Instituto de Iberoamérica
Universidad de Salamanca
Documentos de Trabajo EL CONSENSO
LATINOAMERICANO 2020: UNA NUEVA VISIÓN PARA LA ERA POSTCOVID-19
Instituto de Iberoamérica
Universidad de Salamanca Documentos de Trabajo
Autores: Ramón Casilda Béjar
(Universidad de Alcalá)
José Antonio Ocampo (Universidad
de Columbia)
Manuel Alcántara (Universidad de
Salamanca)
José Antonio Alonso (Universidad
Complutense de Madrid)
Nelson Barbosa (Fundación Getulio
Vargas - Universidad de Brasilia)
Carlos Berzosa (Universidad
Complutense de Madrid) R
icardo Bielschowsky (Universidad
Federal de Rio de Janeiro)
Humberto Campodónico (Universidad
Nacional Mayor de San Marcos)
Lourdes Casanova (Universidad de
Cornell)
João Carlos Ferraz (Universidad
Federal de Río de Janeiro)
Ricardo Ffrench-Davis
(Universidad de Chile)
Gustavo Flores-Macías
(Universidad de Cornell)
Roberto Frenkel (Universidad de
Buenos Aires)
Stephany Griffith-Jones
(Universidad de Sussex)
Guillermo Larraín (Universidad de
Chile)
Nora Lustig (Universidad de
Tulane)
Carlos Marichal (Colegio de
México)
Pablo Martin Aceña (Universidad
de Alcalá)
Emilio Menéndez del Valle
(Embajador de España)
Juan Carlos Moreno Brid
(Universidad Nacional Autónoma de México)
María Victoria Murillo
(Universidad de Columbia)
Alfonso Novales Cinca (Universidad
Complutense de Madrid)
Paulo Paiva (Fundação Dom Cabral
do Brasil)
Antonio Javier Ramos (Universidad
Pontificia de Comillas de Madrid)
Martin Rapetti (Universidad de
Buenos Aires)
Santos Miguel Ruesga (Universidad
Autónoma de Madrid)
Lucía Sala Silveira (Fundación
José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón)
Francisco Sánchez (Universidad de
Salamanca)
Miguel Sebastián (Universidad
Complutense de Madrid)
Andrés Solimano (Centro
Internacional de Globalización y Desarrollo de Chile) Daniel Sotelsek (Universidad
de Alcalá)
Título: EL CONSENSO LATINOAMERICANO: UNA NUEVA VISIÓN PARA LA ERA POSTCOVID-19 Fecha de publicación: 09/07/2020 ISSN: 1989---905X
Contenido
I.
AMÉRICA LATINA Y LA COVID-19
..............................................................................4
II.
II. UN NUEVO CONSENSO LATINOAMERICANO 2020.....................................................
6 1.
III.
Identificación de los retos que enfrenta la
región ..................................................... 6 2.
IV.
El Consenso Latinoamericano 2020
........................................................................... 8 4
I.
I. AMÉRICA LATINA Y LA COVID-19
América Latina llegó a la pandemia de la COVID-19 en
una situación compleja. 2019 fue un año de crecimiento regional virtualmente
nulo que completó el peor lustro de desempeño económico desde el final de la
Segunda Guerra Mundial. Para el año 2020 se esperaba una ligera reactivación.
Sin embargo, la pandemia de la COVID-19 ha producido en la región, como en el
resto del mundo, un cambio radical en las perspectivas económicas. Ha generado
la peor recesión mundial desde la Gran Depresión de la década de 1930. Ha
producido, además, severas perturbaciones en el comercio internacional,
afectando las cadenas de valor y provocando la caída de los precios de varios
productos básicos. Desató también, en su fase inicial, fuertes perturbaciones
financieras, entre ellas la mayor salida de capitales de portafolio de las
economías emergentes de la historia. Las incertidumbres sobre la velocidad de
la recuperación son además inciertas y se caracterizan por problemas de
confianza empresarial en el mundo entero.
