionante”.
Temas como “El impacto de la tecnología en la comunidad sorda” y “La enseñanza del lenguaje de señas en inglés”, son dos puntos estratégicos para que Gallaudet University continúe la internacionalización del campus de Gallaudet, así lo dejó en claro, bajo un inspirador discurso en lenguaje de señas, la presidenta de dicha institución educativa, Roberta Cordano.
En la actualidad son alrededor de 3,889 peruanos estudiando en los Estados Unidos, muchos de ellos aprovechando las oportunidades educativas y laborales que ofrecen los más de 1,103 community colleges alrededor de los Estados Unidos, donde alrededor del 10 por ciento son estudiantes extranjeros. Para todos estos estudiantes el primer paso fue investigar qué institución académica se adapta mejor a sus necesidades académicas, financieras y personales.
La página web de Education USA es la mejor y más completa herramienta que se puede utilizar para iniciar esta búsqueda. 
Fuente: El Comercio

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