Por Andrés Oppenheimer
Ojalá me equivoque, pero temo que el devastador terremoto que azotó a Chile no sólo tendrá un trágico costo en vidas humanas, sino que también podría demorar la meta chilena de convertirse en el primer país latinoamericano que ingrese al Primer Mundo en esta década.
Es cierto que Chile ya se ha convertido en un modelo para Latinoamérica, por ser el único país de la región que ha reducido el índice de pobreza desde el 43 por ciento de la población al 13 por ciento en las últimas dos décadas. Pero si Chile lograra su objetivo de convertirse en un país desarrollado antes del final de esta década, sería un ejemplo aún más poderoso para el resto de la región.
En una entrevista reciente realizada antes del terremoto, el presidente electo chileno Sebastián Piñera me dijo: ``La gran meta que nos hemos fijado es que Chile logre en un plazo de 8 años, en el 2018, ser tal vez el primer país de América Latina que con mucho orgullo, pero también con humildad, pueda decir que `hemos derrotado el subdesarrollo, hemos derrotado a la pobreza'''.
Piñera agregó que ``Chile hoy día tiene ingresos per cápita de alrededor de $14,400 anuales, y queremos llegar a $24,000 en el año 2018, que es el umbral que separa al mundo desarrollado del mundo en desarrollo. Si somos capaces de crecer al 6 por ciento al año, que es nuestra meta, vamos a ser capaces de ser un país desarrollado en 2018''.
Pero ahora, con las enormes pérdidas de caminos, puentes y puertos causados por el terremoto de 8.8 puntos en la escala de Richter que sacudió al país el 27 de febrero, me pregunto si las metas económicas de Chile podrán ser factibles.
El terremoto afectó principalmente a las regiones, o estados, de Biobío, Maule, Araucanía, Valparaíso y O'Higgings, que incluyen grandes centros de la industria de la madera, celulosa, y el vino de Chile. Estas regiones en conjunto representan el 27 por ciento del producto bruto de Chile.
Algunos economistas predicen un aumento de la actividad económica después del terremoto, señalando que los pagos de las compañías aseguradoras, los fondos de las reservas del gobierno, la ayuda externa y préstamos internacionales para la reconstrucción harán crecer en un 5 por ciento el producto bruto este año. Pero la mayoría se muestra escéptica ante esos pronósticos tan optimistas.
Aunque aún no hay estimados oficiales de los daños causados por el sismo, los medios chilenos dicen que superan los $8,000 millones.
Para poner esa suma en perspectiva, el presidente de la Asociación de Compañías de Seguros de Chile le dijo al diario chileno La Nación que los pagos de las aseguradoras sumarán unos $2,600 millones.
En una entrevista telefónica, le pregunté a Alicia Barcena, la secretaria general de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas, si el terremoto demoraría la meta chilena de convertirse en un país desarrollado en el 2018. Barcena respondió que, por lo menos a corto plazo, la economía se va a contraer. ``Habíamos previsto que Chile iba a crecer un 3 por ciento este año. Pero ahora, no sabemos qué va a pasar. Yo creo que va a haber crecimiento, pero quizás no al nivel que estábamos pronosticando'', señaló.
Ante la misma pregunta, el principal experto del Banco Mundial sobre catástrofes naturales, Francis Ghesquiere, me dijo que Chile tenía suficientes reservas e instituciones de alta calidad como para reemplazar su infraestructura destruida, y que incluso podría terminar con una economía más eficiente una vez finalizada la reconstrucción. Pero advirtió que ese proceso llevará tiempo.
``Recuerda que el huracán Katrina ocurrió en el 2005, y cinco años más tarde todavía no se ha terminado de reconstruir toda Nueva Orleans'', dijo. ``Una vez que acaba la fase de ayuda humanitaria, hay que empezar a planear la reconstrucción, y eso puede llevar años''.
Mi opinión: Chile tiene enormes reservas para contingencias, incluyendo un Fondo de Estabilización Económico y Social de $11,200 millones, y un fondo para becas de posgrado en el exterior de $6,000 millones destinado a enviar a 6,000 graduados universitarios por año a recibir maestrías y doctorados en Estados Unidos, Europa y Asia.
Pero todo dinero que se saque de esos fondos significará menos dinero para erradicar los últimos focos de pobreza, o para crear una masa crítica de científicos de nivel mundial doctorados en las mejores universidades del mundo.
Chile seguirá siendo un modelo para Latinoamérica, pero el terremoto podría distraer sus energías y demorar su meta de convertirse en un país desarrollado en el 2018. Eso sería una gran pérdida para toda Latinoamérica, porque tener un país desarrollado entre sus vecinos sería una prueba irrefutable de que, con buenas políticas, cualquier país de la región puede llegar al Primer Mundo.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/
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