En su informe Perspectivas de la Economía Mundial del
mes abril, el FMI pronosticó una fuerte contracción de la economía mundial en
2020, de -4,2% (estimada a tasas de cambio de mercado). Sus proyecciones más
recientes, de finales de junio, proyectan una recesión más profunda, del -6,1%,
es decir, casi dos puntos porcentuales menos. Por su parte, el Banco Mundial,
en sus Perspectivas Económicas Mundiales, había pronosticado una caída algo
menos pronunciada a comienzos de junio, del -5,2%. Ambas estimaciones son
peores que las registradas durante la crisis financiera iniciada en 2008 y representan
la contracción de la actividad productiva más severa desde la Gran Depresión.
El escenario base contempla que la pandemia se disipará en el segundo semestre
de 2020 y, si las medidas de contención pueden ser retiradas gradualmente, se
proyecta que la economía mundial crecería de nuevo en 2021, pero en una
magnitud que todavía es muy incierta.
América Latina es la región del mundo en desarrollo que se verá afectada de forma más severa. Además, en el momento de escribir estas líneas (julio de 2020), se ha convertido en uno de los grandes focos de la pandemia, lo cual genera incertidumbres adicionales. Las proyecciones de la CEPAL y el FMI de abril de 2020, que pronosticaban una caída del PIB regional de -5,3% y de -5,2 respectivamente, han sido sucedidas por una perspectiva más pesimista del Banco Mundial a comienzos de junio de -7,2% y del FMI a fines de junio de -9,4%. Con la propagación de la pandemia, las perspectivas de consecuencias negativas duraderas para los ingresos de los hogares, la seguridad laboral y la desigualdad se han vuelto más desalentadoras. La CEPAL ha señalado que 30 millones de latinoamericanos, o más, podrían sumarse a la población en situación de pobreza, lo que compromete gravemente el logro del primer Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Las cifras que han comenzado a darse a conocer en varios países indican, además, que la destrucción de empleo ha sido masiva. Será, sin duda, la peor recesión de la historia regional. En conjunto con los cinco años de débil crecimiento que precedieron a la crisis, América Latina podría experimentar una nueva década perdida durante 2014-2024, con consecuencias incluso peores que la de la década de 1980. Por ello resulta necesario establecer los máximos consenso sobre las políticas que se necesitan para vencerla y, de esta manera, encarar este difícil y desconocido momento económico, cambiando al mismo tiempo la trayectoria de su desarrollo hacia un crecimiento más competitivo, incluyente y con patrones de inversión y consumo más sostenibles, que garantice el cumplimiento de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para conseguirlo, proponemos el “Consenso Latinoamericano 2020” que exponemos a continuación.
II. UN NUEVO CONSENSO LATINOAMERICANO 2020
1. Identificación de los retos que enfrenta la región
La economía, como todas las ciencias sociales, está
sujeta a una evolución que se puede caracterizar, desde el punto de vista que
aquí nos interesa, por la alternación de paradigmas explicativos sobre la
naturaleza de los problemas económicos que afectan a la sociedad, y de las
políticas que pueden y deben considerarse más eficaces para hacerles frente.
Uno de estos paradigmas se produjo hace setenta años, cuando Raúl Prebisch,
referencia del pensamiento estructuralista latinoamericano, formuló la
necesidad de diversificar la composición de la actividad productiva y
exportadora latinoamericana mediante una activa política de industrialización,
entre otras razones para manejar las fuertes fluctuaciones y la tendencia al
deterioro de los términos de intercambio de los productos primarios frente a
los bienes manufacturados.
Desde entonces, la estructura productiva de América
Latina ha experimentado importantes transformaciones. Pero aún hoy, la estructura
exportadora sigue dependiendo de los productos primarios en muchos países de la
región. Por este motivo, continúa habiendo una estrecha relación entre la
evolución de la renta per cápita de los países latinoamericanos, el crecimiento
económico y los precios internacionales de los productos básicos.
