martes, 30 de septiembre de 2014

Universidades partido

Por: José Ignacio Távara Martin 
Universidad Nacional de Ingeniería  (UNI),
Una publicación reciente de Rodrigo Barrenechea –Becas, bases y votos (IEP 2014)– pone en evidencia el rol que hoy juegan algunas universidades –y consorcios de universidades– en el soporte económico, organizativo y logístico de la política partidaria. El autor se concentra en el caso de Alianza para el Progreso (APP), liderada por César Acuña, y muestra la sólida correlación existente entre, por un lado, el desempeño electoral de APP a escala provincial y, por el otro, la presencia de sedes territoriales del consorcio de universidades de propiedad del propio Acuña (César Vallejo, Señor de Sipán y Autónoma del Perú).
Dicho consorcio es la principal fuente de donaciones y recursos materiales de APP. Las universidades que lo integran utilizan sus programas de becas para reclutar y movilizar líderes sociales, y sus actividades de proyección social se confunden con actividades clientelares propias del partido. Además, un buen número de líderes y candidatos de APP son también empleados del consorcio. Todo esto les permite “contar con bases movilizables que se ponen a disposición de los candidatos” en las campañas electorales. En contraste con la precariedad económica de los partidos políticos convencionales, cuyos recursos suelen depender de los limitados aportes de los militantes y de su eventual acceso al aparato estatal, “la estructura sobre la que se sostiene APP ofrece mayores garantías de continuidad para las carreras políticas de sus integrantes”.
La proliferación de estas prácticas, que mezclan proyectos educativos con proyectos político-partidarios, viene pervirtiendo la esencia misma de la universidad, la cual debe regirse por los principios de autonomía, pluralismo, tolerancia y democracia institucional, reconocidos en la nueva ley universitaria. Por cierto, pervierte también la política y socava la democracia. Llegar al poder ha dejado de ser un medio para promover el interés general y se ha transformado en un fin en sí mismo, al servicio de intereses privados.    
Fuente: La Republica

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