miércoles, 23 de octubre de 2013

“Un rector en España debe el cargo a sus colegas, yo a un consejo que pide competitividad”


[foto de la noticia]Tiene el encargo de diseñar un plan estratégico para una década en la George Mason University, y su fórmula renovadora pasa por combinar la calidad educativa tradicional con la revolución tecnológica, la innovación, el ‘e-learning’ y la internacionalización.
Desde el verano es el primer español y el único europeo continental en presidir una universidad estadounidense, la George Mason University, una institución pública de Virginia del Norte, muy cercana a la capital federal Washington DC, que ha sido elegida por US News & World Report como la primera entre las universidades jóvenes y emergentes de aquel país. Ya en 2004 fue pionero al acceder a la presidencia de una escuela de negocios norteamericana, la Thunderbird School of Management, en Arizona. Las puertas de la potencia del mundo en cuanto a educación superior se le abrieron después de su etapa como decano del Instituto de Empresa, en la que el centro español se dio a conocer en todo el mundo y alcanzó las posiciones cabeceras de los ránking.
¿Cómo llega un español hasta la presidencia de una universidad en Estados Unidos?
En Europa es casi imposible que un extranjero sea rector de una universidad pública. En España nunca ha habido ninguno. Pero en Estados Unidos estas instituciones compiten por todo: atraer a profesores, decanos, presidentes, captar donaciones y por supuesto alumnos. Tienen autonomía, un consejo independiente de verdad encargado de buscar al presidente, tanto en las privadas como en las públicas, al igual que una empresa o un club de fútbol con su entrenador. Da igual su nacionalidad. Un rector español debe su elección a sus colegas, yo a un consejo con directrices para que la universidad mejore y sea más competitiva, y un contrato público de cinco años tras los que te pueden renovar o no. Pero te pueden pedir la dimisión.
“En Europa es casi imposible que un extranjero dirija una universidad pública como en EEUU”
¿Cuál es la misión que le ha encomendado ese consejo?
He pedido unos meses para diseñar un plan estratégico nuevo para una década. La universidad también está siendo afectada por Internet, con cursos, conferencias, contenidos, conocimiento en la red. Hay instituciones que se agarran al modelo tradicional, lo que me parece suicida porque los cambios en otros sectores, como el de la prensa, están siendo muy profundos. Mi objetivo es convertir a la George Mason University en un referente sobre cómo combinar la calidad educativa tradicional con la revolución tecnológica, la innovación, el e-learning, la internacionalización y la transferencia de investigación al mercado con nuevos modelos de financiación de la mano de las empresas.
Cuando se marchó a Estados Unidos hace ocho años explicó que su sueño era volver para crear en España una universidad de talla mundial. ¿Sigue pensándolo?
Sigo estando convencidísimo de que una parte del futuro de Europa y de España es tener un sistema de educación superior mucho mejor que el actual. En lugar de esperar a que cambie, quizá sea más fácil que entren nuevos jugadores de la mano del sector privado. Me encantaría participar en un proyecto así, lo hemos hablado entre algunos directivos, pero aún nadie se ha lanzado. Para ello, necesitamos un apoyo filantrópico muy alto, como lo tienen Harvard o el MIT.
¿Cómo se ve a España en Estados Unidos? ¿Se ha deteriorado la marca país? ¿Y la imagen de nuestras escuelas de negocios?
Siempre han tenido simpatía por España. Le ven atractivo, con tradición, aliado. Pero en los últimos años la imagen que llega es de manifestaciones, paro disparado, discusiones sobre si somos un país, dos o cuatro... Esto afecta, sobre todo, como destino de inversión, pero no a las oportunidades para nuestras empresas en Estados Unidos, nunca ha habido tantas como ahora. Telefónica, Iberdrola o Abengoa tienen aquí su reputación intacta. Por su parte, las escuelas de negocios españolas tienen una marca extraordinaria en el mundo, con una gran proyección internacional y su imagen de calidad no puede ser mejor. Pero me sorprendería que no noten la crisis porque los alumnos eligen los centros por su calidad, pero también una parte busca oportunidades en el país de destino.
En sentido contrario, ¿le parece una pérdida para el país que profesionales bien formados emigren para buscar trabajo?
La fuga de talento tiene un aspecto positivo. Así, los españoles en centros de investigación y universidades estadounidenses, tarde o temprano de alguna manera revierte en el país. Y, desde luego, mucho mejor que salgan a que permanezcan en España sin oportunidades. La alternativa es más cara: dejar que el talento muera por no poder ejercitarlo.
 

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