En consecuencia, durante los últimos treinta años,
siempre que los precios de los principales productos primarios exportables se
han incrementado o se han mantenido estables, la renta per cápita de la economía
latinoamericana ha crecido. Por el contrario, cuando se ha producido un
retroceso en los términos de intercambio, su crecimiento se ha resentido,
incluso durante largos periodos.
Los ciclos económicos recientes explican también
importantes cambios en materia de pobreza y otros indicadores sociales. El auge
del ciclo exportador de los productos primarios (2004-2014) generó, en
particular, una fuerte caída en los niveles de pobreza de la región, pero ese
proceso se interrumpió durante el lustro de lento crecimiento económico que lo
sucedió y se acelerará, como hemos señalado, con la crisis de la COVID-19.
A comienzos de la década de 1990, la región
experimentó un ciclo de reformas económicas consideradas “neoliberales”, que a
comienzos del siglo XXI ya mostraban evidentes signos de agotamiento. El giro
neoliberal estuvo relacionado directamente con los efectos de la crisis de la
deuda externa de la década de 1980 (llamada la década perdida), que dejó a la
región sumida en una profunda crisis económica y social. La inflación
descontrolada y la necesidad de solucionar de forma definitiva el endeudamiento
externo, favoreció la aplicación de las medidas de ajuste impulsadas por el
Consenso de Washington (CW).
En contra de las expectativas de los reformadores, el CW no generó un mayor ritmo de crecimiento económico, sino más bien una pérdida de competitividad internacional, una desindustrialización prematura de la mayoría de las economías latinoamericanas y recurrentes problemas de la balanza comercial. Sin embargo, un efecto positivo del CW resultó ser la “estabilidad macroeconómica”, entendida como inflación baja y cuentas fiscales sostenibles, que fue aceptada como el “marco adecuado” para la política económica. Este punto constituye uno de los cambios más significativos ocurridos en la práctica y en el pensamiento económico latinoamericano, al ser aceptado por los gobiernos de derecha y de izquierda. No obstante, este marco no ha contribuido suficientemente a moderar los ciclos económicos, ni a garantizar tipos de cambio real competitivos y relativamente estables que contribuyan a promover una adecuada diversificación productiva y exportadora.
2. El Consenso Latinoamericano 2020
La naturaleza de los problemas económicos que afectan
a la sociedad requiere de políticas que puedan y deban considerarse más
eficaces para hacerles frente. Es por eso que proponemos lo que en este
documento denominaremos “El Consenso Latinoamericano 2020”, que se presenta
como un programa de referencia para hacer frente a las debilidades
estructurales de la economía latinoamericana que se han acentuado con la crisis
de la COVID-19: baja productividad, alta informalidad, insuficientes niveles de
capacitación laboral, tamaño reducido de sus empresas, acusada dependencia
exportadora de productos primarios y profundos desequilibrios sociales, que la
sitúan como una de las regiones más desiguales del mundo.
El Consenso Latinoamericano 2020 tiene como meta una
nueva capacidad productiva y elevar la calidad del capital y del trabajo, para generar
más riqueza y evitar el ensanchamiento de la pobreza y la desigualdad. Generar
mejores condiciones sociales para la población es un imperativo ético, pero
también evitaría una mayor desintegración social y política.
El Consenso Latinoamericano 2020 establece políticas
macroeconómicas que generen equilibrios sostenibles, mediante una mejor
ocupación, productividad y competitividad, para alcanzar un desarrollo
económico sostenible, competitivo y socialmente más equitativo. Las relaciones
entre educación, ocupación, productividad y competitividad son las bases
fundamentales para afianzar un desarrollo capaz de conseguir mayor equidad y
combatir con éxito la pobreza y la desigualdad.
El Consenso Latinoamericano 2020 parte de la idea de que los puntos enunciados no son de ninguna manera ni definitivos ni cerrados, sino abiertos para completarlos y así poder definir cómo y de qué manera impulsar, dinamizar y potenciar una economía más competitiva y dinámica y una sociedad más justa, en el marco de procesos democráticos más profundos y de la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre su futuro.
El Consenso Latinoamericano 2020 debe obtener el respaldo de los agentes económicos y sociales al menos para los siguientes puntos:
1. Adoptar políticas macroeconómicas contracíclicas y
garantizar en el largo plazo la armonía entre el necesario equilibrio fiscal y
el crecimiento del PIB y el empleo, con base en reglas claras y en sistemas
tributarios eficientes y progresivos.
2. Ampliar el sistema de protección social para dar
adecuada cobertura contra riesgos individuales y sistémicos.
3. Elevar la cobertura y la calidad de la educación en
todos los niveles.
4. Ampliar la cobertura y mejorar la infraestructura
de la salud.
5. Incentivar el empleo formal y la formación
ocupacional en un nuevo marco de relaciones laborales.
6. Luchar contra las desigualdades de género y las que
afectan a los pueblos indígenas y afrodescendientes.
7. Fomentar el desarrollo de la agricultura nacional y
la agroindustria.
8. Promover una amplia diversificación productiva y
exportadora con creciente contenido tecnológico.
9. Ampliar las inversiones en I+D mediante la
colaboración pública privada. 10.Conseguir mayores y mejores infraestructuras,
incluyendo las científicas y tecnológicas.
11.Facilitar la creación de empresas innovadoras y
potenciar el emprendimiento en todas sus facetas y ámbitos.
12.Apoyar en forma integral a las micro, pequeñas y
medianas empresas. 13.Fomentar el desarrollo y la inclusión financiera, con
base en una regulación que la estimule.
14.Mejorar la inserción internacional de las economías
y las empresas. 15.Promover una integración regional más profunda y
despolitizada. 16.Participar activamente de los acuerdos internacionales y
fortalecer las políticas nacionales sobre cambio climático y protección de la
biodiversidad. 17.Ofrecer servicios públicos eficientes, con especial énfasis
en la infraestructura digital, garantizando el acceso equitativo a la
interconectividad.
18.Robustecer el marco legal e institucional y fortalecer la capacidad técnica de las instituciones públicas.
Hasta el momento, los caminos económicos de los países
latinoamericanos han sido diferentes. Ahora es el momento de construir un
frente común, para generar un nuevo “hacer” que le permita a la región un
porvenir económicamente más próspero que alcance a todos los ciudadanos. Para
cumplir esta agenda, América Latina debe asumir un compromiso firme de cumplir
los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La región tiene, además, que explotar con
determinación las oportunidades que ofrece la Cuarta Revolución Industrial,
caracterizada por un poderoso y visible conjunto de tecnologías, productos e
industrias, portadoras de una constelación de innovaciones técnicas, nuevas
fuentes de energía, materiales, procesos e infraestructuras. América Latina
está a tiempo de una corrección que desemboque en una “nueva visión”. Sin
embargo, la visión sin la acción es inservible y la acción sin la visión carece
de rumbo y objetivos. La visión es fundamental para guiar y motivar la acción.
Más que eso: la visión, cuándo es ampliamente compartida, permite realizarla.
Esta nueva visión se enmarca en nuestra convicción de
que la vida en democracia tiene un inmenso valor. La heterogeneidad social y la
desigualdad económica hacen necesario un vasto esfuerzo para lograr la
necesaria convergencia hacia un conjunto de valores compartidos por la mayoría
de la población. Este es un proceso lento en el cual hay que persistir. Es
necesario buscar la complementariedad entre la gestión política del proceso de
cambio y el sentimiento de pertenencia a la sociedad como un todo. El avance
educativo contribuirá a este proceso, al igual que al desarrollo económico.
Como hemos señalado, existe una profunda interconexión interdisciplinaria de las ciencias sociales para repensar en toda su amplitud la economía. Necesitamos una nueva visión para la nueva era que definitivamente ha inaugurado la COVID-19. El Consenso Latinoamericano 2020 contribuirá poderosamente a ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario